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Red Internacional
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Opinión. Estado de Israel: la coalición de extrema derecha y su feroz represión en Cisjordania

En diciembre pasado Netanyahu asumió el gobierno al frente de una coalición de extrema derecha que por su intento de reforma judicial enfrenta grandes movilizaciones de israelíes, mientras recrudece la brutal represión del ejército en Cisjordania y Jerusalén oriental, volviéndola casi diaria, lo que envalentona a colonos extremistas que atacan casas de palestinos. La ofensiva criminal de Israel convierte la zona en un polvorín. Alerta entre los gobiernos árabes de la región y el imperialismo estadounidense.

Mirta Pacheco @mirtapacheco1

Martes 28 de febrero de 2023 04:51

Desde que el 29 de diciembre del año anterior Netanyahu está al frente de una coalición de extrema derecha -la más radical de su historia, por sus integrantes: los partidos “Shas”, “Sionismo Religioso” y “Judaísmo Unido de la Torá”, una tríada de ultra derechistas y ultra religiosos sionistas-, los ataques a poblados y ciudades en Cisjordania y en Jerusalén Este pegaron un salto considerable. Sino, basta ver el ejemplo de Nablus, la ciudad cisjordana donde las autodenominadas Fuerzas de Defensa Israelíes atacaron, asesinando a 11 palestinos el pasado 22 de febrero. La mayor matanza que el Estado de Israel realizó en un solo día en una ciudad, en varios años. La respuesta palestina fue una huelga el día posterior que paralizó gran parte de Cisjordania.

El tema de los asentamientos y puestos de avanzada israelíes, actualmente también son parte de esta ofensiva reaccionaria del gobierno. Con un Netanyahu que desde que ganó las elecciones y estuvo en condiciones de formar gobierno, intenta hacer equilibrio entre las tres facciones ultra derechistas y su propio partido el Likud, en el reparto de las cuotas de poder y ministerios a cargo.

Israel a través de todos sus gobiernos (con mayor o menor rapidez) fue avanzando en la construcción de asentamientos (que son poblados o ciudades donde se asentaron los colonos -en Cisjordania ocupada después de 1967-, y que hasta la misma ONU considera al margen del derecho internacional) y puestos de avanzada (construcciones que la propia ley israelí ve como ilegales, muchos de los cuales luego legaliza retrospectivamente).

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Esta operación implica que poblados árabes ven reducido su mundo, ya que dichos asentamientos se emplazan en partes de las tierras de cultivo de campesinos palestinos. Se trata de colonias judías que están estratégicamente interconectadas a través de caminos o carreteras (protegidas por el ejército israelí), no así los pueblos o ciudades palestinas. El conocido sistema de apartheid que el Estado de Israel estableció para palestinas y palestinos, desde su creación. Solo basta recordar al difunto primer ministro Ariel Sharon que siendo ministro de relaciones exteriores, incitaba a los colonos a “correr y apoderarse” de colinas palestinas.

Solo en febrero de este año, fueron declarados legales 9 de esos puestos de avanzada, lo que no hace más que alentar y envalentonar a esos colonos ultranacionalistas, que ahora tienen al frente del ministerio de Finanzas a su aliado natural Bezalel Smotrich -del partido Sionismo Religioso-, que en el último gobierno de Netanyahu ya había declarado:”queremos la cartera de Justicia porque queremos restaurar el sistema de la santa Torá, el país debe aspirar a manejarse como en los tiempos del Rey David”.

Por el acuerdo interno de la coalición gobernante, ahora Smotrich estará al frente de la Administración Civil de los territorios ocupados por Israel. El diario Haaretz habla de que esto lo convierte en los hechos en el “gobernador de Cisjordania”. Toda una declaración de guerra para el pueblo palestino. Recordemos que solo la zona C administrada militar y financieramente por Israel, gracias a los acuerdos de Oslo, ocupa el 60% de esa región.

Los colonos extremistas se sienten tan a sus anchas ahora, que el domingo pasado entraron en masa a Huwara, un poblado de Nablus, para atacar e incendiar casas y autos de palestinos, con un saldo de un muerto y casi 400 heridos, todos árabes.

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La resistencia de la juventud palestina

Ya desde el gobierno que precedió a este (de Bennet -Lapid), los servicios de inteligencia israelíes y altos mandos del ejército expresaban su preocupación por el creciente desprestigio que la Autoridad Palestina tiene sobre su población, en particular sobre los jóvenes. Algo que fue notorio en 2021, cuando una vanguardia de jóvenes se pusieron al frente no solo del enfrentamiento en las calles, como defensa a los ataques del ejército a sus ciudades y poblados y donde no esperaban órdenes de los viejos militantes de Al Fatah, pero tampoco de Hamas. Sino que fueron los primeros en impulsar, en forma generalizada, la mayor huelga de palestinos en décadas. Una huelga que unió a palestinos de Cisjordania, los que viven en Israel y a los de Gaza.

Particularmente en la ciudad de Nablus, pero también en Jenin, y otras comenzó a escucharse el nombre de Lion´s Den (La Guarida del León), una organización armada de jóvenes palestinos que ya no responden a Al Fatah, pero tampoco a otras organizaciones como Hamas o Yihad Islámica. Aunque en sus filas puede haber miembros de ellos. Ese rechazo a ser dirigidos por la Autoridad Palestina (AP), que es vista como una traidora por sus incansables acuerdos con el opresor Estado de Israel y porque su propia Policía reprime a su pueblo, junto con la abierta defensa de sus poblados frente al ejército, es lo que hace que entre la juventud en general, Lion´s Den despierte simpatía. Asi fueron surgiendo agrupamientos armados de jóvenes que en varias ciudades adoptan ese nombre y en Nablus, son considerados héroes (por eso las incursiones de los militares de Israel buscando asesinarlos, sobre todo a sus líderes). Más allá de que su única estrategia es la defensa militar de su ciudad o poblado.

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Esa combinación entre el descrédito de la Autoridad Palestina, estos grupos armados de jóvenes que no le responden directamente a las tradicionales direcciones árabes, una juventud palestina que no tiene nada que perder, salvo sus cadenas, que sale a las calles a enfrentar la brutal represión (con Nablus como epicentro, pero también en otras ciudades), como legítima -aunque asimétrica- respuesta al accionar asesino del ejército israelí, junto a las provocaciones de los colonos, está volviendo a convertir la zona en un polvorín.

El imperialismo estadounidense [1], como socio mayor de Israel -Biden seguramente por estos días esté recordando cuando su antecesor, Barak Obama -y él como su vice- al final de su gobierno enfrió la relación con Netanyahu, debido a que la política del israelí en Medio Oriente se había vuelto disfuncional a los intereses inmediatos del partido demócrata para esa parte del mundo-, la propia AP y los gobiernos árabes de la región lo saben y temen a la posibilidad de una tercera intifada.

Por eso este último domingo, casi en simultáneo con el ataque incendiario a Nablus, se reunieron en Aqaba -Jordania- representantes de EEUU, Jordania, Egipto y de la Autoridad Palestina, junto con enviados de Israel. Allí habían acordado que Israel detendría la construcción de asentamientos y la formación de puestos de avanzada, por 3 y 6 meses respectivamente. Algo que parece un chiste frente a la situación actual.

Pero este acuerdo duró lo que un suspiro, cuando Netanyahu lanzó un twitt diciendo que el plan de construcción no se detendría y cuando el mismo Smotrich, habló en términos similares, al igual que el otro miembro de extrema derecha del gobierno, Ben Gvir, ministro de Defensa.

Frente a la creciente oposición a sus medidas cesaristas, Netanyahu insiste con su giro a un extremo

La reforma judicial que pretende llevar adelante otorgando más poder a el o los partidos mayoritarios en el parlamento -knéset-, que significa darle casi completa capacidad de legislar (incluso sobre las llamadas Leyes Básicas, que funcionan como una suerte de constitución -de la cual Israel carece-) al partido o coalición gobernante, que es siempre la que tiene la mayoría en la unicameral, generó un vendaval de movilizaciones de la clase media, media alta secular y opositora a Netanyahu.

Estas movilizaciones, que ya llevan varias semanas en Jerusalén, Tel A Viv, Haifa y otras ciudades, también están motorizadas por políticos que fueron parte de los anteriores gobiernos. Pero lo novedoso es que por primera vez también se involucran las empresas de alta tecnología -high tech-, en gran parte a través de sus empleados: jóvenes israelíes de alto poder adquisitivo.

En Israel el 43% de sus exportaciones provienen de este sector y varios empresarios miran con preocupación que sectores importantes de sus planteles de empleados comienzan a pensar en la posibilidad de emigrar. Con ellos se iría una alta capacitación que podría ser fácilmente absorbida por la competencia. Pero también esos mismos empresarios no descartan la idea de migrar sus empresas, si el Estado no logra garantizar mínimamente estabilidad jurídica.

Hasta ahora Netanyahu continúa firme en su línea de ir concentrando más poder para el gobierno, intentando restárselo a la Corte Suprema en su capacidad de dictar leyes o de anularlas. De hecho ya pasaron la primera ronda de aprobación en el parlamento, leyes totalmente reaccionarias como la pena de muerte para los llamados terroristas, siempre apuntando a los militantes palestinos. Este tipo de leyes son las que vienen exigiendo sus socios en el gobierno, quienes le aportan la mayoría de miembros parlamentarios. Una moneda de cambio que el partido Likud del primer ministro está más que dispuesto a dar.

Seguramente los opositores están en lo cierto cuando plantean que detrás de todo está la intención de Netanyahu de evitar terminar preso por los juicios que tiene en su contra por cohecho, fraude y abuso de confianza.

Pero estas marchas de protesta que se dan todos los lunes y sábados, salvo por sectores minoritarios, no plantean nada sobre la situación calamitosa para los palestinos en Cisjordania, por eso es que los árabes con ciudadanía israelí (ciudadanos de segunda en Israel) no son de la partida.

Para frenar la ofensiva criminal sionista es necesaria la más amplia movilización tanto en los países árabes de la región -como ocurrió en Yemén este último fin de semana-, como en los países imperialistas y que apunten contra sus propios gobiernos, que sostienen y defienden a Israel. La solidaridad internacional de trabajadores y sectores populares con el pueblo palestino se vuelve vital. Esto y la unidad con acciones políticas como una huelga masiva de cisjordanos, árabes israelíes y habitantes de la Franja de Gaza puede hacer retroceder a la maquinaria reaccionaria que es el Estado de Israel.

Allí estará el germen para la lucha por una Palestina libre, donde puedan convivir en paz y con los mismos derechos árabes, judíos y todas las nacionalidades que habitan ese suelo. Eso podrá concretarse verdaderamente, y es la perspectiva por la que luchamos los socialistas revolucionarios, con una Palestina obrera y socialista, en el marco de una Federación de repúblicas socialistas de Medio Oriente.


[1En momentos en que la atención de Biden está puesta en su competencia estratégica con China, la guerra de Ucrania, mientras se ve obligado a seguir la situación convulsiva de Irán, con el tratado nuclear en standby y todo esto cruzado por la tarea ciclópea de tratar de reconstruir su herida hegemonía.