Trabajos basura para aumentar las ganancias empresariales. Ataques sin defensa. ¿Qué hace la CUT y el FA para no dejar pasar este ataque?

Pablo Torres Comité de redacción La Izquierda Diario Chile
Miércoles 18 de julio de 2018
El jueves 12 de julio fue aprobado por la Cámara de Diputados el proyecto de ley que crea el estatuto laboral a jóvenes estudiantes o “contrato alternativo del estudiante trabajador”, impulsado por Piñera y la derecha. 83 votos a favor, de Chile Vamos, DC, PPD y PR. Es decir, derechistas, el arco concertacionista desde los “progresistas” de Guillier hasta el centro conservador. En el Senado, bastión del conservadurismo, probablemente se aprobará sin más, de no mediar resistencia ni luchas.
El progresismo neoliberal PS, que sin embargo ha aprobado cada uno de los proyectos de precarización y flexibilidad laboral de las últimas décadas, como fue el subcontrato el 2006, ahora votó en contra buscando coherencia con discurso “opositor” más duro que está ensayando, pues se ve amenazado a su izquierda por el peso parlamentario y social del Frente Amplio, quien al igual que el PS rechazó el proyecto, pero solo en sala (pues le dieron su voto favorable en la Comisión de Trabajo.
“Trabajos basura”: un ataque para impulsar crecimiento bajando costos laborales
“No somos mano de obra barata”, fue el mensaje que se escuchó en diversas movilizaciones en Perú a inicios de año cuando el fujimorismo derechista intentó hacer pasar una “ley de empleo juvenil” al cual la juventud y la clase trabajadora denominaron “ley de esclavitud juvenil” y que muy parecido al de Piñera, proponía incluso no pagar salarios. Movilizaciones, concentraciones y una amplia campaña de la juventud en las calles y sindicatos permitieron frenaron el proyecto.
El Piñera aunque no es tan descarado como el del fujimorismo en Perú, sí tiene el mismo objetivo de crear “mano de obra barata” para que las empresas aumentan su rentabilidad y competitividad, y en ese sentido bien podría llamarse de “esclavitud juvenil” como en Perú. Veamos: un contrato especial alternativo para jóvenes estudiantes entre 18 y 28 años, donde: a) la jornada laboral queda flexible al criterio del empleador. Con un máximo 30 horas semanales y 10 diarias, los jefes son quienes deciden el horario laboral, pudiendo dividirlas en varios bloques inclusive el mismo día. Lejos de ayudar a los estudios, permitirá flexibilizar la jornada de trabajo; b) No hay resguardo para situaciones académicas de los estudiantes-trabajadores (como ausencia por pruebas o exámenes) sino sólo en una ocasión, y sin sueldo; c) Cuando cumples 29 años no hay indemnización laboral; d) Si estas embarazada dentro de 18 y 28 años te pueden despedir, no hay fuero maternal; e) Si existe fuero sindical por derechos sindicales eventualmente este se puede perder al dejar de tener la persona la calidad de estudiante o cumpliendo 29 años; f) No se respeta el derecho a descanso dominical (dos mensuales como señala la ley laboral); g) No hay derecho a vacaciones (se puede suspender el contrato, mantener o cambiar jornada a 45 horas).
Correctamente el profesor de Derecho del Trabajo de la PUCV Eduardo Caamaño lo ha nombrado como “trabajo basura". Claramente es beneficioso para el capital contra el trabajo: las empresas preferirán contratar jóvenes, con bajos salarios, jornadas flexibles, sin salud ni previsión, despidos baratos sin indemnización. Un gran incentivo para los empresarios, sobretodo del área de comercio y servicios, para aumentar ganancias reduciendo derechos y precarizando las condiciones de vida, en definitiva abaratando costos para hacer más competitivo al capital y más barato el trabajo.
Viene a formalizar, consolidar y ampliar la realidad de la precarización en la juventud donde abunda también la falta de derechos (como ausencia de vacaciones, salud o previsión, además de sueldos de hambre).
El objetivo supuesto es bajar el desempleo juvenil que alcanza el 17% y en jóvenes de 15 a 19 años llega casi al 25%, además es uno delos sectores más afectados con la baja del empleo asalariado (el último año entre la juventud de 15 a 29 años se han perdido casi 13.993 puestos de trabajo asalariados según Clapes-UC). Según este mismo estudio, en el trimestre marzo-mayo 2018 un 82% de los jóvenes están inactivos laboralmente por razones de estudio.
Fortalecer la producción y el comercio y con ello el crecimiento económico, creado empleos basura, más flexibles y precarios, es lo que pretende el gobierno, afectando no solo a la juventud (que estará prácticamente obligada a aceptar estos contratos) sino reemplazando funciones de otros trabajadores, reduciendo la salarial de conjunto y una moneda de cambio para flexibilizar el trabajo a mujeres y adultos.
¿Por qué el “ala izquierda” del FA que rechazó el proyecto en sala, sin embargo votó a favor en la Comisión de Trabajo y no ha llamado a impulsar ninguna lucha por su rechazo? ¿Por qué la CUT, sindicatos y organizaciones estudiantiles no llaman a dar una lucha para echar abajo el proyecto?
El Frente Amplio que rechazó en la Cámara el proyecto, fue sin embargo quien (junto a la centroizquierda) aprobó el proyecto en la Comisión de Trabajo y Seguridad Social de la Cámara de Diputados, el 28 de mayo. No solo fue Maite Orsini por RD, sino también Gael Yeomans, de Izquierda Libertaria, supuesta “ala izquierda” del FA.
Así, esta supuesta “ala izquierda” que busca un discurso más ligado a los trabajadores y sectores populares, terminó votando en general a favor de un proyecto de ataque anti-trabajadores y anti-juventud, y dio el paso al voto en sala, listo para ser aprobado por Chile Vamos y el concertacionismo. ¿Qué “izquierda del siglo XXI” se quiere construir que no se plante de frente contra la precarización laboral y que termina aprobando proyectos en comisiones que son verdaderos ataques a los derechos laborales? Una izquierda estrictamente parlamentaria, que en vez de usar la tribuna de la diputación al servicio de promover la auto-organización extraparlamentaria de los sindicatos, trabajadores y sus organizaciones, y fomentar la movilización exigiendo a las centrales como la CUT para rechazar de plano el proyecto, con las “indicaciones” (“incidencia” le llamaban antes) buscan a través de las maniobras parlamentarias frenar los ataques de la derecha.
En vez de hacer como la juventud en Perú de impulsar una gran campaña y movilizaciones, confían solo en las maniobras parlamentarias. Lo mismo de la burocracia de la CUT y el PC, que dicen rechazar el proyecto, pero no mueven ni un dedo para organizar la resistencia a este ataque (y a ninguno de paso), prefiriendo el “diálogo social” con grandes empresarios.
Son corrientes que, como diría el revolucionario ruso León Trotsky, buscan “obtener por la maniobra todo lo que solo puede dar la fuerza revolucionaria de la clase obrera”. En este caso, la ilusión que mediante maniobras parlamentarias (indicaciones y presionando a parlamentarios concertacionistas) se puede frenar este ataque de la derecha, y no a través de la movilización de la juventud y los trabajadores bajo la unidad sindical y estudiantil para la caída del proyecto.
¿Es posible echar abajo este proyecto? Claro que sí. En Francia el 2006 se intentó pasar este ataque recibiendo un gran rechazo de la juventud contra el “contrato de primer empleo” pero fue solo producto de la movilización. En Perú se archivó este ataque producto del descontento y movilizaciones de la juventud y los trabajadores ¿No se puede hacer acaso en Chile? ¿Por qué poner la fuerza al lobby y presión parlamentaria con viejos concertacionistas que votan junto a la derecha? ¿Por qué el “ala izquierda” del FA no pone su fuerza y se la juega por convocar movilizaciones, concentraciones y una gran campaña de organización, coordinación y movilización para rechazar este estatuto, exigiendo a los sindicatos como la CUT o una gran mayoría de la izquierda que ha salido a rechazar el proyecto, salir a golpear como un puño por el rechazo a la ley?¿Por qué no coordinar acciones que permita organizar a la juventud trabajadora y sus sindicatos, que en su mayoría rechazan el proyecto?
Nada obsta a que si rechazan el proyecto estas organizaciones, así como la CUT y los sindicatos, pongan la fuerza en este camino de movilización, en vez de las falsas ilusiones y desgaste de maniobras y presiones parlamentarias, donde siempre gana el empresariado. El camino de buscar “alianzas” con el progresismo empresarial lleva solo a un callejón sin salida. Hay que exigir a los sindicatos partiendo por la CUT que llamen en las calles a rechazar este proyecto, fortaleciendo la unidad y defensa de los trabajadores, así como frente a los despidos (Maersk, Cial, Suazo, Iansa) como están haciendo los ferroviarios de FCAB en Antofagasta, defendiendo con organización y movilización sus puestos de trabajo. Llamamos a enfrentar juntos esta pelea, y en ese camino, buscamos fortalecer una corriente anticapitalista de los trabajadores, anti-burocrática y clasista.
Se puede luchar por rechazar el proyecto, en las calles, fortaleciendo la organización, movilización y unidad obrero-estudiantil, haciendo como en Perú y Francia. La CUT, sindicatos, federaciones y Confech, así como las organizaciones de izquierda y el FA debieran ponerse al centro de esta pelea, y no dejar que nuevamente pasen ataques sin defensa, que debilitan a la clase trabajadora y fortalecen al capital, su gobierno y sus partidos. Llamamos a dar esta lucha, y no dejar pasar este nuevo ataque, y abrir el camino para conquistar en las calles nuestras demandas e impedir la ofensiva empresarial.

Pablo Torres
Dirigente nacional del Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR). Autor y editor del libro Rebelión en el Oasis, ensayos sobre la revuelta de octubre de 2019 en Chile, Edición Ideas Socialistas, 2021.