La madrugada del domingo amanecía con el coche del secretario general de la CGT de Catalunya calcinado. Entrevistamos a Ermengol Gassiot para que nos cuente su visión sobre este ataque antiobrero.

Arsen Sabaté Barcelona | @ArsenSabate
Martes 20 de septiembre de 2016
Foto: Twitter eldiario.es
En la madrugada del domingo al lunes aparecía quemado el vehículo particular de Ermengol Gassiot, secretario general de la CGT en Catalunya. Lejos de ser un hecho fortuito, el ataque tiene todas las características de un atentado hacia los derechos fundamentales de libertad sindical y se enmarca en una campaña persecutoria contra cientos de trabajadores, activistas y jóvenes que luchan por defender los derechos y las libertades democráticas.
Ermengol Gassiot está actualmente procesado junto a otros 25 estudiantes y un trabajador de PAS -Personal de Administración y Servicios- de la UAB por llevar a cabo diferentes movilizaciones entre los años 2012 y 2013 contra los ataques a la Universidad Pública y que acabaron con los encierros y la ocupación del rectorado.
¿Qué pasó exactamente la noche del domingo?
Por lo que nos han informado, sobre la 01:39 horas de la madrugada, una persona llamó a los bomberos para notificarle que había un coche ardiendo en la calle. Los indicios que nos dicen del fuego es que se originó en el interior del vehículo y se propagó únicamente en el coche. Y sobre una posible autoría, no tenemos indicios porque tampoco habíamos recibido ninguna amenaza remarcable.
Estos hechos ocurren pocos días después de la protesta contra el proceso de inculpación de los 27. ¿Crees que tiene alguna relación?
Con el caso de los 27 inculpados creemos que no, que sería raro que la tuviera. Con el hecho de que nuestro sindicato tenga la capacidad de organizar y promover de forma casi espontánea y sorpresiva una manifestación importante en el centro de Barcelona, pues quizá sí. ¿En qué sentido? Pues, a nadie escapa que ahora mismo la CGT está presente en un montón de conflictos laborales y sociales, con una actitud que al menos a nosotros nos hace pensar que es combativa, de sindicalismo honesto y en un contexto en el que hay poca movilización esto hace que la visibilidad de algunos sindicatos sea bastante mayor.
En este sentido, que pueda tener relación con el hecho de que yo sea una de las caras visibles del sindicato, conocido por mi militancia en la CGT, y que intenten con esto amedrentar a la CGT, pues seguramente sí.
¿Crees que el ataque sufrido puede ser un aviso para navegantes, es decir, con el objetivo de meter miedo a los que luchan por los derechos y las libertades de los trabajadores y los sectores populares?
Seguramente, en la historia del movimiento obrero, hemos visto muchas veces como se han ido produciendo ataques hacia la gente que lucha por los derechos de la clase trabajadora y en los movimientos sociales también lo hemos visto. En los últimos tiempos más. Hoy una compañera me decía que hace unos años le rajaron las cuatro ruedas del coche.
También conocemos que, en la zona del Vallés, por ejemplo, son conocidas las palizas que dan los grupos de extrema derecha hacia militantes de la izquierda y los movimientos sociales alternativos, eso es un hecho.
Por otro lado, sería muy grave pensar que alguna administración del Estado pueda estar vinculada a estos hechos. Nosotros en ningún momento nos hemos atrevido a denunciar una cosa que realmente sería extremadamente grave. Pero también hay algunos interrogantes. Por ejemplo, si el ataque al coche fue intencionado porque era de mi propiedad, ¿Cómo accedieron a la matrícula? ¿Cómo relacionar la matrícula con mi nombre? Y segundo, si el vehículo estaba aparcado en la calle adyacente de mi domicilio, ¿Quién puede acceder a datos de mi domicilio? Eso son preguntas que con el tiempo ya iremos resolviendo.
¿Puedes explicarnos como ha sido el proceso inculpatorio de los 27?
El proceso inculpatorio nace a través de una denuncia de la Universidad Autónoma de Barcelona por una serie de movilizaciones que se dan durante el curso estudiantil 2012-2013 y que culminan con una ocupación del rectorado en abril-mayo de 2013.
¿Qué se solicitaba en esa ocupación? Pues algo muy básico; medidas de transparencia económica, que no se llevaran a cabo una serie de despidos y recortes hacia el profesorado más precario y que se revertiera el incremento de las tasas académicas que ese curso habían sido del 100%.
Al cabo de poco tiempo de acabar la ocupación fueron llegando algunas citaciones en un proceso en el que la universidad relata ante el juez un complot entre la Coordinadora de la Asamblea de Facultades y del Sindicat d’Estudiants dels Paisos Catalans, así como también militantes de la CUP y la CGT. Sobre esa base, el fiscal nos pide a los 27 entre 11 y 14 años de prisión, una sanción económica de 388.000 euros y cinco años de alejamiento de la universidad.
¿Cómo enmarcas todo el proceso de persecución?
A nadie escapa que en la situación política del conjunto del Estado y también en Catalunya se está dando una apertura hacia una serie de sectores de la izquierda política que apuestan por las vías institucionales. Sin embargo, se están promoviendo medidas represivas y restrictivas hacia aquellos espacios de militancia que optamos por mantener un proceso de lucha en la calle, como es el caso de la lucha social, estudiantil y sindical. Es como la estrategia del palo y la zanahoria y a nosotros nos toca recibir el palo.
¿En qué punto se encuentra hoy el proceso?
Actualmente se encuentra a la espera de las acusaciones particulares y de los escritos de defensa para tramitar todo al juzgado de lo penal, el cual debe dictar fecha para la vista oral.
Para acabar ¿Qué mensaje mandarías a tantos luchadores que vienen sufriendo esta persecución generalizada?
La mejor herramienta para luchar contra la represión es fortalecer las luchas y evitar caer en el discurso del miedo. Ante cualquier hecho represivo, y yo lo estoy viendo personalmente con la quema de mi coche, hay miles de muestras de solidaridad.
El apoyo mutuo es una herramienta que funciona y nos ayuda a tirar adelante. Para acabar con la persecución y la criminalización hay que seguir militando en los espacios sociales de lucha.