Durante el mes de junio, el Proyecto Conectando Comunidades y Ecosistemas reveló la presencia de hasta 33 sustancias asociadas a plaguicidas en la Cuenca del Río Sixaola, que afectan incluso la Laguna Gandoca, parte del Área Silvestre Protegida Gandoca-Manzanillo. Al menos 13 de estos, están en niveles que ponen en riesgo la vida acuática.
Jueves 4 de julio de 2024
El territorio que comprende la Cuenca del Río Sixaola se extiende a lo largo de la región sur del Caribe costarricense, principalmente en parte del cantón de Talamanca; mientras que del lado panameño, se extiende en parte de la provincia de Bocas del Toro. Con más de 33.000 habitantes, la Cuenca se caracteriza por una gran diversidad, tanto territorial, como cultural. Atraviesa territorios indígenas, comunidades afrodescendientes, Áreas Silvestres Protegidas, zonas de producción agrícola, poblados en procesos de urbanización, según informa el propio Proyecto.
Sin embargo, a ambos lados de la frontera, los gobiernos y los estados nacionales son los grandes ausentes, dejando así a las comunidades a lo largo de la cuenca ocupando los índices más grandes de rezago social y en condiciones de vida deplorables, con más del 50% de la población en el cantón de Talamanca sin acceso al agua potable. Al mismo tiempo, el cultivo de banano basado en un modelo de monocultivo a escala industrial, mantiene a la población expuesta a severos impactos en el ambiente y la salud. Así lo demuestran diferentes iniciativas como el Proyecto Conectando Comunidades, a cargo del Análisis Transfronterizo de la Cuenca en junio de 2023 y que ha monitoreado la situación del agua en comunidades como Talamanca.
De acuerdo con los datos revelados por los muestreos a cargo del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional (IRET-UNA), en las muestras analizadas durante el 2022 se registraron residuos de hasta 23 plaguicidas distintos, con al menos 3 de estos en niveles superiores a los seguros para la vida de los ecosistemas acuáticos. Según el comunicado de prensa del estudio “estas sustancias estarían dañando a organismos acuáticos que no son objetivo de control de los plaguicidas.” Al contrastar los datos con las muestras que se tomaron durante el 2023 la situación se agrava al encontrar residuos de 26 plaguicidas, con hasta 9 en concentraciones superiores a los niveles de peligrosidad establecidos para el estudio.
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Por otro lado, el comunicado de prensa señala que tanto en los estudios realizados en 2022, como en los de 2023, se han encontrado residuos de hasta 6 plaguicidas distintos en la Laguna Gandoca, parte del Refugio Nacional Gandoca-Manzanillo. De estos, al menos 3 se encontraban en niveles críticos. Una vez más queda expuesta la realidad del modelo productivo basado en el monocultivo, que prioriza una actividad agrícola irresponsable, a una escala industrial intensa, que no tiene reparos en rociar la tierra o a los humanos que la trabajan con pesticidas a plena luz del día.
El monocultivo y la fractura ecológica
Es importante comprender cómo esta dinámica se asocia con el modelo de acumulación capitalista más en general, cuyos principios ponen en primer lugar la acumulación y la explotación de los recursos; mucho antes que el bienestar y la preservación del equilibrio natural. Estos principios, que rigen los modelos económicos extractivistas, así como la gran industria agrícola, crean lo que en literatura marxista es conocido como “fractura metabólica” o fractura ambiental: al ser actividades intensivas, con ritmos de producción mucho más acelerados que los propios ritmos y ciclos naturales y considerando además el uso excesivo de plaguicidas y químicos en los procesos productivos; provocan daños severos al equilibrio de los ecosistemas y al territorio en general, todo en pos de la acumulación privada del gran capital del agro, externalizando las consecuencias sobre las comunidades a las que, ya de por sí, expolian y explotan en los mismos campos de siembra.
La producción bananera y de plátano constituye la principal actividad agrícola de la zona, sin embargo, de acuerdo con el Análisis Transfronterizo es de “limitado impacto social y económico para apalancar el desarrollo humano (se trata de poblaciones en los niveles más rezagados de cada país), pero de alto impacto sobre el ambiente y sobre la cuenca”. En otras palabras, el modelo del monocultivo ha dejado estancadas a las comunidades, al tiempo que deja contaminadas tierras y fuentes de agua.
Añade el documento: “la región de la cuenca vive una paradoja complicada: posee las condiciones para generar recurso hídrico suficiente para el consumo humano y de actividades productivas (con la enorme protección en la cuenca alta en particular), pero tiene problemas serios de disponibilidad y acceso para grandes poblaciones”. En última instancia, se garantizan millones de dólares en producción bananera, al tiempo que se mantiene a poblaciones enteras sin los derechos más elementales, como lo es el acceso al agua potable.
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El problema de la fractura metabólica y la explotación agrícola capitalista es un tema que debe discutirse con seriedad, poniendo en el centro de la discusión la desigualdad que el capitalismo introduce entre el campo (expoliado de sus recursos naturales, bombardeado por las consecuencias ambientales) y la ciudad (concentrando enormes problemas de desigualdad palpables en los índices de indigencia e inseguridad). El camino para reducir la brecha entre ambos llama a debatir sobre las formas en que producimos y consumimos. Una conclusión tan clara que incluso el representante del PNUD José Vicente Troya Rodríguez declara que “los análisis de agua en la Cuenca del Sixaola nos deben preocupar y mover a cambios en el modelo de producción y consumo.”
Volviendo al Análisis Transfronterizo, el documento establece que la falta de información y evidencias, así como la inexistencia de herramientas de monitoreo del uso del suelo, el manejo de los residuos y la gestión del recurso hídrico, como la base de muchos de los problemas centrales de las comunidades que viven a lo largo de la Cuenca. Para abordar esta problemática de frente, es vital fortalecer organizaciones como la Asociación de Mujeres Indígenas Ngäbe de Sixaola, poniendo en manos de las mujeres, y en general, de los vecinos y vecinas de las comunidades, de todas aquellas personas trabajadoras del campo, las decisiones centrales en cuanto a la producción, así como la gestión y el uso del agua. Solo así será posible garantizar una agenda que ponga primero la vida silvestre y humana, y no la acumulación infinita de una minoría al costo de la vida digna de miles de familias.