Maduro fue cuestionado fuertemente cuando un trabajador lo increpó públicamente por la baja de peso de los venezolanos que sufren la crisis económica imperante.
Sábado 17 de septiembre de 2016
El pasado domingo 11 de septiembre, en el Teatro Bolívar de la ciudad de Caracas, el Presidente Nicolás Maduro presentó la revista oficialista “Todo el poder para los Clap”, como una herramienta comunicacional estatal en la que informarán los avances y las noticias referentes a los llamados Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), tal como lo reseñaba el camarada Omar Vazquez en un escrito anterior.
No obstante, parece oportuno ahondar un poco en el asunto para dejar claro algunos elementos que puedan ser de interés a la clase obrera del país, para tener una mayor comprensión de la situación.
Y es que como sabemos los trabajadores venezolanos, hemos sido constantemente víctima de un hostigamiento laboral que incide desde los tiempos en que la derecha ostentaba el mandato en el país. Hostigamiento que ha sido retomado, afianzado y amplificado con el propósito de dominar y mantener a raya la clase obrera por parte de los dirigentes del chavismo que hoy se encuentran en el poder.
La misma reside en el hecho de obligar a los trabajadores tanto de empresas del Estado, en los ministerios como entre los educadores, y todo aquel que tenga un cargo laboral que guarde mínima relación con el gobierno, a asistir a los eventos de peso político con la intención de hacer “bulto” y demostrar una cara robusta en actos de envergadura política que no existe.
Más allá del carácter obligatorio, se corre el riesgo de ser destituido de cualquier cargo laboral aquel que ose desafiar la maquinaria movilizadora intentando demostrar su desacuerdo con el simple hecho de inasistencia.
¿Y qué tiene que ver la cola con la pestaña? -se preguntará el interlocutor-. Pues, en el hecho de que se puedan sentir aludidos con esta reseña cualquier obrero adverso a la política oficialista que haya estado presente en dicho acto realizado por el presidente Maduro como requisito para mantener su estado laboral. Y además de esto, haya gritado ese mismo día el unisonante “¡LADIETA DE MADURO!” como un padeciente más de la situación que nos azota a los trabajadores.
“¡La dieta de Maduro!” un grito que tiene dolientes
No se equivoquen, al intentar connotar la reacción de ese día en el acto del Teatro Bolívar, ese fue un grito de trabajadores que padecen la situación que tanto hemos venido hablando y que además son afirmaciones que tienen consistencia con las relaciones materiales del día a día.
Es decir, que tiene relación con la realidad contextual del momento, lo que le otorga un peso inexpugnable que no se puede eludir de manera ligera como un último intento desesperado por desacreditar tanto la situación como el acto mismo, sino, una cruda realidad que se vive.
Que Maduro haya reducido dicho accionar a una desagradable burla y un chiste de mal gusto para los trabajadores, deja entre ver, aquello de que quienes gozan el privilegio de poder dinamitar los bienes del Estado para su provecho personal, acosta de ocasionar sufrimiento y miseria en la clase desposeída.
La necesidad de la organización propia de los trabajadores
Es de suma importancia que la clase trabajadora, sea capaz de detectar a estos embaucadores y verdaderos enemigos de clase que se hacen de la vista gorda con su situación. Por eso, nunca cesaremos de luchar por la independencia política de los trabajadores y por su propia organización para que decidan sus propios destinos que es tan necesaria como el oxígeno al fuego, para avanzar hacia un gobierno de los trabajadores y lograr el Estado netamente obrero que con tanta añoranza deseamos.
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