A finales de 2020 producimos una serie audiovisual donde se planteaban elementos para un balance del chavismo desde una perspectiva marxista. Temas como la relación de Chávez con la burguesía nacional, con los sindicatos, su actitud ante las luchas obreras, la naturaleza de los roces con el imperialismo y el tipo de sociedad a que aspiraba su proyecto, fueron abordados. A partir de allí han surgido algunas preguntas, críticas o cuestiones por precisar, incluyendo discusiones relativas a las diferentes estrategias de las corrientes de la izquierda. Para responder al respecto, hicimos una entrevista con Ángel Arias, dirigente de la LTS quien estuvo a cargo de exponer las ideas en la serie audiovisual.
Nota de la redacción: para una mejor lectura y por la vastedad de temas abordados, hemos dividido la entrevista en dos partes. Publicando la primera parte y la semana siguiente haremos lo propia con la segunda.
Arranquemos con algo básico, la serie se titula “Elementos para un balance del chavismo…”. ¿Por qué el balance?
Bueno, es una cuestión sencilla: el chavismo ascendió al poder en un momento de crisis y profundo descontento con el régimen burgués del momento, captando las esperanzas de las grandes mayorías trabajadoras y pobres, prometiendo una revolución social, incluso llegando a hablar de dejar atrás el capitalismo y construir una sociedad socialista. Sin embargo, dos décadas después la situación de los trabajadores y sectores populares es terrible, el poder de los capitalistas no es menor que antes, y contrario a cualquier “poder obrero” o “popular”, lo que hay es una casta cívico-militar privilegiada y profundamente autoritaria contra el pueblo. En esto degeneró el chavismo.
Cualquier trabajador o trabajadora con cierto grado de conciencia política, cualquier joven, activista del movimiento de mujeres, o militante de izquierda, comprende que es totalmente necesario revisar qué fue lo que pasó, cómo llegamos aquí. Y sobre todo, entre la militancia de izquierda es obligada esta reflexión, dado que la gran mayoría de las corrientes y partidos se incorporaron al chavismo, ya sea directamente en las estructuras partidarias del mismo, o manteniendo sus formas organizativas propias, pero con un claro apoyo político.
Bien, pero a algunos les podría parecer que esto sería un “empeño en ir al pasado” cuando “lo que está planteado es buscar las vías para responder en el presente” lo mejor posible ante la situación tan adversa que estamos viviendo la clase trabajadora y las corrientes de izquierda, ¿no?
Bueno, la verdad es que, en general, lo más que nos hemos conseguido es con compañeros y compañeras de izquierda que, habiendo sido parte del chavismo (o incluso reivindicándose aun chavistas), están bastante claros y conscientes en la importancia de revisar cómo llegamos aquí, y hay apertura a dialogar y discutir el asunto.
Pero bueno, volviendo al punto, sí, ha habido por parte de algunos compañeros planteamientos parecidos a lo que dices. Y que lo dicen, además, con honesta preocupación por cómo responder al presente, por la unidad de las fuerzas. ¡Y por supuesto que es también nuestra preocupación! Por eso hemos sido, y somos, parte de los más variados espacios de frente único de clase para luchar, así como de instancias de articulación entre corrientes de izquierda. Tanto en espacios que surgen por iniciativa de otras corrientes como en otros impulsados a iniciativa nuestra.
Por el salario, los contratos colectivos, contra los despidos, por la libertad de los trabajadores presos, contra la ley antibloqueo y las sanciones imperialistas, por #VacunasParaTodasyTodos y un plan de emergencia ante la pandemia, contras la violencia machista, los femicidios y por el derecho al aborto, etc., etc. Son banderas en las que coincidimos en unidad. También en la defensa de los derechos democráticos de sectores como los de la APR [ver aquí y aquí, NdR], aun cuando no seamos parte de ese espacio.
Hacer balance del proceso que inició en 1999 no impide la unidad de acción, los frentes únicos de clase, la unidad para las luchas…
¡Claro, no, para nada! Ahora bien, no solo se trata de que impulsamos la unidad de acción para responder a diversas peleas planteadas, sino que también aspiramos a lograr instancias de unidad política de la izquierda revolucionaria en nuestro país, que pueden ir desde campañas comunes a frentes políticos, o incluso una nueva organización política revolucionaria, superior a lo que actualmente somos las diversas corrientes. Eso es totalmente necesario hoy, queremos discutir eso. Pero justamente, para pensar en un reagrupamiento político de las y los revolucionarios en Venezuela, en frentes políticos o incluso una organización política unitaria, es evidente que no se puede evadir el buscar una compresión común de cuestiones fundamentales de nuestro pasado reciente. Además de, por supuesto, acuerdos claves sobre cómo conducirse en el presente.
Ahora, mientras se avanza en esas discusiones o intercambios para pensar estratégicamente las dos décadas pasadas, mientras se discute para buscar sacar lecciones históricas a fondo, cruzado esto por supuesto por las diferentes posiciones y perspectivas, perfectamente se puede coincidir en unidad para luchar y para empujar juntos por determinadas banderas, como de hecho ocurre ya. En resumen, una cosa no impide la otra.
Bien. Pero veamos algo, un sector importante de esa izquierda que se incorporó al chavismo parece tener ya hecho un balance: Maduro traicionó el legado de Chávez y por eso llegamos aquí.
Sí, ese es un sentido común más o menos extendido en ese espectro político, pero eso no es un balance. Eso está lejos de ser un examen serio del asunto. En primer lugar, porque en buena medida se limita a describir las políticas entreguistas y crudamente neoliberales de Maduro, en contraste con las del período de Chávez, pero describir no es explicar, señalar lo evidente no explica los fundamentos de la degeneración. Y ahí voy a lo segundo, quizás más importante: como la explicación profunda no existe, entonces todo parece resumirse a que Maduro y unos cuantos, un buen día, decidieron comenzar a distanciarse de las políticas de Chávez, y listo, eso lo explica todo.
Además, ese sentido común que habla de “traición” o “ruptura”, contiene medias verdades, y por tanto, también supuestos falsos. O sea, si bien es cierto que hay toda una serie de políticas de Maduro en los últimos años que se distancian, y ya hoy abiertamente contrarían algunas de las que marcaron los períodos de Chávez, hay tantas otras que son continuidad o profundización de las que este llevó adelante. Pero más aún, y esto es muy clave, el curso reaccionario que tomó el régimen político y la situación nacional con Maduro al frente, tienen que ver con elementos que estaban ya inscritos en la era de Chávez, que son parte del legado de este.
Precisemos mejor eso: no se está diciendo que no hay mayores diferencias entre las políticas Chávez y Maduro, ¿cierto?
No, no estoy diciendo eso. De paso, si alguien ha seguido con atención y señalado el curso regresivo de las políticas de este gobierno, el “gran viraje” entreguista y neoliberal, ha sido nuestra corriente, y no recién desde ayer o el año pasado. Lo que decimos es que en lo fundamental, la profunda degeneración del chavismo como régimen político, su curso brutalmente ajustador y represivo, incluso su entreguismo, no surgieron por parte de magia, ni por las mentes malucas de Maduro y unos cuantos más, sino que las condiciones para ese curso son parte de la herencia de Chávez.
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Bien, eso habría que explicarlo. ¿Cuáles serían esas condiciones?
Bueno, la degeneración de un régimen político no cae del cielo, no surge como algo ahí incrustado artificialmente por fuera del curso concreto de la historia. Ni tampoco por las mentes macabras de algunos. Aquí, los profundos problemas económicos que explotaron después, la vulnerabilidad económica del país ante los capitales imperialistas, el enorme posicionamiento de los militares en el control del Estado y de la vida social, los altos niveles de control estatal sobre las organizaciones de los trabajadores, campesinos y sectores populares, la respuesta represiva a las luchas que no se subordinaban a la política del gobierno, la criminalización de las luchas, todo eso se fue incubando o directamente ejerciendo en todos los años de Chávez.
Vayamos por partes. Cualquiera podría refutar que la situación económica cuando fallece Chávez no se compara con la vivida bajo Maduro…
Claro, es que no se trata de eso, se trata de que las profundas contradicciones de la economía, los profundos problemas que explotaron con Maduro, estaban ya incubados y prestos a estallar en el período que le precede, es decir, con Chávez.
A ver, ¿qué cambió fundamentalmente con Maduro? Hay dos hechos claves: que se desploman dramáticamente los precios del petróleo y que se vencen los plazos de pago de la cuantiosa deuda externa, ¿deuda que había adquirido quién?, Chávez. Entonces tenemos que coinciden que tienes que empezar a pagar un realero y solo contabas con los ingresos petroleros que se desploman. Ah, y ahí entra un tercer elemento clave: ¿por qué contabas solo con lo que vendieras por petróleo?, porque el país había sido desfalcado, desangrado, fugándose al exterior una cantidad descomunal del ingreso del boom de todos los años anteriores. ¿Y quién gobernaba cuando ese desangramiento del país con el boom? Chávez.
En uno de los artículos que hemos escrito sobre los problemas recurrentes del país, recordamos la famosa frase de Luis Herrera Campíns cuando asume la presidencia en el ‘79, “Recibo un país hipotecado”, y hemos señalado que, si por la realidad objetiva se mide, Maduro estaba más aún habilitado que Luis Herrera a decir lo mismo, porque el peso de la deuda con los capitales extranjeros era mucho mayor aún que la recibida por aquel a finales de los 70’s. ¡Pero claro!, Maduro por otra parte no estaba habilitado a decir semejante verdad, porque sería nada y nada menos que achacarle responsabilidad a Chávez, al mito, al que le dio el poder, en los problemas venideros del país.
Claro…
Pero es la simple y cruda verdad, allí están los datos al alcance de todos: Chávez no solo reconoció y pagó siempre puntualmente la deuda externa del puntofijismo, esa que siempre desde la izquierda cuestionábamos por fraudulenta y lesiva a los intereses del país, sino que desde 2007 en adelante llevó a cabo un drástico aumento del endeudamiento del país con diversos sectores del capital financiero internacional, hipotecando el futuro del país, de toda una generación. Porque si uno revisa los compromisos de pago establecidos, se ve claramente que Chávez le dejó al país el compromiso de enormes pagos por concepto de deuda externa durante más de una década, hasta el 2027 como mínimo.
Vamos a detenernos un momento en eso. Es posible oír personas plantear que ese endeudamiento se podría justificar porque era para las obras sociales, las misiones, etc., y porque además se contaba con un alto ingreso petrolero, por lo cual los pagos podían sostenerse sin comprometer las necesidades del país.
Sí, he oído y leído argumentos de ese tipo. En primer lugar, no se puede argumentar que se hipotecó el país para tener recursos para las necesidades nacionales y del pueblo, eso es una falacia. ¿Y para qué entonces el enorme ingreso de renta pública, para qué el boom petrolero? Más aún, ¿dónde queda la fuga de capitales? O sea, ¿qué necesidad tenía el país de endeudarse de tal manera estando en uno de los momentos de mayores ingresos petroleros de su historia? Ah, pero es que resulta que al mismo tiempo que le entraban al país grandes recursos por renta petrolera también se le iban por la fuga de capitales. Y claro, también por los pagos de la deuda anterior, las importaciones y las ganancias que repatrían las transnacionales instaladas en el país, es decir, la estructura del capitalismo dependiente y rentístico. Pero de todos estos elementos, la novedad del período es la alta renta petrolera y el auge de la fuga de capitales, y luego de 2007 la deuda externa.
¿Qué relación hay? Desde 2003 en adelante la cantidad de dólares de venezolanos depositados en el extranjero fue creciendo extraordinariamente, coincidiendo con el alza de la renta pública: entonces al país le entraba mucha plata por la puerta y se la iba también mucha plata por la ventana. La renta petrolera financió la fuga de capitales, lo que podría ser el “excedente nacional” o el potencial “ahorro nacional”, se lo llevaron pa’ fuera, así de sencillo. Y Chávez, lejos de cualquier medida mínimamente seria para atacar los intereses privados de capitalistas, banqueros y corruptos que fugaban la plata y frenar semejante desangramiento del país, lo que hizo para mantener el nivel de los ingresos públicos fue recurrir a multiplicar el nivel del endeudamiento externo. O sea, endeudarnos a todos, deuda pública que debe pagar todo el país. ¡Y de paso, ese endeudamiento del país permitió que siguiera adelante el festín de la fuga!
¿Qué tenemos entonces? Que la deuda externa tiene una clara relación con la alcahuetería con la fuga de capitales. Si no hubiese habido fuga, el país hubiese tenido muchísimos más recursos, ¿qué necesidad habría de pensar en endeudarse a ese nivel? Pero además, aún después de aumentar la deuda, siguió la fuga, ¡claro, seguía habiendo mucha plata, ahora no solo la renta petrolera sino también los préstamos! La renta petrolera y la deuda externa, o sea, los recursos públicos, apalancaron y financiaron la fuga de capitales. Por eso una falacia decir que la razón por la que el país se endeudó tanto fue para cubrir el llamado gasto social.
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Queda el asunto de que los altos ingresos podían soportar la deuda...
Bueno, eso de que se podía pagarle al capital especulativo internacional y no afectar las necesidades del país es una falacia, y ahí está la cruda realidad para demostrarlo: visto ante el vencimiento de los plazos de pago, y ante la caída brusca de los ingresos petroleros,Maduro optó por cumplirle al capital financiero y pagó deuda hasta que el país sangró, a costa de negarle al país los recursos para cosas elementales como la importación de alimentos y medicinas, entre otras tantas cosas. Ese fue el primer tipo de ajuste antipopular que aplicó Maduro, tan temprano como desde 2014.
Ah, que alguien puede decir, “Claro, pero si bajan bruscamente los ingresos petroleros eso cambia las cosas”. Bueno, pero por favor, eso sería un argumento tan poco serio que casi no merecería responder. O sea, ¿quién con un mínimo de responsabilidad se endeuda hasta el cuello contando con que va a tener el boom petrolero para siempre? Pero de hecho, eso no es lo fundamental: el punto es que mantuviste intacta la estructura capitalista y dependiente del país, gracias a la cual siempre el capital privado (tanto de afuera como local) se chupa lo mejor de los recursos, permitiste el desangramiento del país con la fuga de capitales, y obvio que cuando hubo que pagar, el país “no tenía plata”, no solo por la baja en los precios del petróleo, sino porque la plata estaba afuera, convertida en capital privado de los aprovechadores de siempre más los nuevos favorecidos con el chavismo. Entonces, como siempre, como en todo gobierno burgués, los platos rotos del endeudamiento con el capital extranjero los iba a pagar el pueblo.
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Claro, Maduro no debió pagar la deuda a costa de las necesidades del país y del pueblo.
¡Por supuesto! Pero ahí vamos al asunto del legado y de la “ruptura” que algunos plantean. ¿Ser fiel pagando la deuda externa es acaso romper con las enseñanzas de Chávez? No, de ninguna manera, si Chávez lo que le enseñó a Maduro y a todos sus subalternos es que el país era buen pagador de deuda y que había que pagar. ¿Acaso no se jactaba Chávez públicamente más de una vez de que el país no dejó nunca de pagar la deuda externa, ni aún en medio de la crisis tan aguda de ingresos como la de 2002-2003? Siempre lo decía, se lo decía al capital internacional para que quedara claro que podían confiar en que el país era garante de los intereses de esos capitales usureros. Esas fueron las enseñanzas de Chávez.
¿Que sin embargo si a Chávez le hubiese tocado la situación más aguda que le tocó a Maduro hubiese cambiado su política de siempre y no aplicaba un ajuste para pagar deuda? Eso es pura y simple especulación, casi religiosa, por no querer que el ídolo se caiga del pedestal. ¿Puede ser especulación también decir lo contrario, que sí hubiese aplicado el mismo ajuste? No es eso lo que estamos discutiendo, que si Chávez hubiese hecho exactamente lo que Maduro, está en discusión es si pagar deuda externa religiosamente, aún en medio de las necesidades del país y del pueblo, es “romper con el legado” de Chávez, y la realidad muestra que la escuela de Chávez fue pagar siempre deuda externa aún cuando hubiese duras necesidades aquí.
Ahora bien, si aún se insiste en especular qué hubiese hecho Chávez en esas circunstancias, lo más sensato, al alcance de la mano, es constatar cómo se ubicó en situaciones más o menos parecidas. Y precisamente, cuando la primera crisis por la baja de los ingresos petroleros, que dio un bienio recesivo entre 2009-2010, pues Chávez llevó adelante un ajuste, así de sencillo. Hizo recortes en el presupuesto de las universidades y en sectores de la administración pública, despidos de contratados, congelando discusiones de contratos colectivos o incumpliéndolos, y tal como explicamos en uno de los videos de la serie, llegó a enfrentarse con las demandas salariales de trabajadores del sector público, con amenazas de represión y con argumentos como “yo no voy a quitarle plata a las misiones para dársela a los sindicatos”. O sea, contraponiendo las demandas obreras de salario a las necesidades populares. ¿Se ve lo retorcido de esa lógica?, en lugar de apuntar contra los intereses del capital financiero internacional y decir, no voy a quitarle plata a los salarios y las misiones para dárselo al capital usurero internacional, y dejar de pagar la deuda. Pero eso nunca lo hizo.
Entonces, no estamos diciendo que Chávez hubiese hecho tal cual lo mismo que Maduro, estamos diciendo que dejó unas lógicas y ejemplos de cómo actuar, que en sus fundamentos no son muy distintas a lo que hizo Maduro: mantener el pago de la deuda externa, hacer recortes, enfrentarse a las demandas salariales. Por supuesto, la magnitud de los problemas que le estallan a Maduro son muchísimo mayores que los de 2009-2010, y la virulencia de la respuesta ha sido también de una magnitud diferente.
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¿Qué otros elementos decías que ya estaban presentes con Chávez?
Claro, hasta aquí vamos con aspectos de la crisis económica. Luego están cosas como el fuerte posicionamiento de los militares en el Estado, el Gobierno y en el control social. ¿Acaso alguien podría afirmar con honestidad que ese poder de los militares nació de la noche a la mañana con Maduro? Por supuesto que no. Cualquiera sabe que fue ya con Chávez que se avanzó ampliamente en ese sentido, empezando por el hecho obvio de que él mismo provenía de ese sector, manteniendo una estrecha vinculación orgánica con esa institución y convirtiéndola en uno de sus pilares centrales. Los militares en puestos claves de gobierno, administrando las empresas públicas, la renta petrolera, etc., es cosa promovida por Chávez.
Lo mismo con la naturalización de su rol en el control social. ¿No venía desde Chávez eso de que la Guardia Nacional, con sus fusiles, e incluso sus tanquetas, se apostaran en las calles del país o en las entradas de los barrios para “seguridad ciudadana”? Por supuesto, todos esos elementos pasan a profundizarse con Maduro, lo que es lógico, dado su casi nulo liderazgo ante las FFAA, en comparación con Chávez, y dado también que al gobernar desde el principio en medio de duras crisis, tanto la política como la económica, buscó apoyarse cada vez más en las FFAA, tanto ante las arremetidas de la derecha proimperialista como ante la rápida pérdida de apoyo popular. En esa dinámica, estas avanzanron acaparando cada vez más espacios de poder y ubicándose en los sectores claves de la economía, incluyendo las estructuras del Estado que generaban rentas.
Maduro depende más de las FFAA que Chávez
Exacto. Aunque bueno, ahorita, a estas alturas, ya es incluso un co-gobierno entre las FFAA y Maduro, un gobierno “cívico-militar”, como ellos mismos dicen a veces.
Pero yendo al punto del balance de Chávez y el chavismo, y lo del legado: Chávez siempre tuvo como uno de los sostenes fundamentales de su régimen político a las FFAA, pero también el amplio apoyo popular, expresado en constantes votaciones que eran como una suerte de plebiscitos –por eso llegamos a hablar de bonapartismo plebiscitario–, y en movilizaciones controladas desde el gobierno, salvo en el período 2002-2003, en que hubo grandes movilizaciones y acciones con más elementos de iniciativa propia, popular y obrera. Maduro, sin embargo, no solo que no tenía el liderazgo de Chávez en el sector militar, sino que al estallarle la crisis económica y responder a la misma con un brusco ajuste antipopular (pago de deuda, reducción de las importaciones, disminución real del salario, paralización de los contratos colectivos, etc.), pierde rápidamente base de apoyo, y para sostenerse, ya no puede hacerlo tanto combinando movilización controlada de las masas y apoyo militar, sino que se va recostando cada vez más en el aparato represivo del Estado.
Pero como vemos, eso de que los militares, las FFAA burguesas, para usar un término preciso, fueran un pilar del chavismo en el gobierno no nació con Maduro, por supuesto que no. Chávez se propuso una lavada de cara a ese mismo ejército burgués que masacró al pueblo en febrero del ’89, y lo logró en buena medida. ¿Acaso no desarrolló toda una política para reconciliar al pueblo con esas FFAA? Y lo planteó abiertamente.
Ojo, digo también esto porque estas discusiones se hacen entre gente de izquierda, entonces se supone que se tiene claro cuál es el carácter y el papel de las fuerzas represivas del Estado burgués. O sea, es elemental para cualquiera que se diga marxista, o de izquierda revolucionaria, que cualquier revolución verdadera debe destruir el Estado de los capitalistas y eso pasa por destruir su ejército. Pero con Chávez, al contrario, se buscó rescatar esa institución del estado de amplia desconfianza en que se encontraba ante el pueblo tras el Caracazo, y además se la convirtió en un pilar fundamental del nuevo régimen político y de la administración del Estado. ¡Y mira donde hemos llegado!
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Tiene que ver con la cuestión del bonapartismo, que mencionaste ahorita y que es una idea central del balance que se hace en los videos
Sí, allí avancemos con una aclaratoria importante. Tomamos la categoría de bonapartismo sui generis, de León Trotsky, que permite una comprensión a fondo, bastante precisa, de los rasgos de fenómenos similares al del chavismo. Bastante más precisa que términos como “populismo”, o incluso otras que se alejan bastante de comprender el fenómeno, como la de “socialreformista”, muy usada últimamente por sectores del PCV.
¿Por qué?
Ah, bueno, porque llamar “socialreformista” al proyecto de Chávez es querer encajarle características que incluso lo embellecen, que no captan su naturaleza de clase y sus componentes. Los compañeros lo usan en referencia a la degeneración reformista de las organizaciones y partidos obreros de la socialdemocracia clásica, de entre finales del XIX y la primera parte del siglo XX. Pero en modo alguno ese es el origen de clase del chavismo. ¿Eran acaso Chávez y los militares que lo acompañaban, o el MVR o el PSUV, un partido de la clase trabajadora devenido reformista? No, obviamente que no. Al contrario, el origen de Chávez y sus militares es de uno de los pilares fundamentales del Estado capitalista. No es menor la diferencia.
Podríamos agregar que mientras el objetivo de un “socialreformista” es conseguir del Estado y la burguesía algunas reformas favorables a los trabajadores, incluso en algunos casos mediante la lucha, el objetivo del bonapartismo es, desde el Estado, controlar y disciplinar las luchas. Por eso nos parece que esa manera de caracterizar al proyecto de Chávez puede ser, o bien producto de un arsenal teórico marxista muy limitado, o bien una manera de justificar el “apoyo crítico” a Chávez, y a veces ni tan crítico, sino simple seguidismo y subordinación. ¡Y hay los que incluso aún hoy llaman “socialreformista” a Maduro! Es delirante llamar así a un régimen burgués cívico-militar, cuasi-dictatorial, neoliberal, entreguista
Volvamos a lo del bonapartismo.
Sí, Trotsky parte de una categoría común en la tradición marxista, como la de bonapartismo, que tomando como referencia al régimen de Luis Bonaparte en el siglo XIX en Francia, refiere regímenes políticos en los que el Estado como “mediador aparente” en el conflicto entre las clases, “adquiere cierta independencia momentánea” y parece no obedecer a los intereses de ninguna clase en particular, se articula alrededor de un gobierno fuerte, que hace a un lado ciertos mecanismos de negociación y consenso, incluso a expensas de otros poderes del propio Estado burgués, para favorecer el poder discrecional de un líder, generalmente proveniente de los estamentos militares o apoyado en estos. En esos casos, la clase económicamente dominante pierde el control directo sobre el régimen político, aunque éste sigue sirviendo esos intereses de clase. A esta definición, Trotsky le incorpora el “sui generis”, para indicar la configuración particular que toma en países como los nuestros.
¿Qué es lo sui generis, lo particular? Que nuestros países, a diferencia de Francia, Alemania u otros casos a los que se aplicó el término en el XIX, no son naciones verdaderamente libres y soberanas, sino sometidas tanto económica como políticamente, a diversos mecanismos de dominación por los capitales imperialistas y sus gobiernos. Entonces la naturaleza del poder estatal aquí está determinada no solo por la presión de los conflictos de clase internos, sino también por la presencia decisiva del capital extranjero y sus potencias. Por tanto, cuando hay fenómenos bonapartistas, la “elevación” del Estado y del líder fuerte no es solo “por encima” de las clases nacionales, sino también ante los imperialismos. Entonces estos regímenes se ubican como “árbitros” entre los intereses en pugna de las distintas clases sociales al interior del país, y también entre los intereses nacionales y los de los capitales imperialistas.
Señala dos variantes que puede tener el fenómeno. Una es la de regímenes que gobiernen “convirtiéndose en instrumento del capital extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial”, por ejemplo los dictaduras militares de los 60’s y 70’s en América Latina, aquí la de Pérez Jiménez, etc. Otra, es que tengan roces y enfrentamientos con el imperialismo, maniobrando con el proletariado y el campesinado, haciéndole concesiones y apoyándose en su movilización, ganando así “la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros”. En esta segunda variante, expresada entonces por Lázaro Cárdenas en México, luego Perón, Velasco Alvarado en Perú, etc., entra buena parte de la naturaleza del régimen encabezado por Chávez.
Puedes ver: Capítulo 1. América Latina y los bonapartismos sui generis
Puedes ver: Capítulo 1. América Latina y los bonapartismos sui generis
Hay elementos de nacionalismo ante el imperialismo, ¿no es progresivo eso?
Claro, hay elementos de nacionalismo, de querer ponerle algunos límites a la expoliación imperialista, de avanzar en algunas aspiraciones nacionales. Pero ahí entra la importancia de la aclaratoria, que surgió con algunos intercambios: ese bonapartismo “ubicado a izquierda”, tiene también aspectos bastante problemáticos para la clase obrera y para quienes luchamos por la revolución social, aspectos que, si somos estrictos, son claramente reaccionarios, y son los que definen el carácter de este tipo de regímenes.
Me refiero a su naturaleza de clase y sus objetivos políticos: se trata de un nacionalismo burgués, porque su aspiración de “independencia” o “desarrollo nacional” está pensada manteniendo la estructura económica capitalista. No es un desarrollo sin capitalistas ni banqueros privados, sino manteniendo la existencia y supremacía social de esa clase, una clase social que es la dominante al interior del país, pero que a su vez está subordinada y sometida al poder de los grandes capitales imperialistas, y eventualmente busca aflojarse esas cadenas.
Entonces, esa es la naturaleza de clase de estos proyectos, no son proyectos políticos proletarios, de la clase trabajadora, como mucho son de “colaboración de clases”, que proponen la convivencia entre explotados y explotadores, en función del objetivo del “desarrollo de la patria”. Y su objetivo no es hacer una revolución social sino, al contrario, evitarla, y controlar las luchas de los de abajo, de los explotados, subordinarlas a lo que establezca el Estado, el líder bonapartista.
Bueno, “nacionalismo burgués” y “evitar una revolución”. Chávez despotricaba bastante contra “la burguesía parasitaria”, y también decía que estaba haciendo una revolución, de hecho, todo el ideario de su proyecto está alrededor de esa idea, de una revolución. Así que no es tan sencillo afirmar que era un proyecto burgués y que su objetivo era evitar una revolución.
Sí, por supuesto, no es tarea sencilla, tanto por la propaganda gubernamental, como también por la de la derecha: el gobierno decía que estaba haciendo una revolución anticapitalista y la derecha también, así que digamos que el 99% de quienes acaparan el discurso político de masas, le daban “veracidad” a la idea de que vivíamos una “revolución”. Pero bueno, la realidad no se puede definir solo por el discurso, siempre interesado, de sus actores.
Hay muchas maneras de desmentir todo eso. Una evidente y clara es que Venezuela en década y media de Chávez en el poder nunca dejó de ser un país capitalista, ni en lo más mínimo, y jamás hubo ni lo más remotamente parecido a un gobierno propio de los trabajadores. Pero también hay de parte del propio Chávez lo que podrían llamarse confesiones claras, descaradas incluso, contundentes. Nosotros las tomamos en la serie para mostrar de sus propias palabras sus propósitos, y contrapesar a tantos compañeros de la izquierda que para hacerse el líder a imagen y semejanza, o para justificar su apoyo (aún hoy) al proyecto de Chávez, se quedan con las frases más altisonantes o más “radicales”. Y ojo, no se trata de frases solamente, los compañeros debieran hacer algo elemental: contrastar las frases con la realidad, con el curso real de los hechos.
Pero bueno, ya que las palabras también juegan un papel importante, veamos de nuevo lo que citamos en los videos. ¿Qué dijo Chávez en su primer discurso ante el Congreso al asumir en 1999?
“No queremos más rebeliones… yo tengo la certeza de que nosotros le vamos a dar cauce pacífico, que nosotros le vamos a dar cauce democrático a esa revolución que anda desatada por todas partes.… Ese pueblo necesita cauce… Asumamos con coraje y con valentía la tarea de darle cauce a la revolución venezolana de este tiempo o la revolución nos pasa por encima, tenemos dos alternativas, son dos opciones que tenemos: o le damos cauce a esa fuerza o esa fuerza nos pasa por encima”. Eso está a disposición de cualquiera que lo quiera consultar, en video o por escrito.
Más adelante, en 2004, ¡en 2004!, después de toda la brutal arremetida golpista de la burguesía proimperialista, derrotada una y otra vez gracias a la firme voluntad de lucha de los trabajadores y sectores populares. En una serie de encuentros con cientos de empresarios que hizo en varias ciudades, ¿qué les decía Chávez sobre las misiones, los aumentos de salarios, etc.?
“Cuando nosotros estamos haciendo ese gigantesco esfuerzo para bajar las presiones sociales… estamos contribuyendo a un clima de estabilidad en el país… hasta que logremos desactivar la bomba social… El peligro de que en Venezuela, producto de la miseria, la pobreza y la desigualdad… ocurran hechos… como los que ya ocurrieron en 1989… Cuando hacemos eso estamos también salvaguardando los intereses del sector privado nacional, no solo de los que reciben educación, no solo de los que reciben atención médica a tiempo; no, también, repito, del sector privado nacional”.
¿Qué tal? ¡La tenía clarita! Por cierto, planteamientos similares pueden encontrarse también en discursos de Cárdenas y Perón hacia las clases dominantes. ¿Y qué decía Chávez de nuevo, en 2009, diez años después de su primer discurso y ya consolidado en el poder?
“Si no fuera por este proceso de revolución democrática y pacífica no sé qué estaría pasando en Venezuela, no sé cuántos Caracazos tendríamos (...) No estarían los burgueses viviendo plácidamente como ahora”.
¡Hay una continuidad en el propósito! Y lo decía abiertamente.
Eso es claramente reaccionario…
¡Totalmente! Por eso es tan importante discutir el balance y la superación del chavismo, por izquierda, obviamente. Cualquier cantidad de compañeros, incluso venidos de organizaciones que se reivindican (o se reivindicaban) trotskistas, interpretan unilateralmente solo aquellos aspectos “progresivos” de estos regímenes, sin tomar en cuenta su carácter de clase y sus objetivos reaccionarios, que estamos pagando hoy. Así de claro, eso es lo que estamos pagando hoy, porque esos regímenes llevan al pueblo a un callejón sin salida.
No voy a repetir aquí todas las citas y situaciones que ponemos de ejemplo en los videos, en cualquier caso están allí para quien quiera ver la realidad de frente, más allá del mito. Pero lo cierto es que, en ese rol que se proponía conscientemente, Chávez al mismo tiempo que hablaba del “poder de la clase obrera” y la ensalzaba, era profundamente intolerante con las luchas duras y serias que los trabajadores daban por sus propios métodos de lucha y que, en algunas ocasiones, las llevaron a enfrentar al gobierno. Chávez las cuestionaba, las descalificaba, amenazó más de una vez con militarizar el Metro de Caracas y las empresas básicas si los trabajadores hacían huelga, y giró instrucciones públicas a la entonces DIM, la Dirección de Inteligencia Militar, para que actuara contra los sindicalistas. Bajo su gobierno se reprimió duramente luchas de trabajadores de Sidor, de Ferrominera, Sanitarios Maracay, Petrocasa, a petroleros, automotrices de la Mitsubishi, Fundimeca, etc.
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Es una cosa demasiado seria y demasiado importante que ningún militante de izquierda, que realmente se considere de la causa del proletariado, puede considerar algo menor, y es el hecho de que aquellas luchas duras en las que la clase obrera intentó por sus propios métodos ponerse en pie e ir más allá de lo que quería el gobierno de Chávez, ese gobierno las reprimió y las desarticuló, las derrotó, incluso con muertos obreros de por medio, como en la Mitsubishi. Eso es elementalmente reaccionario.
Allí hay acciones, maneras de proceder, que se emparentan con lo que Maduro ha aplicado…
Exacto. Entonces, ¿que Maduro “traicionó” o “rompió” con el legado de Chávez porque reprime a la clase obrera? No es así, de ninguna manera. Por supuesto, la represión a los trabajadores, cuando Chávez, no fue de ninguna manera extendida y generalizada como ahora, ¡pero obvio, las circunstancias económicas eran totalmente diferentes, además del apoyo popular, pero allí cuando las hubo luchas duras no dudó en golpear para disciplinar a los trabajadores! Pero hay compañeros de la izquierda chavista que parecen haber descubierto la represión hoy, que como que creen que es recién hoy con Maduro que desde el gobierno se reprimen las luchas obreras, y no, no es así.
Y pasa también con las leyes que criminalizan las acciones de lucha obrera, campesina y popular, que compañeros del chavismo anti-Maduro hablan como si recién con Maduro es que hay leyes de ese tipo. No señor, hay todo un entramado reaccionario de leyes para criminalizar las luchas, que se armó precisamente en tiempos de Chávez, y no era solo que se hacían esas leyes sino que también se aplicaban. Ya desde ese entonces había en el país decenas de campesinos y trabajadores criminalizados por luchar.
Hay compañeros que quizá honestamente no supieran que eso era así, quizás porque envueltos en su militancia dentro del chavismo no tenían siquiera contacto con la realidad de estas luchas obreras y campesinas. Es posible que haya compañeros así. Pero bueno, en esos casos con más razón deben sacar muy bien sus conclusiones, del grave problema que implicaba estar tan imbuidos en la dinámica de apoyo a un gobierno que se comportaba de tal manera con esas luchas.
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Y eso es parte del legado…
¡Claro! Eso. Repito de nuevo, no se trata de si “Chávez no hacía lo mismo que Maduro”, esa es una afirmación que no tiene mayor valor como argumento para afirmar, por ejemplo, que lo que la izquierda debe hacer hoy es “volver al chavismo de Chávez”, como señalan algunos. Porque son circunstancias diferentes y porque además no hay manera objetiva de “demostrar” si realmente no hubiese actuado así. De lo que se trata es de que su escuela que dejó de cómo responder a las luchas obreras que incomodaban al gobierno, su legado de respuestas y de leyes, incluye claramente respuestas descalificadoras, represivas –incluyendo amenazas de militarizar lugares de trabajo– y leyes criminalizadoras.
Entonces la pregunta sería, ¿volver a eso?, ¿volver a lo que fue preparando las condiciones para cuando las circunstancias económicas cambiaron y ya el Estado, no teniendo para “distribuir”, se encontró en mejores condiciones para usar la faz de mano dura y represión?
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En la edición de Ideas de Izquierda VE de la próxima semana, publicaremos la segunda y última parte de esta entrevista, donde se continúan abordando aspectos relacionados con la relación de Chávez con la burguesía venezolana, las estrategias que tuvo la izquierda en el chavismo y sus resultados, así como las propuestas para abrir paso a posibles reagrupamientos de la izquierda revolucionaria en el país.
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