En el primer semestre del año el gobierno pagó en moneda extranjera U$S 8.120 millones de capital netos y U$S 4.758 millones de intereses. Sin embargo, la deuda pública no dejó de crecer y saltó a U$S 452 mil millones. Se cae el relato liberal: ¿por qué el gobierno se endeuda si logró su ansiado superávit fiscal? La oposición peronista, sin alternativa a la vista al régimen del FMI.
Lucía Ortega @OrtegaLu_
Jueves 29 de agosto 20:57
La deuda pública creció 22% con Milei a U$S 452 mil millones en julio de 2024. Imagen: NA/Perfil.
Desde que asumió, Milei pagó unos U$S 13.000 millones de capital e intereses en moneda extranjera, sin embargo la deuda pública pegó un salto muy importante: pasó de U$S 371 mil millones en diciembre de 2023 a U$S 452 mil millones en julio de 2024. Es decir, aumentó un 22 %, fundamentalmente por colocaciones en pesos. El 56% de la deuda total corresponde a deuda en moneda extranjera.
El informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) detalla que las cancelaciones netas de capital en moneda extranjera sumaron U$S 8.120 millones en el primer semestre de 2024, en tanto que los intereses de deuda alcanzaron U$S 4.758 millones, la mayoría liquidados en el mes de enero, el de mayor ajuste sobre salarios y jubilaciones. En total, se cancelaron unos U$S 12.878 millones.
Posteriormente, en el mes de julio se cancelaron en forma neta otros U$S 1.125 millones (U$S 4.818 millones de cancelaciones de capital e intereses, menos U$S 3.185 millones de desembolsos de préstamos o colocaciones y U$S 508 millones de ajuste de valuación).
A ello hay que agregar el pago de otros $ 0,87 billones por intereses de la deuda en pesos en el primer semestre. Lo que equivale a unos U$S 1.000 millones más.
Tormenta a la vista: los vencimientos que vienen
En lo que queda de 2024, los servicios de deuda para el periodo de agosto a diciembre en moneda local se estiman en $ 32.273.034 millones y en moneda extranjera en U$S 8.028 millones, de los cuales U$S 4.504 millones corresponden a letras al BCRA y organismos públicos, de acuerdo a OPC.
En los próximos años Argentina deberá enfrentar fuertes vencimientos de deuda en dólares gracias a la reestructuración que realizó Martín Guzmán en 2020 con acreedores privados y al acuerdo alcanzado en 2022 con el FMI.
En 2025 vencen U$S 13,5 mil millones; en 2026, U$S 14,4 mil millones; en 2027, U$S 18,8 mil millones. A este cronograma hay que adicionar que el Banco Central está generando nueva deuda con importadores. Se trata de cifras que la economía argentina no resiste pagar ni con el superávit comercial de años de hundimiento económico como el actual (cuando son bajas las importaciones). Por ejemplo en 2021, con el rebote económico post pandemia, el saldo comercial fue de U$S 14.750 millones, siendo este el segundo mayor superávit de la última década.
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El gobierno de Milei aplicó un feroz ajuste del gasto en los primeros meses en base a “motosierra” y “licuadora”. Realizó recortes directos de partidas presupuestarias destinadas al gasto social (jubilaciones, asignaciones, educación, salud, asistencia social), la obra pública y el ajuste de los salarios estatales. Junto con ello, llevó adelante una licuación de dichas partidas con el mecanismo inflacionario desatado por la propia devaluación de Luis Caputo a fines de diciembre, la liberación de precios y los tarifazos.
Los recursos para el pago de la deuda salieron del bolsillo de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Casi un tercio del ajuste del gasto (27,5%) se explica por el recorte en jubilaciones y pensiones, de acuerdo al seguimiento de la ejecución presupuestaria que realiza OPC. En los primeros siete meses del año, el poder adquisitivo promedio de las jubilaciones cayó 22% respecto al mismo período del año pasado (29,2% para los haberes sin bono y 18,5% para los haberes con bono).
Milei se jactó de alcanzar rápidamente un superávit financiero y llevar adelante un ajuste más fuerte que el que exigía el mismo FMI. Pero eso no sólo al organismo internacional no le es suficiente y exige más medidas (como una liberación del cepo cambiario y devaluación), sino que hunde aún más a la economía en la recesión y empeora incluso las perspectivas de poder afrontar los vencimientos de deuda que se avecinan.
¿Qué hacer con la deuda?
Ante la montaña de vencimientos de deuda en los próximos meses, Milei propone profundizar el ajuste. Una vía que ya se ha probado en varias oportunidades en la historia y que sólo agudiza los problemas para conseguir los recursos necesarios. El ajuste fiscal en estas circunstancias deprime la actividad económica, el consumo, y la recaudación.
Pero las alternativas en la oposición no abundan. Dentro del peronismo, en sus distintas variantes, no propone algo distinto a continuar pagando (a billete limpio o con más endeudamiento) y, eventualmente, buscar nuevos acuerdos “desde una posición de fuerza”, que nunca llega. Hasta el día de hoy, Cristina Fernández sigue reivindicando haber sido “pagadora serial” de más de U$S 200.000 millones durante sus gobiernos. En la experiencia reciente del gobierno del Frente de Todos los límites de esta política se muestran a flor de piel.
A pesar de haber asumido planteando tirar abajo el ajuste de Macri, el gobierno de Alberto y Cristina no investigó la deuda contraída por el macrismo y convalidó la estafa cuando impulsó el acuerdo con el Fondo en el Congreso, con Guzmán y Massa a la cabeza. Desde el primer día, toda la orientación económica estuvo en función de alcanzar algún tipo de negociación, primero con los fondos privados en plena pandemia y luego con el FMI, para pagar la deuda. Esto implicó subordinar las prioridades a un ajuste sobre las mayorías trabajadoras para que el FMI acceda a algún tipo de acuerdo.
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Poco duró la retórica de “empezar por los últimos”. En el primer mes de gobierno, la primera ley importante enviada al Congreso fue la “ley de solidaridad y reactivación económica” que permitió entre otras cosas, una rebaja de las jubilaciones. De allí en adelante, todo el esquema se apoyó sobre los mismos preceptos: la “solidaridad” fue con los bonistas.
En cuatro años la pobreza se incrementó en casi 10 puntos, llegando a 44,9% en el cuarto trimestre de 2023, y con niveles alarmantes de indigencia. En la campaña electoral de 2023 ninguno de sus dos candidatos, ni Massa ni Grabois, plantearon una vía que se proponga alterar realmente el orden impuesto por el FMI.
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Desde el inicio, la izquierda advirtió que era imposible conciliar los pagos de la deuda al Fondo y mejorar sustancialmente las condiciones de vida de las mayorías trabajadoras al mismo tiempo. Un programa que no parta de este balance está destinado al fracaso.
Sin romper con el FMI y desconocer la estafa de la deuda es impensable una salida para las mayorías. Se trata de recursos importantes para el país que se convierten en una sangría de divisas. La expulsión del FMI del país y el desconocimiento soberano de la deuda odiosa, basados en la movilización obrera y popular, constituyen un primer paso esencial para poner fin a la decadencia infinita a que somete la clase capitalista a las mayorías populares.
Lucía Ortega
Economista UBA. Coeditora de la sección de Economía de La Izquierda Diario.