Baudelaire: "El Estado se come a los poetas por tajadas"
Sábado 23 de julio de 2016
Reflexiones a propósito del 13º Festival Mundial de Poesía en homenaje a Tarek William Saab
1
Si fuera esto una crítica literaria quizás leerías en las próximas líneas un enjuiciamiento de aspectos formales y estilísticos más o menos meticulosos de la escritura de un autor, y no es el caso: no son precisamente versos lo que esta vez me (pre)ocupan.
Como es sabido, recientemente ha culminado el 13º Festival Mundial de Poesía, evento promovido por la Misión Cultura Corazón Adentro, auspiciada por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, actualmente presidido por el poeta Freddy Ñáñez.
Dicha administración decidió homenajear en “su” evento a quien desde el 2014, y por decisión de la Asamblea Nacional anterior hegemonizada por el chavismo, ocupa funciones como Defensor del Pueblo: Tarek William Saab.
No se supone que instituciones literarias como el Festival Mundial de Poesía, con su evidente impronta, puedan suscitar cuestionamientos, y mucho menos refutaciones, en cuestiones de meritoriedad; sino pregúntenle –por poner un ejemplo– a la Academia Sueca.
Y sin embargo...
2
En un famoso texto, Edgar Allan Poe caracterizaba el temperamento de los poetas como “irritable al vulgo”, por aquello de que: “Los poetas no ven nunca la injusticia donde no existe, pero sí, a menudo donde no la ve la mirada no poética”.
Así, el titán de una teoría extramoral del arte, introduce una suerte de (auto)concepción del “poeta” no exenta de valoraciones sociales que como tal van más allá del ensimismamiento “simbólico”.
Si yo estoy errado en lo que sigue, la anterior cita se volvería contra mí, como en la “justicia poética”, precisamente porque hablaré de justicia, de poesía y del “poeta homenajeado” Tarek William Saab.
3
No es Vargas Llosa elogiando a Macri, o Luis Britto García en cuña televisada apoyando a Maduro. No es el típico escritor “funcional” al poder político de turno; sino el de un funcionario político laureado por otros funcionarios políticos en el reparto de menciones honoríficas literarias.
Un “poeta laureado” que resulta ser parte de la burocracia gobernante, respondiendo al cargo de Defensor del pueblo, en tiempos en los que una profunda crisis económica azota sin compasión a los trabajadores y pueblo pobre venezolano, mientras el gobierno aplica ajustes e incrementos de precios que solo benefician a una minoría co-responsable junto con el Gobierno de este desastre, que no por casualidad escapan juntos de los rigores de la crisis.
Una complicidad política que se remonta desde tiempos en los que la crisis económica aun no era prevista por el modelo chavista durante la “bonanza petrolera”. El caso más emblemático de esto que sostengo fue el asesinato de dos obreros en la Mitsubishi el 29 de enero de 2009, en manos de la policía de Anzoátegui, donde era gobernador el “poeta homenajeado”.
Pero previo a este hecho, el entonces gobernador de Anzoátegui y la entonces Ministra de Trabajo, María Cristina Iglesias, ordenaron desmontar con amenazas de intervención represiva de la GNB, la ocupación de la empresa que los trabajadores levantaban como medida de protesta ante los 135 despidos injustificados que su momento ordenó la empresa y automáticamente avaló el Ministerio con la complacencia del –entonces– poeta-Gobernador.
Una complicidad política que se extiende hasta hoy. Cuando se mantienen impunes la inmensa mayoría de asesinatos de obreros, campesinos y líderes de los pueblos originarios, mientras empresarios, terratenientes y trasnacionales (ayudados por acción y omisión del gobierno) aprovechan la crisis para avanzar sobre nuestras conquistas sociales y derechos.
Se reeditan las desapariciones políticas con el caso de Alcedo Mora y los hermanos Vergel, mientras la reacción tardía de la Defensoría del Pueblo y la parsimonia que por su parte les siguió se hicieron notables entre muchos activistas de su causa.
A la par, se persigue y amedrenta a los trabajadores por luchar, algunos incluso permaneciendo tras las rejas o procesados, sin que el Defensor del Pueblo tome la palabra.
Claro que la lista puede extenderse, especialmente si entráramos en detalles, pero si no es esto una crítica literaria, tampoco quisiera convertirla en una “semblanza (política) del autor”
4
Recapitulando: ¿O veo injusticias donde no existen o las injusticias efectivamente existen (inclusive contra la poesía) y solo los "rígidos estetas" no la ven (emulando en esto al Defensor del Pueblo)?
Veo la decadencia de un proyecto político que se bonapartiza (aún más) para mantenerse en pie gobernando mientras aplica una serie de ajustes contra un pueblo indemne; veo que esto coincide con el momento en que se le rinden honores a los versos de un funcionario político que como Defensor del Pueblo es incapaz de alzar la voz contra el conjunto de responsables de esta situación (y no selectiva y acomodaticiamente).
¿En rigor de una vieja teoría estética debería creer que todo ello obedece a la pura casualidad? ¿A semejante teoría estética mi nula sensibilidad hacia los versos homenajeados este año por el Festival Mundial de poesía le parecerá “producto de sentidos poco educados”? ¿Está al fin de cuentas la poesía al margen de toda la descomposición social que asistimos?
5
He dicho, y sostenido que esto no es una crítica literaria, pero no expliqué por qué ni siquiera consideré intentarlo.
Inventariando posibles objeciones, los hay quienes sostienen que para impugnar el homenaje a Tarek William Saab, se debe tomar como punto de partida sus versos; los hay también quienes defienden que dicho autor se merece toda la distinción por lo escrito, más allá de lo que haya hecho o deshecho por fuera de lo versado; finalmente quienes cuestionen que se sobredimensiona la importancia del Festival Mundial de Poesía y a quien ungen de honores. En tales casos todo lo dicho hasta aquí puede sonar insidioso, irritable.
Soy más bien refractario a la idea de concebir el lenguaje como sucedáneo del autor, diseminando a este último en la “pura forma”, y luego a la sensibilidad poética en el puro “goce estético”.
Ello iría en desmedro (o segregación) de toda una dimensión moral, extraverbal, que es realmente en la que se constituye la producción, la reproductibilidad, y receptibilidad de los valores estéticos.
Hay en poesía algo más que el ensimismamiento del lenguaje, o un concierto de signos valorativamente neutros, o actividad de dandys puramente contemplativa y sin propósito, hace décadas Benjamin advertía los estrechos vínculos entre L’art pour l’art y el proceso de “estetizaciónde la política”.
Por todo lo anterior los versos, en este caso de Tarek William Saab, ocupan para mí un segundo plano, ¿qué se le va a hacer? ¿no había ya advertido con insistencia que esto no es una crítica literaria?