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Red Internacional
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Actualidad. Escandaloso: el aguinaldo de un diputado equivale al de 126 obreros con salario mínimo

Un nuevo agravio contra la clase trabajadora y los sectores populares: cada diputado federal se lleva 462 veces el aguinaldo de un salario mínimo este diciembre por legislar en beneficio de los empresarios.

Martes 6 de diciembre de 2016

Todo este año el salario mínimo se mantuvo en 2,220 pesos al mes –lo que equivale a 26,640 al año–. Gasolinazos, depreciación de la moneda nacional y la consecuente alza de los precios de la canasta básica mermaron el ya pobre consumo de los más de 8 millones de trabajadoras y trabajadores que perciben este ingreso.

Esto contrasta brutalmente con los 508,155 pesos que obtendrán en diciembre cada uno de los diputados federales. Un trabajador de a pie con salario mínimo debería trabajar 19.07 años y no tocar un centavo de su sueldo para llegar a tener esa cifra.

A su vez, si al salario mínimo se le suma el aguinaldo –que equivale a 15 días de trabajo, 1,110 pesos, el ingreso anual de un trabajador llega a sólo 27,750 pesos–. Para conseguir la fortuna que recibirá cada diputado federal, debería entonces laborar 18.3 años. Si en ese lapso, alguien más lo mantuviera o si viviera del aire, sin gastar ni una sola moneda.

Por su parte, los diputados federales en este fin de año reciben su salario mensual de 148,375 pesos; un aguinaldo de 140,000 pesos; un bono extra de regalo de 150,000; una partida de 67,000 pesos para dar aguinaldo a sus colaboradores y, por si fuera poco, 2,780 pesos en vales de despensa, lo que en total suma los 508,155 mencionados arriba.

En cambio, un trabajador con salario mínimo apenas juntará 3 mil 330, entre sueldo y aguinaldo, este fin de año.

La diferencia entre quienes legislan al servicio del poder y la clase trabajadora es cada vez más abismal: 66.83 veces, pues la dieta mensual de un legislador asciende a 148,375 pesos, contra 2,200 pesos del salario mínimo.

Privilegios sin límites para legisladores

Las condiciones laborales de unos y otros están opuestas por el vértice: un diputado federal sólo acude los martes y los jueves de 11:00 a 15:00 hrs., trabaja cuatro horas sólo esos dos días, lo que representa solamente ocho horas semanales, 32 en un mes y por año, 384. Su “jornada laboral” sólo se prolonga en casos de reformas complejas y en decretos anuales, como el del Presupuesto y la Ley de Ingresos.

Y claro que los legisladores se transportan en automóviles y helicópteros: están muy lejos de sufrir la penuria de viajar en el transporte público en hora pico, como se ve obligado a hacerlo el pueblo trabajador.

Los diputados federales tienen además una tolerancia de hasta diez días por ausentarse de la cámara. Y con una simple llamada telefónica justifican su ausentismo recurrente y evitan descuentos en sus abultadas dietas.

Incluso se han hecho públicos casos de diputados que duermen en su curul, que se dedican a navegar en sus redes sociales o interminables llamadas telefónicas.

En cambio, un trabajador de a pie, si no va al trabajo se le descuenta el día, y al tercer día es despedido. Si llega tarde se lo sanciona y también puede implicar descuentos de salarios.

Y si se revisa el caso de las maestras y los maestros, es indignante: a éstos se les cuenta como horario laboral sólo el que permanecen en el centro educativo. Pero la infinidad de trámites que los obligan a hacer, más las planeaciones, más las evaluaciones, más los cursos de actualización y formación, más el tiempo que deben dedicar a la preparación de las clases diarias, más las horas que les llevan la revisión y calificación de trabajos y exámenes de sus alumnos, es una jornada laboral interminable. Eso es parte de la aplicación de la reforma educativa que enfrentaron en las calles los profesores por más de cuatro meses.

Los legisladores cuentan con innumerables privilegios por votar leyes contra las mayorías, como cuando fue el caso de las reformas estructurales, o cuando votaron ahora el recorte presupuestal que implica el avance en el desmantelamiento de Pemex y otros sectores de infraestructura para entregarlos a las trasnacionales, de capitales mexicanos o extranjeros.

Por eso, contra sus privilegios y prebendas, es clave luchar por que todos los funcionarios ganen como una maestra. Esa fue una de las propuestas que planteamos con Sulem Estrada -maestra de secundaria y reconocida activista contra la reforma educativa-, cuando participamos en la elección a la Constituyente de la Ciudad de México por la Plataforma Anticapitalista, impulsada por el Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS).