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Red Internacional
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Columnista Invitado. Erdoğan declara el estado de emergencia

Luego del intento fallido de golpe de estado de la semana pasada, el presidente turco declara el estado de emergencia por tres meses, que constituirá un verdadero golpe contra las libertades de los trabajadores y del pueblo

Jueves 21 de julio de 2016

La noche del 20 de julio, Erdoğan anunció el estado de emergencia, que le permitirá presidir el gobierno y dictar decretos con celeridad. Se puede decir que Erdoğan estableció el sistema presidencial de facto. Los gobernadores podrán prohibir libremente todas las manifestaciones y reuniones, cerrar asociaciones, proscribir publicaciones, suspender la libertad de transporte y declarar el toque de queda. La policía podrá detener a manifestantes por hasta ocho días y cachear a cualquiera, a voluntad. Simultáneamente, Erdoğan instó a sus seguidores a que permanezcan en las calles.

Erdoğan señaló el intento fallido de golpe del 15 de julio como pretexto de esta decisión, e indicó que Francia también ha estado viviendo en estado de emergencia hace bastante tiempo. Paradójicamente, por tanto, Erdoğan está introduciendo un régimen sumamente represivo, supuestamente para contrarrestar un golpe militar, sobre la base de leyes sancionadas por el régimen militar de 1980. Las restricciones serán sin duda un gran golpe contra los trabajadores, las mujeres y la juventud.

Purgas en todo el Estado

El golpe militar fallido de la semana pasada ha dado al gobierno de AKP la oportunidad perfecta para iniciar una purga en todo el aparato del Estado: Al 20 de julio, un total de 50 mil funcionarios y empleados del estado han sido suspendidos. Siete mil soldados; entre ellos, uno de cada tres generales, y mil jueces y fiscales han sido detenidos. Ocho mil policías y 21 mil empleados del Ministerio de Educación, principalmente maestros, han sido suspendidos. De más está decir que no existen fundamentos legales para la mayoría de estas medidas.

Otra noticia reciente impactante es que el Ministerio de Religión, que ha funcionado como unidad de propaganda, instando a los musulmanes a librar una jihad contra el golpe, ha declarado que los imanes no ofrecerán servicios funerarios a los conspiradores muertos durante el intento de golpe.

De esta manera, se puede decir que Erdoğan ha logrado poner bajo su control los últimos márgenes del aparato del Estado que solían oponerse a él. El ejército parece estar firmemente bajo su control y ha emitido un comunicado en el que casi copia la retórica de Erdoğan y describe la secta Gülen como organización terrorista por primera vez.

Y ahora, un vestigio del golpe de 1980, el Consejo de Seguridad Nacional compuesto de funcionarios militares y civiles, ha decidido dictar el estado de emergencia durante tres meses. El estado de emergencia le permitirá a Erdoğan continuar la purga dentro del Estado; sin embargo, también lo facultará a atacar ferozmente lo que queda de los derechos de los trabajadores y del pueblo. Muchos comentaristas han preguntado “¿Puede empeorar la situación?”, indicando, por ejemplo, que en 2016, mil trabajadores murieron en accidentes laborales a lo largo de Turquía, donde la mayoría de los trabajadores trabaja duro bajo condiciones muy precarias.

Represión en toda la sociedad

En primer lugar, el estado de emergencia hará virtualmente imposible que los sindicatos organicen huelgas, y las huelgas por fuera de los sindicatos se reprimirán con aun más dureza. Las manifestaciones no legales, sino de hecho, de los trabajadores, tales como las que vimos en la industria automotriz y metalúrgica en mayo de 2015, serán mucho más difíciles de organizar. Incluso manifestaciones simples, o las llamadas “declaraciones de prensa” en la calle, se convertirán en un gran desafío. En segundo lugar, el gobierno probablemente tome medidas para reducir las indemnizaciones por despido de los trabajadores, como ha estado dispuesto a hacer por mucho tiempo. Los partidos en el parlamento y en los sindicatos lucharán por oponerse a ello.

Considerando la explotación extensiva de refugiados sirios en Turquía, y una ley reciente que legaliza las agencias de empleo temporal, todos los trabajadores sentirán la presión sobre sus sueldos ya exiguos.

De más está decir que numerosos activistas correrán el riego de ser encarcelados durante el estado de emergencia; los residentes que luchan contra el desarrollo urbano descontrolado, los aldeanos que protestan contra las centrales eléctricas o las mujeres que se manifiestan contra los femicidios sufrirán una represión mayor.

Traducción: Marisela Trevin