Las nuevas apps ofrecen cuidadoras para el abuelo, canguros o limpiadoras, todo a golpe de un click y con salarios de miseria.
Martes 11 de junio de 2019
En esta nueva era digital del siglo XXI, las tecnologías avanzan hasta el punto donde ya casi todo está online. A toque de iphone, todo se convierte en inmediatez, tanto si necesito un coche de Uber que me traslade de un lado a otro de la ciudad, como para pedir comida a domicilio a un Rider de Glovo o Deliveroo.
Ahora las Apps también han llegado al sector de los cuidados y trabajos domésticos. Me descargo una aplicación y tengo el problema resuelto. ¿Quién va a acompañar a mamá al médico? Con un click lo resuelves. Si, así de fácil parece todo en esta nueva era de la uberización del trabajo, impensable hace 15 años.
El llamado “capitalismo colaborativo” promete soluciones rápidas para todos, pero oculta cómo se esclaviza a la clase trabajadora, generando falsas expectativas como que el trabajador elige el volumen de trabajo y el horario. El engaño consiste en que el trabajador se paga todos los gastos, como la cuota de autónomos y además debe declarar y pagar impuestos como si fuera una empresa sin serlo, porque las ganancias se las llevan las plataformas. Lo que hacen estas, en realidad, es pagar un miserable salario por horas sin hacerse cargo de nada más. La pregunta es quién maneja estas tecnologías, quiénes están detrás de estas plataformas. Y la respuesta es que son las grandes empresas multinacionales, grandes bancos con ganancias multimillonarias al año.
El trabajo de cuidados y empleo doméstico es un sector altamente feminizado, donde la mayoría de las trabajadoras son migrantes, que llegan a España huyendo de la miseria de sus países. Muchas mujeres migrantes son contratadas en régimen de internas; las trabajadoras acceden a este tipo de contratación para tener un lugar donde vivir, trabajando hasta la extenuación, con jornadas interminables, cuidando de niños, ancianos, limpiando y cocinando para la familia. Pero, además, al estar muchas trabajadoras sin papeles, los derechos como trabajadoras dependen sólo de la voluntad de los empleadores. Este es un sector altamente precarizado, que no tiene ni convenio propio, y por ello no cobramos el subsidio por desempleo, ni las vacaciones y mucho menos las bajas por enfermedad.
Ahora las Apps se aprovechan de este nicho de servidumbre moderna, para ofrecer condiciones laborales aun más precarias, si esto fuera posible. Bajo el capitalismo, está claro que este tipo de plataformas solo sirven para las multinacionales que explotan a la clase trabajadora.
Si de lo que se trata es de ofrecer realmente un servicio a la comunidad, estas plataformas deberían ser parte de la red de servicios públicos, que pagara a las trabajadoras del hogar y cuidadoras un salario que les permitiera vivir, con jornadas de un máximo de 8 horas, vacaciones y seguro por enfermedad. Pero eso solo será posible si las trabajadoras, trabajadores y la juventud nos unimos para enfrentar estas nuevas formas de esclavitud del siglo XXI, luchando juntos por otro tipo de sociedad.