El diario La Nación, en continuidad con la campaña de diferentes medios contra la izquierda, publicó una nota contra los y las estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, comparando a las compañeras detenidas durante el desalojo en Guernica con los rugbiers racistas. Acá le contestamos.
Camin Bustos @caminhaciendocosas. Colegio Nacional de Buenos Aires
Miércoles 9 de diciembre de 2020 11:26
Foto Infobae
El diario La Nación, en continuidad con la campaña que se viene orquestando en diferentes medios contra la izquierda, esta vez se lanzó contra los y las estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires. Luciano Román, columnista del diario La Nación, publicó una nota en la que compara a las compañeras del Colegio Nacional Buenos Aires detenidas durante el desalojo en Guernica con los rugbiers racistas y denuncia al Centro de Estudiantes por haberse posicionado y organizado actividades en contra de la represión.
Para La Nación, Guernica fue una “parodia romántica”
En su columna en el diario La Nación, Luciano Román hace una “defensa” a los rugbiers diciendo que no son los únicos intolerantes y extremistas, ya que del mismo lado estamos los “zurdos” de los secundarios que militamos y reivindicamos la lucha contra la propiedad privada. Porque claro, ¿cuál es la diferencia entre exclamar el deseo de -como dijo Pablo Matera, capitán de los Pumas- “salir a atropellar negros” y los estudiantes que se solidarizaron con las familias sin techo, como hicieron nuestras compañeras y muchos de nosotros?
Le comentamos a La Nación que a nosotros no nos moviliza el racismo ni el odio a los pobres. Lo que a nosotros nos indigna es ver cómo desalojan brutalmente a 2500 familias que no tienen donde ir a parar y cómo les prenden fuego las casillas, para que ex-funcionarios de la dictadura militar aumenten sus ganancias millonarias y construyan un country exclusivo de 360 hectáreas con siete canchas de rugby, tres de hockey, una de fútbol, tres de tenis, un campo de golf y lagos artificiales. Irónicamente, para el Club San Cirano, de rugby.
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No sorprende que La Nación tenga una línea editorial que ataque a la juventud y a la militancia setentista que va más allá de Montoneros -que parece ser la única organización que conocen-. Orgullosos de que muchos jóvenes como nosotros no se resignaron y dieron pelea contra las injusticias y ataques a la clase trabajadora. Tenemos claro que la prensa cumplió un rol cómplice en la preparación y justificación de la última dictadura militar que, a diferencia de lo que sostiene la Nación, fue implementada para aplastar al conjunto de la clase obrera y no a las organizaciones guerrilleras que ya se encontraban derrotados militarmente.
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El verdadero odio es del Gobierno contra las familias que se organizan
Si quieren encontrar paralelismos no los busquen en nosotros, búsquenlos entre ustedes: tanto los medios macristas como kirchneristas festejaron el desalojo de las familias y montaron una campaña mentirosa y ridícula diciendo cosas como: “la gente prendió fuego las casillas” y “la izquierda fue la que tiró gases lacrimógenos”. ¿Saben quién se parece al rugbier twittero? -Y es mucho más peligroso-: el gobierno.
El líder de los pumas fue escrachado y repudiado por decir que quería atropellar gente pobre, algo que el gobierno pudo hacer sin tantas represalias, pasando con topadoras las casillas de las familias de Guernica. Kicillof y Berni, con el visto bueno y bajo la supervisión de Alberto y el pacto social de Cristina, cumplieron el deseo de algunos de los Pumas; fueron con 4000 policías a orquestar una cacería y aplastar a las familias trabajadoras para defender a los empresarios inmobiliarios y especuladores que obtuvieron sus ganancias por medio de pactos con la dictadura. Le informamos nuevamente a La Nación que a la única minoría que hay que temer está al lado suyo y son a los empresarios.
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¿Llamado a no hacer nada? El miedo a la juventud
Para La Nación somos “estudiantes enamorados de la parodia revolucionaria y militante”. Para Luciano Román, somos una juventud de clase acomodada, movidos por el fanatismo y el romanticismo de la lucha: como si no tuviésemos argumentos por los que salir a las calles, como si no viviésemos la crisis.
Nos burlan y repudian porque les duele que estudiantes -y encima del prestigioso Colegio Nacional Buenos Aires- estemos junto a los trabajadores. Su llamado es a la indiferencia, a no hacer nada, a la desorganización: les molesta que los jóvenes entendamos que nuestra lucha es con los trabajadores; con nuestros viejos que no cobran un mango, con nuestros abuelos con jubilaciones de miseria; con nuestros docentes, que recibieron un aumento mínimo de $700 y que hasta hace unos días todavía algunos no habían podido cobrar su salario desde abril; junto a la juventud precarizada que no se resigna a que les roben el futuro.
A La Nación le molesta que entre las inmobiliarias y los que no tienen nada, defendamos a los últimos. No les molesta el abstracto estar “politizados”, “ideologizados”, “opinar mucho”, ni el supuesto “odio” con el que nos manejamos. Si no fuera así, hubieran salido a criticar el atentado a la libertad de cátedra y la persecución ideológica a nuestros docentes alentado por la Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña (¡Ah! Cierto que Luciano Román salió a hablar, pero sosteniendo los mismos argumentos de la ministra). Hubieran salido en contra de las brutales represiones y la campaña macartista del gobierno contra la izquierda. Les molesta que seamos socialistas, que nos organicemos frente a las desigualdades y actuemos en consecuencia, que tomemos partido por los trabajadores y que estemos en cada conflicto, en cada lucha para que no seamos los estudiantes y los trabajadores los que paguemos la crisis.
La bronca que tenemos los estudiantes del Nacional también la expresan miles de jóvenes en todo el mundo que salen a la calle en contra del racismo y la violencia policial y porque no quieren resignarse a un futuro de miserias. Tenemos bronca, sí, a los empresarios que nos sacan nuestro futuro y presente y a sus partidos, el peronismo y la oposición, que se pelean día a día por ver quién baja más los salarios y jubilaciones. Sabemos que estamos en la vereda correcta de esta lucha y por eso a ellos sí, los combatimos día a día; tenemos claro quiénes son nuestros enemigos y por eso nos organizamos.