La huelga automotriz puso a la clase obrera en el centro de la política estadounidense. Las reivindicaciones de los trabajadores son audaces y tocan la cuestión de la creciente explotación en todo el país.
Lunes 18 de septiembre de 2023 21:13
La huelga de la UAW (United Auto Workers, sindicato de trabajadores de automotrices y autopartistas) es la acción sindical más importante en décadas y marca el punto álgido de un verano caliente del movimiento obrero en Estados Unidos. No sólo captó la atención de la nación, sino que también puso de manifiesto el creciente poder y actividad de un movimiento obrero que se enfrenta a una patronal que logró beneficios sin precedentes a costa de su explotación. La clase trabajadora está en el centro de la política nacional, y sus expectativas van en aumento.
Los guionistas y actores de Hollywood están en su primera huelga coordinada en seis décadas; miles de trabajadores hoteleros de Los Ángeles están en de paro; y 340.000 camioneros de UPS se prepararon para luchar el mes pasado, presentándose en los piquetes al grito de "¡Listos para la huelga!". En todo el país hubo cientos de acciones más pequeñas. De hecho, este verano ha sido todo un infierno para la patronal. El diario Wall Street Journal calcula que sólo en agosto se perdieron 4,1 millones de días de trabajo por huelgas, sumando los días de trabajo de la totalidad de trabajadores que participaron en los paros.
Estas acciones de los trabajadores se producen en un contexto en el que la población en general simpatiza con los sindicatos (el 71% de los estadounidenses apoya a los sindicatos según una encuesta Gallup de 2022) y los derechos de los trabajadores, sobre todo después de la pandemia de Covid-19, durante la cual los mega ricos se hicieron aún más ricos mientras los trabajadores esenciales mantenían la economía a flote, a menudo en condiciones inseguras. La huelga de la UAW tiene gran apoyo entre los trabajadores y la población en general, cada vez más enfurecida ante los obscenos niveles de riqueza de los capitalistas. Según una encuesta de Gallup, el 75% de los encuestados apoyaron la huelga de la UAW.
Las reivindicaciones del sindicato son audaces y muy significativas para el movimiento obrero porque van al corazón de las condiciones laborales impuestas por décadas de neoliberalismo en Estados Unidos. Las principales son las siguientes: eliminación de la tercerización, aumento salarial del 40%, restablecimiento del ajuste por coste de la vida (COLA) para garantizar que los salarios sigan el ritmo de la inflación, fin del abuso de los trabajadores temporales y derecho de huelga por el cierre de plantas. En las entrevistas y los materiales presentados por el sindicato, exigen una semana laboral de 32 horas sin reducción salarial.
Rodear la huelga de solidaridad activa
Desde que se convocó la huelga en las llamadas Tres Grandes, las tres principales terminales automotrices del país, hubo una extraordinaria muestra de solidaridad. Los teamsters (camioneros) se comprometieron a no romper los piquetes. Cientos de personas, entre ellas muchos jóvenes, participan de los piquetes y a las concentraciones. Incluso organizaciones de movimientos sociales llamaron a la gente a unirse a la huelga. Pero todo esto no es suficiente. El movimiento obrero organizado, la AFL-CIO en particular por ser la central sindical más grande del país, los movimientos sociales y los trabajadores y jóvenes deben organizar la mayor y más amplia solidaridad activa en todo el país y poner toda su fuerza en esta huelga. Debemos garantizar apoyo material, dinero para el fondo de huelga, gente en los piquetes, y celebrar acciones en solidaridad y reuniones para hacer crecer el apoyo público y responder a la contraofensiva de la patronal como podamos.
Un paso importante sería que los recientemente movilizados camioneros y otros sindicatos que luchan contra la tercerización, como los sindicatos de docentes y universitarios, contribuyeran al fondo de huelga de la UAW y organizaran acciones de solidaridad.
Debemos aspirar a crear espacios abiertos como asambleas públicas donde el movimiento y la comunidad puedan reunirse y coordinarse incluso entre las distintas acciones de huelga que refuercen la ofensiva contra la patronal, así como plantear entre el movimiento obrero las distintas reivindicaciones que conciernen a la clase trabajadora, como la vivienda asequible o el fin de la policía racista.
Una victoria de la UAW es una victoria para toda la clase obrera, porque no sólo abre la puerta a otras luchas por mejores derechos, sino que también pone a los capitalistas y a sus instituciones políticas a la defensiva.
Confiar en la organización desde las bases, no en los partidos Demócrata y Republicano
La huelga ya ha sacudido la situación política estadounidense marcada por la campaña presidencial y la creciente disputa por la clase trabajadora entre el Partido Demócrata y el trumpismo. Trump, que construyó su imagen política hablando desde el lado de la clase obrera industrial duramente golpeada por décadas de concesiones y recortes, criticó tanto al presidente Biden como al presidente de la UAW, Shawn Fain, por la huelga, acusando a ambos de ponerse del lado de las empresas que quieren invertir en coches híbridos, amenazando con despidos.
Biden declaró que "los trabajadores merecen una parte justa de los beneficios que han ayudado a crear para una empresa". Detrás de esta declaración está el temor a que los trabajadores del Medio Oeste no lo voten en 2024, lo que mejoraría significativamente las posibilidades de Trump de volver a la Casa Blanca. Al mismo tiempo, el presidente busca el respaldo de UAW y quiere hacerse pasar por un candidato pro-sindicatos a nivel nacional.
Biden, que desarticuló la iniciativa de huelga ferroviaria con la ayuda del Congreso, no puede permitirse el mismo enfoque contra una huelga muy popular de un sindicato políticamente importante en plena campaña electoral. Su discurso de esta semana iba dirigido a exigir flexibilidad a las empresas y advertir del peligro de que la huelga pudiera ser capitalizada políticamente por Trump.
La UAW tiene razón al exigir que todas las fábricas de vehículos eléctricos estén sindicalizadas. Los trabajadores también deberían decidir cómo es la transición hacia su uso. En lugar de dar dinero a multimillonarios como Elon Musk (dueño de Tesla Motors) para que operen fábricas hiper explotadoras y con bajos salarios, ese dinero debería utilizarse para garantizar que se satisfagan las necesidades básicas de los trabajadores.
Los trabajadores de la UAW no pueden confiar ni en Trump ni en los demócratas que trabajan para sus propias agendas electorales. Esta huelga puede dinamizar a la clase trabajadora en su conjunto si sigue confiando en la acción organizada y en nuestra propia fuerza. Para ello, es esencial dar rienda suelta a la fuerza, la creatividad y el poder de las bases para que la huelga se construya de abajo hacia arriba y no al revés.
La huelga debe organizarse desde abajo
En las recientes elecciones de la UAW, los trabajadores intentaron tomar las riendas de su destino y rechazar a una dirección vendida que les ha hecho tragar una derrota tras otra. Los trabajadores estaban cansados del aumento de la desigualdad y de las diferencias entre los propios trabajadores, del deterioro de sus derechos y prestaciones y de la creciente falta de respeto. Una lección importante que muchos sacaron de la huelga de General Motors de 2019 es que había que desplegar todo el poder obrero para hacer retroceder a la patronal.
La exigencia de que los trabajadores de las Tres Grandes hicieran huelga juntos vino desde abajo. Ese proceso debe continuar; los miembros de base de la UAW deben decidir colectivamente su propio destino, incluidas sus demandas y cómo luchar. Esto significa que los trabajadores, organizados desde abajo, deben decidir qué plantas se unen a la huelga, cuándo se unen a la huelga y cómo ampliarla.
No se debe ocultar a los trabajadores la estrategia de su propia huelga. Fue un error que causó confusión y desorientación. Eso es lo que ha ocurrido con la estrategia actual, que no se discutió con los trabajadores antes de hacerla pública. Cualquier beneficio táctico que se obtenga al mantener los detalles en secreto para la patronal queda eliminado por la incertidumbre que provoca entre las bases. Los trabajadores están entusiasmados por luchar con sus hermanos del sindicato, y se han mostrado ansiosos por participar en esta lucha. Organizados desde abajo, deben decidir qué plantas se cierran y se activan en la huelga.
¿Cómo debería ser? Comités de huelga locales en cada planta, en los que las bases -especialmente los de la planta- elijan delegados para los comités regionales coordinarán la huelga. Los comités locales y regionales deben coordinar el fuerte apoyo que la comunidad ha estado dando a esta huelga, y llegar a otros sindicatos en busca de apoyo. Este sería un paso importante hacia la creación de un comité de huelga nacional que coordinará todos los esfuerzos para conseguir estas importantes reivindicaciones.
Para Fain y sus aliados, que ganaron el sindicato expresando el descontento de las bases y dicen luchar por una democracia sindical ampliada, es necesario dar un paso más para poner a los trabajadores en control del sindicato. Los comités de huelga compuestos por las bases deben organizarse desde abajo y contra la resistencia de aquellos dirigentes que puedan oponerse al control directo del sindicato por parte de las bases.
No a los despidos y a las represalias patronales
Las Tres Grandes empresas automotrices están atacando a los trabajadores con despidos y una mayor disciplina en las plantas que actualmente no están en huelga.
Se han producido tanto despidos como informes de la planta de producción en los que la dirección se muestra más agresiva y hostil. Debemos ver esto como parte de la contraofensiva contra la huelga. No se puede responder a los despidos como si no pasara nada. En general, aumentan la precariedad de las condiciones a las que se enfrenta la clase trabajadora cuando no hay huelga, y son un arma activa durante la huelga. Es un arma para crear dudas entre los trabajadores, y la única manera de sacudir esas dudas es con la acción decidida desde abajo.
No sólo se ha despedido a 600 trabajadores -y se amenaza con otros 2.000 despidos-, sino que muchos trabajadores suplementarios están viendo recortadas sus horas de trabajo. Por si fuera poco, las empresas están imponiendo sanciones diarias.
Esto creó malestar entre los trabajadores de las fábricas. El desconocimiento de la estrategia de la huelga no hace sino agravarlo. Muchos se preguntan si todos deberían haber hecho huelga para protegerse mejor de las represalias.
Ahora bien, sabemos que no hay ninguna razón para que la dirección despida a los trabajadores y les reduzca el horario. No es su interés inmediato y sólo dificulta el funcionamiento de las fábricas. Pero sí les interesa quebrar la voluntad colectiva y el poder de los trabajadores y socavar las audaces reivindicaciones que éstos han planteado. Están dispuestos a recibir el golpe ahora si creen que eso significa obtener un trato más concesivo del sindicato.
El sindicato debe responder a estas represalias con una escalada de acciones y la exigencia de que los trabajadores despedidos sean readmitidos inmediatamente. Deben ser los trabajadores quienes decidan en qué consiste esa escalada de acciones, incluidos los trabajadores despedidos, que deben tener pleno derecho a participar en todas y cada una de las decisiones sobre la huelga.
Es mucho lo que está en juego en la huelga. Las reivindicaciones no sólo abordan las condiciones a las que se enfrenta la clase trabajadora en general, sino que hablan del derecho de los trabajadores a tener grandes aspiraciones para sí mismos y sus familias. Los trabajadores están luchando para garantizar que estas reivindicaciones perduren durante generaciones.
La dirección de la UAW acudirá a la mesa de negociación con el respaldo de sus bases, que han mostrado una gran disposición a ser reconciliadas. Si las bases se organizan democráticamente desde abajo, en sus propios comités de huelga, se garantiza que la dirección pueda imponer condiciones más favorables a la patronal en la mesa de negociación.
Conseguir un convenio fuerte sería un paso enorme en la creación de un movimiento obrero combativo, que luche por la dignidad y el respeto de la clase trabajadora.