Treinta y ocho mil millones de razones para resistir y solidarizarse con el pueblo Palestino, condenado a un lento y doloroso exterminio en manos del Estado sionista de Israel.
Jueves 15 de septiembre de 2016
Foto: EFE
Estados Unidos y el estado ocupante Israel, han acordado este martes renovar la ayuda militar brindada por el estado norteamericano al israelí en una cifra cercana a los 38.000 millones de dólares por diez años, superando holgadamente la anterior erogación que en el período 2008 / 2018 era de aproximadamente 30.000 millones de dólares.
Los términos del acuerdo que es comunicado con bastante recelo ponen en evidencia el profundo lazo de cooperación militar y política que Estados Unidos brinda históricamente al estado israelí desde su establecimiento en el año 1948, ocupando la Palestina histórica y expulsando a millones de habitantes a un exilio forzado que aun hoy persiste y se sostiene gracias a la ocupación militar, violencia y discriminación contra la población originaria.
Asfixia y despojo
La Palestina histórica, donde convivían una mayoría de población árabe y algunos pocos asentamientos judíos hasta comienzos del siglo XX, sufrió un cambio descomunal en su distribución geográfica y humana producto de la llegada de contingentes de colonos judíos que, bajo el auspicio de las grandes potencias, desarrollaron una verdadera expulsión forzada de sus habitantes palestinos. Con el establecimiento del estado racista de Israel, el ahogo económico y la destrucción material de la infraestructura tanto estatal como privada sobre Palestina llevada a cabo por las fuerzas armadas sionistas fue minando y cercenando las posibilidades de desarrollo de lo que iba quedando de territorio. Para ello era necesario una superioridad militar que barriese con cualquier resistencia frente a los atropellos y matanzas civiles necesarios para asegurar una superioridad numérica que incline la balanza demográfica en favor de los ocupantes.
Estados Unidos necesitaba un estado tapón, gendarme y custodio de sus intereses geopolíticos en la zona, e Israel un garante militar y económico de sus proyectos de expansión colonial en los territorios ocupados.
Desde hace décadas el gobierno norteamericano viene armando y proveyendo el poder de fuego que somete a millones de seres humanos a vivir en una situación de miseria y extrema pobreza. La partición de Palestina entre Gaza y Cisjordania profundizó la división de los sometidos y hoy día Gaza es una verdadera prisión a cielo abierto, con edificios destruidos por los bombardeos y asesinatos de civiles y destrucción edilicia que hace imposible la reproducción humana en condiciones aceptables. No solo se cercena la vida y las posibilidades de desarrollo de las regiones palestinas negándoles algo tan básico como el agua potable, sino que el aparato militar que sostiene esa desigualdad y opresión es alimentado por los Estados Unidos y su presupuesto militar.
Treinta y ocho mil millones de dólares más van a acentuar el genocidio sistemático llevado a cabo por la potencia ocupante y la imposibilidad de defenderse a los ocupados.
Comparando algunos números disponibles, resulta esclarecedor ver la traba al desarrollo de la economía Palestina, cuyo PBI anual es de 4.000 millones de dólares mientras que la Israelí es de casi 290.000 millones de dólares.
Todo lo producido y realizado en un año en el país ocupado es igual al monto anual destinado en ayuda militar al país sionista (cerca de 4.000 millones versus 38.000 mil millones de dólares). Lo que se produce en Palestina durante un año es igual a lo destinado para someterla militarmente, destruir su infraestructura básica y su clase obrera, que es de las más explotadas de la región.
Así, el enorme presupuesto destinado a la defensa y colonización israelí es engrosado por los miles de millones de dólares en armas, misiles, blindados y aviones que Estados Unidos brinda a su socio en Medio Oriente.
¿Escuelas, hospitales o misiles y tanques?
El costo promedio de un establecimiento educativo ronda los 2 millones de dólares, pudiendo variar según país y tipo. Pero basta el dato para pensar que solo esa ayuda bélica alcanzaría para construir unas 19.000 escuelas (casi 10 veces más de las actuales en toda la Franja de Gaza y Cisjordania, que reúnen en la actualidad unas 2100 unidades educativas, según fuentes del ministerio de educación palestino).
Cientos de miles de niños y niñas palestinos que diariamente escapan de las bombas, las requisas y los retenes en los caminos para llegar a sus escuelas son víctimas de ese aparato militar que los somete a una infancia condenada a la casi segura desaparición física.
Un territorio ocupado, constantemente agredido y diezmado por el poder militar del estado sionista nos muestra, según datos de la ONU, una esperanza de vida al nacer de solo 72 años, mientras que su ocupante tiene un promedio 10 años mayor (82 años). Una calidad de vida donde abundan miserias, privaciones, hambre y muerte.
Es necesario denunciar una vez más este nuevo acuerdo de cooperación entre Barack Obama y Benyamin Netanyahu, presidentes de ambas potencias. Un pacto que busca continuar el sometimiento de los verdaderos dueños de esa tierra, los palestinos, que aún resisten y luchan por su derecho a existir y a su autodeterminación como pueblo.
Libres de la injerencia y ocupación sionista que con la provisión de armamento norteamericano, perpetúa una situación de exclusión y despojo.
Un estado racista y genocida y sus socios y sostenedores como Estados Unidos y la Unión Europea, sólo acentúa la condena de los palestinos a ser expulsados y víctimas de las atrocidades más brutales en su histórica tierra.
Por la autodeterminación y liberación de los palestinos y el derecho inalienable a retornar a su tierra.
La causa palestina es tarea de todos los que buscamos terminar con este sistema capitalista de opresión, despojo y explotación. Para una sociedad sin clases ni opresión de clase, la lucha contra la ocupación llevada adelante por el estado israelí debe solidarizar a todos los explotados.