En una sala llena en la periferia parisina, se realizó el primer acto de la candidatura del Nuevo Partido Anticapitalista.
Viernes 24 de marzo de 2017
Foto: Révolution Permanente
Más de 250 personas siguieron atentamente el discurso del candidato del NPA, el cual fue precedido de intervenciones de protagonistas de varias luchas, trabajadores y estudiantes.
Francia tiene un candidato obrero y anticapitalista para estas elecciones. Después de haber logrado superar todas las trabas antidemocráticas de la Ley electoral, Philippe Poutou, obrero de la FORD, presenta su programa político para la contienda electoral.
En este primer acto “oficial” de campaña tras la validación de las candidaturas por el Consejo Constitucional, los medios se agolpaban en la puerta, entre ellos RMC, CéNews, la prensa local y nacional entre las que se contaban Le Figaro, Le Parisien y Libé. Al día siguiente, el acto tuvo gran repercusión, con artículos especiales en Le Figaro y Le Monde.
Desde la tribuna, Philippe Poutou, cuestionó la idea que quieren normalizar los capitalistas: que hay que aceptar que Bernard Arnault, la primera fortuna mundial, a la cabeza del grupo LVMH, posea 40.000 millones de euros, pero que la intención de combatir la precariedad, los problemas de vivienda y el paro sería una “utopía”.
El programa del NPA que adelantó Poutou trata de aportar respuestas políticas a los problemas que se quieren presentar como “irresolubles”: reparto de las horas de trabajo hasta la eliminación del desempleo, contratación masiva en los servicios públicos y prohibición de los despidos, ninguna pensión, jubilación o salarios por debajo de 1700 euros para vivir dignamente. ¿Imposible? ¿Quién dijo que la lucha de clases no puede cambiar las condiciones que nos impone la burguesía? Con este mensaje potente se estrenó la candidatura anticapitalista.
Una tribuna para la lucha
La nutrida tribuna ofrecía una imagen simbólica de todo lo que los suburbios parisinos pueden mostrar en términos de rabia, lucha y combate. Así lo señaló desde el escenario Elise Lecoq, profesora en el 93 [el 93 es un departamento de la periferia de París, con ciudades dormitorio de carácter obrero e inmigrante].
Ghislaine Tormos, ex-huelguista de la fábrica PSA Aulnay, actualmente en PSA Poissy, describió en su intervención cómo vive la explotación en su puesto de trabajo, en la cadena productiva de los automóviles, una trabajadora afiliada a la CGT.
A continuación, Cyril, desde la Compañía de Teatro Jolie-Môme, evocó la represión sufrida por quienes luchaban contra la Loi Travail. También se refirió a lo que representa la cultura para la clase trabajadora, la forma en la cual las políticas de austeridad nos privan del acceso a la misma.
“Estudiante y trabajador temporal”, Nathan, militante de la Juventud del NPA en París 8 [importante universidad parisina)], describió el día a día de todos estos jóvenes que además de estudiar en la facultad, son condenados a la precariedad para financiar sus estudios. Una situación que sufren actualmente la mitad de los estudiantes. “Si la precariedad es una norma, hay que contrarrestarla con la organización y la lucha”, señaló Nathan.
La profesora y militante del NPA Elise Lecoq, relató por su parte, con detalle, las condiciones particularmente duras de los jóvenes de los barrios: siendo blanco de presiones permanentes de la Policía, controles y estigmatización. Todo un intento de disciplinamiento para convertirlos en carne de cañpara el patrón.
Anasse Kazib, maquinista y delegado sindical en Bourget, tomó la palabara también para explicar la relación entre el desmantelamiento de los servicios públicos y la degradación de las condiciones laborales, nombrando el caso de los suicidios cometidos y definiéndolos como “crímenes patronales”, como en el caso de Edouard, su compañero de profesión en Saint-Lazare.
Nuestra bandera
Poutou insistió en cuál debe ser la bandera de lucha de la clase obrera. Aunque en el Siglo de las Luces los estandartes tricolores eran agitados tanto por la izquierda como por la derecha, el chovinismo y los discursos patrióticos sirven para dividir a nuestra clase o hacerla creer que estará más protegida dentro de “sus” fronteras, dijo. El candidato del NPA subrayó que “nuestro proyecto es inseparable de la idea de la unidad internacionalista.”
Sin nombrarlo, pero dialogando con quienes estarían tentados de votar a Mélenchon, Poutou mostró cómo la apertura de las fronteras, la solidaridad con los pueblos en lucha, comenzando por el pueblo palestino, así como un programa internacionalista, son fundamentales para la capacidad de la clase trabajadora y la juventud de luchar y de enfrentar a la derecha y la extrema derecha, sin caer en la lógica del “voto útil”.
Numerosos jóvenes, trabajadores públicos y del sector privado, vecinos llegados de todos los rincones de la ciudad, sentían como propios los eslóganes lanzados desde la tribuna. El debate en la sala, desde la primera ronda de intervenciones, permitió abordar también la cuestión de las bajas pensiones, la cuestión de la ecología y las energías renovables y concluir con varias intervenciones sobre las perspectivas internacionalistas.
Las elecciones son una tribuna, aseguró Philippe Poutou. Entonces, ¿por qué presentarse a unas elecciones que no van a cambiar nada en sí mismo para nuestra clase? Para difundir un mensaje de combatividad y de lucha, de preparación para las luchas futuras, un programa anticapitalista. Philippe recibió el apoyo entusiasta de una sala vibrante y dispuesta a militar la campaña en los lugares de trabajo, los institutos, las escuelas y los barrios.
* Publicado originalmente en Révolution Permanente.