La crisis sanitaria trae consigo una crisis económica que ya se siente sobre todo en los barrios con más carencias. Estudiantes de profesorado del Normal nº 3 vieron la necesidad y decidieron donar sus refrigerios. Una invitación a la reflexión sobre esta nueva realidad.
Domingo 5 de abril de 2020 22:20
El instituto se encuentra en el barrio de Lugano, una zona donde prima la decadencia en el acceso a derechos tan elementales como por ejemplo el de la alimentación. Allí se pudieron ver durante la semana largas filas de familias que se expusieron en medio de la crisis sanitaria para buscar un bolsón de alimentos en las puertas de las escuelas, que por cierto es miserable porque no tiene la calidad nutritiva necesaria, ni la cantidad correspondiente a los días que necesitamos estar en cuarentena.
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La misma desidia criminal por parte del estado muestra que en 13 años del macrismo gobernando en la Ciudad ni siquiera tuvieron la intención de crear un hospital en esta parte de la zona sur. Lo más cercano a eso es el Centro Asistencial “Cecilia Grierson”, que no cuenta con salas de internación. Por ese motivo, sus trabajadores y trabajadoras expresaron su malestar por la falta de insumos y condiciones de trabajo a través de una campaña de Whatsapp.
La calidad de la vivienda
Lugano es uno de los tantos barrios de la capital que tiene villas en condiciones de hacinamiento, las cuales pueden ser un gran foco de contagio. Mientras se fomentó la construcción de edificios exclusivos en zonas como Puerto Madero para unos pocos, en los barrios para cientos de miles falta algo tan elemental como el agua, como por ejemplo en algunos sectores de Ciudad Oculta, donde padecen cortes por horas.
Ahora bien, en el marco de una pandemia que se desarrolla a nivel mundial, donde hay ejemplos en distintos países de contagios que se multiplican exponencialmente (y de muertes también), ¿no se trata de un barrio de altísimo riesgo? Vale recordar que esto pasa en unas de las ciudades más ricas del país.
Volviendo al profesorado, éste se compone en su mayoría por jóvenes, sobre todo mujeres, que como el conjunto de la juventud se encuentran lidiando con la desocupación o la precarización laboral. Muchas de esas jóvenes son madres y sostenes de familias.
En dicha institución el gobierno de la Ciudad entregó 315 refrigerios para alrededor de 900 estudiantes, tomando como criterio que solo se entregaría a aquellos que lograron anotarse para recibir la vianda, dejando incluso afuera a los ingresantes. Un criterio bastante absurdo porque es un hecho que no se estaría tratando de la misma realidad que hace un año atrás.
A pesar de este panorama, no faltó la solidaridad. Las y los estudiantes del profesorado a través de las redes sociales organizaron que quienes no iban a necesitar aquel refrigerio lo pusieran a disposición de las compañeras que verdaderamente lo necesitan. Y en caso de que sobraran, la propuesta era hacerlos llegar a alguna escuela o comedor cercano, ya que se sabe cuáles son las necesidades de muchas familias de la zona. Y así fue que también llevaron viandas a dos merenderos de Villa Cildañez.
Si bien hay que levantar y destacar los hechos de solidaridad que expresaron las y los estudiantes del Normal 3, no se debe naturalizar que el alimento de la gente dependa de la solidaridad de sus compañeras y compañeros, que solo pueden tener el pequeño gesto de donar su refrigerio.
¿Ausencia o presencia del estado?
Durante todo el relato pareciera que hay un “Estado ausente”, ¿pero es verdaderamente así?
El Estado y sus gobiernos están más que presentes. Pero presentes en el control represivo. Ya existen casos de jóvenes del barrio que salieron a trabajar y fueron parados y amedrentados por la policía, a pesar de que le mostraron su justificativo para estar en la calle. Vemos cómo a nivel nacional se replicaron muchos casos de abusos policiales en los barrios. Hasta el 31 de Marzo ya eran más de 33 mil les detenides y 500 mil las causas penales abiertas en el marco de la medida de cuarentena.
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También se puede ver como el Estado estuvo presente para dar una miserable ayuda solo a algunos de los que no tienen nada, mientras en lo que va del año ya se destinaron alrededor de 5250 millones de dólares a la deuda externa. De hecho el martes pasado, ya en situación de emergencia, se destinaron 248 millones de dólares solamente en intereses de deuda.
Y también estamos viendo el rol de las direcciones sindicales, incluso la dirección docente que se tomó muy enserio la cuarentena para no hacer nada.
Es crucial que las organizaciones estudiantiles no sigan ese camino y tengan un rol combativo e independiente de los gobiernos para poder estar a la altura de lo que ya estamos viviendo y de lo que se viene, más aún cuando se anuncian situaciones de depresión económica, donde sabemos que se van a seguir profundizando los ataques a todas nuestras condiciones de vida.
Si entendemos que la situación es de emergencia, se tienen que tomar medidas de emergencia.
La vida de la población va a estar garantizada si se dan vuelta las prioridades. Está comprobado que con sólo un impuesto del 3% a las grandes ganancias (como pueden ser las cerealeras, los bancos, los grupos económicos) hoy se podría establecer un salario de cuarentena de 30.000 pesos a personas que hoy no tienen ningún tipo de ingreso para sobrevivir en situación de aislamiento.
Es necesario exigir que haya testeos masivos como una medida de prevención, es necesaria la unificación de todo el sistema de salud público y privado abierto a toda la población, es necesaria una medida tan elemental como la prohibición de los despidos que verdaderamente sea efectiva.
La primera lección de esta cuarentena debe ser que este sistema no va más, nunca antes fue tan visible que mientras una minoría sigue priorizando sus negocios, el resto tenemos que seguir soportando políticas sistemáticas donde se cagan en la vida de millones, que están condenados a vivir en la miseria. Pelear por otra sociedad donde no exista la explotación, ni el desenfreno con la naturaleza, se vuelve la única salida.