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Red Internacional
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CRONICA DE HOSPITAL. "Esenciales" son mis hijos

Un relato en primera persona, de la cotidiana realidad que se vive en los hospitales del Conurbano. Una historia que engloba las mil historias.

Sábado 26 de septiembre de 2020 16:14

En medio de una pandemia que dejo al desnudo la crisis sanitaria y social que viven millones de personas, los trabajadores del Hospital Posadas siguen brindando atención en la primera línea. La cruda realidad, se manifiesta en cada servicio. Una voz, todas las voces.

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Golpean la puerta del servicio social, aparece la cara de Priscila. "Me la internaron a la Cele otra vez" me dice, con los ojos llorosos. Nos miramos largamente sabiendo que de vuelta volvemos a una carrera del tiempo contra todas las instituciones del Estado, esas que muchas veces causan más obstáculos que respuestas.

Y Priscila lo sabe muy bien, cuando amanece y deja a sus otros dos hijitos con algún vecino solidario o familiar, porque ellos son sus "esenciales" cuando a Cele la internan, quienes la bancaron ya con 17 internaciones previas.

En la última, la "patrona" de la casa que limpia la echó por tener que quedarse con Cele, "cómo estoy en negro a nadie le importa si tengo certificado, estoy cuidando a
mi hija, qué más necesitan que les pruebe?" dice llena de bronca.

Antes de venir para el hospital, emprende el largo y denso recorrido por las instituciones: 1 hora para buscar en el municipio la leche, 1 hora para buscar en la salita de salud los pañales, 2 horas de viaje y 3 transportes para llegar al hospital.

Para la medicación, llenar papeles que deberán pasar por tres instancias: municipal, provincial y, si no hay respuesta de estas entidades - lo más frecuente al tratarse de medicación de alto costo- ir a Desarrollo de Nación, para que le digan que quizá -solo quizá, si autorizan la compra- en un par de meses estaría saliendo el trámite.

Mientras tanto Priscila y Cele esperan en el hospital, la maldita costumbre de tener que esperar por imposición de un Estado. Un Estado que en vez de velar por quienes más lo necesitan, gira toda su atención a quienes le sobra el dinero, la atención privada de salud, una(s) vivienda(s) lujosísimas (y en diferentes partes del mundo), dueños de empresas, colección de autos, etc.

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"Que vengan a vivir ellos un día como nosotros, a ver si se dan cuenta lo que es esto" dicen las familias de Guernica que luchan firmes por tener un pedacito de tierra donde vivir.

Quizá ya no haya que esperar, quizá sea la hora de que Priscila, Cele y todas las familias precarias, esas grandes mayorías, empiecen a cuestionar la irracionalidad del capitalismo y darlo vuelta todo de raíz.