Según la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales, hay 29 millones de toneladas por comercializar de la reciente cosecha que no están siendo liquidados. Mientras presionan por una devaluación, los agroexportadores almacenan la producción en silobolsas y aprovechan la crisis para exigir “una baja de retenciones por un tiempo determinado”. Mientras 17 millones de personas son pobres en el país, las patronales del campo juegan con la crisis para obtener mayores ganancias.
Miércoles 20 de julio de 2022 15:35
El problema de la escasez de dólares en la última semana se volvió más grave y evidente que nunca. El precio del dólar “blue” cruzó la barrera de los $300 y se sigue abriendo paso, en sintonía con el lobby pro devaluación de muchas grandes patronales. En ese contexto, el premio a los especuladores de oro se lo llevan indiscutidamente los agroexportadores.
Frente al problema de reservas que tiene hoy el Banco Central, las patronales agropecuarias saben que tienen el ancho de espadas bajo la manga y afilan los colmillos para sacar la mayor tajada que puedan en medio de una crisis que se agrava día a día. El presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), Gustavo Idígoras, reconoció públicamente que hay 29 millones de toneladas que aún no fueron vendidas de la cosecha de soja. 29 millones de toneladas que están guardados en silobolsas en los grandes campos, mientras las grandes patronales del agro presionan por una devaluación y por quita de retenciones.
En este panorama, el Gobierno mira con preocupación y una enorme pasividad como las ventas de soja han caído, y por esa vía se debilita la recaudación que tenía prevista. Una situación que complica su objetivo de acumular reservas, que es parte del acuerdo con el FMI.
Por su parte, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) emitió un comunicado en el que rechazan las acusaciones por especuladores y se excusan en que “ante la creciente incertidumbre” la manera que tienen de ahorrar es “escalonar la venta de granos”. Un eufemismo que apunta a lo mismo: pretenden no liquidar la cosecha si el Gobierno no les mejora las condiciones de exportación.
¿Cuál es el reclamo que vienen haciendo? En principio, pretenden una rebaja de al menos 10 puntos de retenciones a las exportaciones de soja por un tiempo determinado. “Puede tener algún sacrificio fiscal si la urgencia del Gobierno está vinculada con el ingreso de divisas”, declaró Idígoras, quien dejó en claro que cualquier incentivo fiscal debe estar “por encima de las expectativas devaluatorias”.
La especulación de las patronales del campo es más obvia aún cuando reclaman incentivos poniendo como excusa que, además, el precio internacional de la soja “ha caído a valores similares a los previos a la invasión de Rusia a Ucrania”. Un argumento que no tiene sentido, teniendo en cuenta que la “renta extraordinaria” por la que pusieron el grito en el cielo nunca pasó de declaraciones por parte del Gobierno.
Detrás de eslogans y frases hechas como que “el campo somos todos” y que se debe fomentar su actividad porque es el sector más dinámico de la economía nacional, la actitud de los agroexportadores es siempre la misma: presionar todo lo posible para aumentar sus ganancias, mientras la inmensa mayoría de la población se la rebusca para llegar a fin de mes.
En un contexto social que tiene a más de 17 millones de personas bajo la línea de pobreza, cualquier incentivo fiscal por parte del Gobierno a las patronales agropecuarias no sería más que una nueva confirmación (otra más) de cuáles son los intereses que se priorizan desde el oficialismo.
El contraste es todavía más grande si se tiene en cuenta las enormes movilizaciones de desocupados de las últimas semanas, y la respuesta persecutoria y criminalizadora que ha habido por parte de los distintos Gobiernos, tanto nacional como los gobiernos provinciales como el que encabeza Gerardo Morales en Jujuy.
Multitudinaria marcha en Jujuy contra el espionaje de Morales a organizaciones sociales y políticas
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Está visto que frente a la crisis cada vez más profunda, las grandes patronales actúan de manera coordinada y consciente de sus propios intereses, frente a un Gobierno débil que ha demostrado en más de una oportunidad ceder ante el reclamo de los grandes capitales. Es por eso que es indispensable fortalecer la organización y la coordinación de todos los sectores en lucha, redoblando la unidad y la pelea por imponer un plan de lucha a las centrales sindicales contra el ajuste del Gobierno, los grandes empresarios y el FMI.