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Red Internacional
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Deuda Externa. FMI: “inversores ansiosos” y el “optimismo” con Macri los culpables de la crisis de deuda

En un estudio publicado este miércoles por el FMI, el organismo busca lavarse las manos en la previa de la negociación con el ministro de Economía Martín Guzmán. El préstamo otorgado al país por la institución sería sólo una consecuencia inevitable de conductas “irracionales”.

Matías Hof

Matías Hof @HofMatias

Jueves 20 de agosto de 2020 02:14

En respuesta a la crisis económica internacional muchos Estados están aumentando su endeudamiento llegando a niveles nunca vistos y comienzan a realizarse reestructuraciones de deuda en algunos países. Aunque suene a chiste de mal gusto, un informe de economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) publicado este miércoles advierte sobre las consecuencias del sobreendeudamiento y toma como ejemplo principal por la negativa a la Argentina. En el estudio responsabilizan al gobierno de Mauricio Macri y a los inversores de la crisis de deuda que se abrió en 2018 y ubican al préstamo otorgado por el Fondo como una consecuencia natural de decisiones “irracionales” ajenas al organismo. ¿Tiene sentido este análisis? ¿Cuál es su objetivo?

En el documento firmado por Ramzy Al-Aminey y Tim Willems, los economistas del FMI afirman que: “a fines de 2015, la población eligió a Mauricio Macri como su nuevo presidente. Esto generó entusiasmo entre los inversores internacionales, quienes vieron a Macri como un reformador favorable al mercado. Con tan altas esperanzas, los inversores estaban ansiosos por otorgar préstamos a Argentina”. Para los autores esta situación es la que luego dio origen a la crisis ya que “el optimismo indebido en torno a un país tiende a ir seguido de resultados económicos adversos (menor crecimiento económico y, con mayor retraso, mayor incidencia de crisis fiscales).” El gobierno de Cambiemos y los fondos de inversión se habrían ilusionado por demás con el futuro económico del país y al poco tiempo se habrían chocado con la realidad.

Este análisis resulta funcional al FMI teniendo cuenta que al llegar la “ilusión” a su fin, el organismo le prestó a la Argentina los dólares necesarios para seguir pagando las deudas contraídas. En el relato omiten señalar que el “optimismo” partió del pago a los fondos buitres en 2016, votado en el Congreso tanto por Cambiemos como por el Frente de Todos, convalidando ganancias superiores al 1.000%. Y luego continuó gracias al otorgamiento de condiciones favorables a los acreedores, en un contexto internacional de pocas opciones para obtener rendimientos altos que explican un poco más la “ansiedad” por comprar bonos. No fueron “esperanzas” sin fundamento, el Gobierno pudo financiar la escasez de divisas durante tres años y los fondos de inversión obtuvieron (y seguirán obteniendo) grandes ganancias, si el Estado iba poder hacer frente a los vencimientos en un futuro distante era un riesgo no prioritario.

Este acuerdo, con graves consecuencias para las grandes mayorías de la población, lo llevaron hasta las últimas consecuencias. Como grafican en el informe, el gobierno de Macri emitió “u$s56.000 millones (9% del PBI de 2017) en deuda externa entre enero de 2016 y junio de 2018, en parte mediante la colocación de un bono a 100 años sin precedentes”. Ningún “optimismo” puede provocar un “error” de tales proporciones, en realidad realizaron una estafa a las millones de familias que mediante impuestos como el IVA sostienen los ingresos del Estado.

Al-Aminey y Willems afirman que lo correcto hubiese sido realizar un “ajuste fiscal” como si no hubiese sido parte del plan aplicado por Cambiemos y sin dedicar ni una línea a las consecuencias que hubiesen generado recortar aún más el presupuesto. El salario de los empleados estatales cayó más de un 20% en términos reales entre el 2015 y el 2019 ¿Cuánto más era necesario para evitar la crisis? Ni el ajuste, ni la deuda otorgaron soluciones para los trabajadores.

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El objetivo de su investigación puede entenderse cuando desarrollan que: “Las reformas de Macri no trajeron las mejoras inmediatas que los inversores y los argentinos esperaban, lo que finalmente hizo que Argentina perdiera el acceso a los mercados de capital internacionales, y la llevó al préstamo más grande en la historia del FMI en julio de 2018 (de US$ 57.000 millones), seguido de un proceso de reestructuración que involucró US$ 65.000 millones en deuda externa”. Teniendo en cuenta que, cerrado el canje con los bonistas, el ministro de Economía Martín Guzmán se prepara para iniciar las negociaciones con el FMI, no es de extrañar que el organismo elabore su visión de los hechos. El Fondo sería entonces el salvador del Gobierno y los acreedores que tomaron decisiones “irracionales”; no el cómplice de una estafa.

No hay ninguna mención en el documento a las declaraciones del ex presidente Macri acerca del deber para “los habitantes del territorio nacional” de “enamorarse” de la entonces directora del FMI, Christine Lagarde. Tampoco al apoyo explícito al macrismo por parte de esta última que en junio del 2018, por tomar un ejemplo, publicó en Twitter: “Reiteré el apoyo del FMI al programa económico de Argentina, que está comenzando a dar resultados y debería sentar las bases para un crecimiento sostenible”. Es que el FMI además de prestar los fondos necesarios para que el Estado siga pagando una deuda ilegítima, permitió, pasando por arriba de sus estatutos, que los dólares puedan ser vendidos en el mercado cambiario para luego ser fugados al exterior.

Alberto Fernández había denunciado en 2019 que: "La campaña política más cara de la historia de la humanidad es la de Macri. A los argentinos nos costó 57.000 millones de dólares". Pero pareciera haber sido un discurso para las elecciones, lejos de desconocer el préstamo otorgado por el FMI o al menos realizar una investigación sobre la deuda, el Gobierno se prepara para negociar las condiciones para acordar una extensión de los plazos con el Fondo. Una situación repetida en la historia argentina y el FMI no hará una excepción esta vez, exigirá reformas que busquen obligar a los trabajadores a pagar la crisis.

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