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Red Internacional
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EvAU: una prueba clasista y segregadora de la que reniega la juventud

Año tras año la juventud se enfrenta a la EvAU, la prueba conocida por el miedo y la ansiedad, por la falsa igualdad de oportunidades, por la defensa de la “meritocracia” y por jugarte tu futuro entre el abanico de ofertas (la mayoría poco apetecibles) al que nos condena el capitalismo.

Martes 27 de diciembre de 2022

Una prueba que no tiene en cuenta lo que sabemos de verdad, sino lo que somos capaces de escupir en un determinado intervalo de tiempo bajo unas duras condiciones de estrés y presión. Con un tinte clasista inmenso que ignora las dificultades de los hijos de la clase trabajadora y las facilidades de los que sí tienen recursos económicos. Una prueba cuyo ADN es la lógica competitiva que tan útil le resulta a la clase dominante que nos prefiere separados y sin pensamiento crítico.

Se nos ha vendido el cuento de que la EvAU es una prueba positiva para el alumnado, necesaria para tener mejores profesionales, para diferenciar entre aptos y no aptos. Sin embargo, ¿realmente necesitamos hacer una criba? ¿Es justo que las personas que no llegan a una nota concreta no puedan cursar los estudios que desean? ¿Qué dice una prueba así de nuestra “valía”?

Cuando eres una persona con una situación familiar estable, con una buena situación económica que te permite tener profesores particulares, clases extraescolares, o incluso simplemente un buen espacio de estudio en el que puedas concentrarte, tienes una ventaja muy notable frente a una persona que tiene que ayudar a su familia a llegar a fin de mes, cuidar de sus hermanos pequeños mientras sus padres trabajan dobles o triples jornadas laborales, o simplemente que no tiene el tiempo ni las condiciones para estar horas estudiando. Sin olvidar, que es una prueba que cuesta dinero. En España, la Comunidad Autónoma en la que la EvAu es más barata es Galicia, dónde cuesta 63,67 euros, y la más cara es en Aragón, donde cuesta 185,95 euros. Estas cantidades resultan muy poco accesibles para las familias trabajadores que, con la inflación y el aumento del coste de la vida, cada vez tienen más dificultades para llegar a fin de mes. No hay igualdad de oportunidades, por mucho que nos hagan creer que sí.

Otro argumento que se suele dar a favor de la EvAU es que ayuda a los alumnos de los institutos públicos a superar a los de la privada. Pero no se paran a pensar en que quizá el problema principal es la propia existencia de institutos privados, que hacen negocio con un derecho tan básico como la educación mientras la pública se va desmantelando bien por las derechas neoliberales como Ayuso en la Comunidad de Madrid, bien por la LOMLOE del gobierno “progresista” que les abre camino. Si no existieran los centros privados, cuna de los hijos de la gran y pequeña burguesía, y arrancásemos de las manos de la Iglesia el negocio, podríamos empezar a hablar de “meritocracia”, por ahora, seguiremos hablando de segregacionismo de clase.

Esta prueba segregadora para lo único que sirve es para generar ansiedad a los jóvenes a los que les obliga a jugarse su futuro en unos exámenes, y a estar dos años dominados por esta tensión, sin poder tener tiempo para otra cosa. Una tensión incentivada por la creencia de que necesitamos demostrar lo que valemos mediante una nota. Estoy segura de que todos los alumnos de bachillerato han oído cientos de veces que en los dos años previos a la EvAu no van a tener vida, no van a poder salir, cultivar relaciones, disfrutar de su tiempo, etc. Mi pregunta es, ¿por qué? ¿Por qué el estudiar tiene que conllevar sufrimiento, ansiedad y decepción? ¿Por qué nunca nos planteamos que esto no está bien?

Nos hacen creer que es algo por lo que tenemos que pasar, pero no es así. Los estudios deberían enriquecernos y formarnos, no ayudarnos a desarrollar más y más problemas. Está prueba no nos hace aprender, nos hace memorizar todo el temario y escupirlo en los exámenes. No nos ayuda en nuestra vida, porque no está planteada para nuestro aprendizaje ni desarrollo, si esto fuera así no daríamos los contenidos a la velocidad que los damos ni de la forma en la que lo hacemos. Además, la EvAu nos incentiva a competir por carreras que deberían ser accesibles para todes. Está demostrado que esta tóxica competitividad no genera cosas positivas, no nos ayuda a trabajar en equipo ni a ayudarnos entre nosotres. Sin embargo, hay otros modelos de enseñanza posibles. Tenemos el ejemplo de las transformaciones radicales en el sistema educativo después de la Revolución Rusa, donde se evaluaba a cada clase colectivamente, lo cual fomentaba el trabajo en equipo y la cooperación, al contrario que en el sistema educativo actual.

Esta lógica capitalista y meritocrática del estudio no tiene en cuenta la individualidad de los estudiantes. Se nos evalúa a todes de la misma forma, cuando la realidad es que no tenemos las mismas capacidades ni habilidades. Y todo esto va muy unido a la gran cantidad de aptitudes que no se ponen sobre la mesa, aptitudes que en muchos trabajos son necesarias. Por ejemplo, a todes les estudiantes que quieren ser profesores no se les tiene en cuenta su capacidad para resolver problemas, la sensibilidad que tienen con les niñes, su forma de actuar ante situaciones complicadas, etc. Así es como luego llegan a las aulas profesores que no saben cómo manejar una clase, y no comprenden que no tienen delante números, sino personas.

Todas estas medidas hacen que interioricemos una visión mecánica del estudio. Que no nos planteamos cosas, no tengamos pensamiento crítico y lo único que queramos es que acabe rápido todo. Nos hace estar sumidos en un clima de negatividad constante que no nos deja disfrutar de nuestra vida en unos años en los cuáles estamos cambiando todo el rato, intentando encontrar cosas que nos motiven, nos llenen y nos hagan felices. No nos motiva a querer formarnos y aprender, y es una de las razones por la que tantos jóvenes abandonan el estudio y por la que el sistema educativo es sólo un reflejo del capitalismo y sus intentos de dominación.

La juventud está cansada, está cansada de que las cosas no cambien, de que estudiar sea un suplicio, de que no tengamos las mismas oportunidades y de que no se fomenten nuestras habilidades. Queremos poder acceder a los estudios que queremos sin necesidad de una criba, queremos estudiar todes, independientemente de nuestros recursos y situaciones personales, y queremos estudiar gratis, mediante una educación pública y laica.

No vamos a permitir que nuestro futuro lo dicte una prueba clasista y segregadora. No vamos a dejar que este sistema siga separándonos y cuestionando nuestro futuro, un futuro por el que vamos a luchar, un futuro que nos pertenece.