Estos días hemos visto que ha vuelto el debate de la eutanasia, en diversas sesiones en el parlamento. En un contexto donde siete países han despenalizado la muerte asistida, se ha evidenciado nuevamente la hipocresía de los “defensores de la vida”, como la derecha y la Iglesia. Son los mismos que tienen la vida de las grandes mayorías en el suelo, los mismos que han gobernado y mantenido la herencia de la dictadura durante estos 30 años, los mismos que se niegan a un derecho básico como una muerte digna.
Viernes 16 de abril de 2021
Para comenzar a hablar, discutir y debatir sobre uno de los derechos que ha sido tema en cuestión de varios países a lo largo y ancho del mundo (incluyendo a Chile), la despenalización de la eutanasia o más conocida como “muerte asistida”
; es necesario recordar a Paula Díaz, una joven talquina que padecía una extraña enfermedad degenerativa, estando postrada varios años de su infancia, y quien falleció a la edad de 20 años a principios del 2019. El caso de esta joven fue fruto de una serie de discusiones y debates en torno a este tema, debido a que Paula y su familia pidieron desesperadamente en dos ocasiones el derecho a una “muerte digna”, durante el gobierno de Bachelet y el de Piñera, siendo negada tajantemente en ambas oportunidades.
En la actualidad, en un contexto donde solamente en siete países se ha despenalizado el derecho a la eutanasia (con una serie de condiciones y pautas diversas), en los últimos meses en este país se ha vuelto a poner el debate sobre la mesa. Algunos antecedentes y datos sobre este tema en cuestión:
Desde el año 2018 que se viene “estirando” la discusión en el parlamento, gracias a la derecha conservadora y sectores de centro de los partidos tradicionales del régimen en Chile. Durante mediados de ese año, la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, aprobó la idea de legislar un proyecto de ley de Eutanasia, donde principalmente Chile Vamos y la UDI pusieron una férrea oposición, señalando que arremeterían al proyecto apelando a la manoseada condición de la
“Objeción de conciencia”
.
Claramente el proyecto de ley no llegó a buen puerto, debido a la derecha conservadora adherida a la Iglesia antiderechos democráticos, la cual se ha opuesto históricamente a diversos derechos mínimos, como, por ejemplo, el derecho a la “muerte asistida”, o la ardua e histórica pelea del movimiento de mujeres a nivel nacional e internacional, el derecho al Aborto legal, libre, seguro y gratuito; y con una “oposición” tibia por parte de la izquierda parlamentaria, discutiendo “por arriba”, pero sin generar un ápice de discusión en la población, en los lugares de trabajo, estudio, en centros de salud inclusive, sin generar un gran movimiento que pudiese arremeter y lograr conseguir tal derecho democrático, el derecho a una “Muerte digna”.
Posteriormente, en octubre del 2019, la rebelión popular que comenzó con el salto de los torniquetes del Metro de Santiago de miles de jóvenes estudiantes secundarios, y que motivó la salida de millones a las calles, logró imponer en el escenario y debate político una serie de temas fundamentales que aquejan a las grandes mayorías de Chile, como ponerle fin a las AFP, el problema de la educación, vivienda, salud, etc. Con estos hechos previos, y posteriormente con la llegada de la pandemia del coronavirus, que ha puesto en jaque al Sistema público de salud, alzando nuevamente el problema de la salud en Chile. Y es que a fines del 2020, en la última encuesta CADEM de ese periodo, uno de los resultados que más impactó fue que, un 72% de los encuestados se expresara a favor de la eutanasia.
Llevando el tema a la actualidad, durante estos últimos meses hemos visto que ha vuelto el debate de la eutanasia al parlamento, encontrándose nuevamente con las mismas “piedras en el zapato”. Justamente el miércoles recién pasado comenzó una nueva sesión de discusión del proyecto “muerte digna y cuidados paliativos”, sesión que (era de esperarse) fue postergada. En el debate vimos la nefasta y moralista participación de la derecha, otra vez.
Desde el Gobierno de Sebastián Piñera, el ministro de la SEGPRES, Juan José Ossa, militante de RN, expresó su rechazo al proyecto: “El Gobierno ha pedido que sea rechazado el proyecto” , apelando a la vieja confiable, en sus palabras por “consideraciones valóricas”. Sin sorpresa alguna, diputados de “oposición” como la DC, rechazaron el proyecto, con el descaro de argumentar que: “Rechazamos este proyecto porque va a crear toda una industria de la eutanasia y turismo de la eutanasia. Creemos que la vida siempre debe ser respetada, vamos a renovar varias indicaciones, especialmente en lo que dice la objeción de conciencia”.
También argumentos moralistas de otro diputado de RN señalando: “Este es un proyecto donde se expresa la sociedad del descarte (…) Es una expresión de la sociedad mercantilista y egoísta que estamos viviendo, donde se crea la industria de la eutanasia, donde ya se señaló, es el punto de partida, para que mañana otros decidan por él”.
Con estos dichos de la derecha (unida hasta las entrañas con la iglesia) y de partidos de “oposición” como la DC, siembran y cosechan en el terreno de los antiderechos, mientras hipócritamente se alzan en contra del derecho básico a una muerte digna, en el nombre de la moral, de los valores y quienes se dicen defender la vida. Porque mientras estos mismos partidos del régimen de estos 30 años de herencia de la dictadura mantienen a millones de personas atendiéndose en un Sistema de salud que se cae a pedazos en medio de una pandemia, que ha dejado miles de muertos en Chile, donde no hay camas UCI para pacientes críticos, donde ni siquiera hospitales, consultorios y centros de salud en general, logran contar con insumos básicos, con acceso a medicamentos y a tratamientos para la población que lo requiera, mientras tienen el descaro de decir que a través de la despenalización de la eutanasia “otros decidirán” por los pacientes; miles de pacientes con enfermedades terminales, degenerativas autoinmunes, enfermedades que tienen a miles de pacientes postrados, como por ejemplo de tercera edad, que esperan una lenta y dolorosa muerte, solos en sus hogares, sin contar incluso con servicios básicos, como el agua, luz, sin tener qué comer, y que por lo mismo no cuentan con los medicamentos necesarios para poder tratar sus enfermedades crónicas, las cuales requieren tratamiento y control periódico.
Para poder obtener el derecho a una muerte realmente digna, con asistencia médica completa, debemos cuestionar varios temas. La salud en Chile que recibe un miserable presupuesto por parte del Estado, y que mientras hemos visto los estragos que ha dejado la pandemia en este Sistema público de salud, es necesario cuestionar qué modelo y Sistema de salud queremos y por sobre todo necesitamos, para que éste pueda satisfacer todas las necesidades sanitarias y de cuidados de la población, para que un Sistema de salud pueda realmente garantizar la eutanasia en personas que así lo deseen. También para poder obtener este derecho hay que oponerse férreamente a los antiderechos: El Gobierno de Piñera, la derecha, los partidos de “oposición” como la DC, la misma iglesia.
Para que la “muerte digna” sea efectivamente un derecho al servicio de las grandes mayorías y para quien lo requiera, es que primero debemos pelear y movilizarnos de conjunto, las y los trabajadores, estudiantes y pobladores, en conseguir primero que haya una “vida realmente digna” para las grandes mayorías, y cuestionando en profundidad esto; es que se hace incompatible que siga existiendo el Sistema Capitalista, que nos impone modelos de sociedad que lo único que hacen es poner siempre por delante las ganancias de unos pocos, por delante de la vida y de la muerte de las grandes mayorías, de quienes hacemos mover el mundo.