Uno de los siete denunciantes del cura abusador de Paraná sale del anonimato ante la complicidad de la jerarquía eclesiástica y de Justicia. Las mentiras de AICA y el silencio de Francisco.
Lunes 16 de mayo de 2016 10:46
En la foto se ven, junto al autor de la nota, Ricardo Leguizamón, María Elena Alé, Jorge Riani y Fabián Schunk.
Tórrida. Así es la noche en pleno febrero paranaense. La gente camina a paso tranquilo en pleno ocaso. En una carpa diminuta, instalada en la plaza central, frente a la Catedral, los docentes explican los motivos del paro. Nadie intuye que al día siguiente el temporal hará desastres. Pocos, muy pocos, saben que, en ese momento, en el salón principal de la fundación La Hendija, ante alrededor de 150 personas, Fabián Schunk estaba decidido a romper el silencio.
La excusa era la presentación de “La derecha católica: de la contrarrevolución a Francisco” (De la campana, 2015). Ya habían hablado la militante feminista María Elena Alé y los periodistas Ricardo Leguizamón y Jorge Riani. Nadie lo prologó, apenas si lo presentaron como “víctima” del cura Justo José Ilarraz. Alto y algo encorvado, Schunk clavó la vista en el piso, micrófono en mano: “Me podrían haber presentado como vicerrector, ex seminarista o profesor. Pero no. No me presentaron por algo que hice, sino por algo que me hicieron”.
Schunk es el único de los siete denunciantes contra Ilarraz, que decidió salir del anonimato. Y lo hizo por la necesidad de enfrentar la complicidad de la cúpula eclesiástica, y la devastadora maquinaria revictimizante de la justicia cuando tiene en el banquillo de los acusados a un representante de la Iglesia.
Vale recordar que el caso lleva veinte años de demora. Dos décadas, tres papas, cinco presidentes de la Conferencia Episcopal Argentina y tres arzobispos de Paraná tuvieron que pasar para que se siente en el banquillo de los acusados el cura Justo José Ilarraz, sindicado por el abuso de medio centenar de seminaristas de menos de 15 años entre 1985 y 1993.
AICA miente
Tras años de angustiante lucha, en febrero, la Corte Suprema de Justicia de la Nación pidió el expediente por el que el cura estaba procesado, al tribunal que debía resolver la apelación. En marzo, lo devolvió. Con todo dispuesto para la continuación del proceso judicial, en medio de las repercusiones públicas por la película Spotlight, la Agencia Informativa Católica Argentina mintió por medio de un comunicado al que tituló: “A propósito del caso en que está imputado el padre Ilarraz”.
En él, asegura que, según lo informado por el presidente del Tribunal Interdiocesano Bonaerense, Hugo Adrián von Ustinov , en las últimas semanas, “los medios de comunicación se han hecho eco de los pasos procesales. En el ámbito eclesiástico prosigue una investigación iniciada por el Arzobispado de Paraná y que nunca sufrió paralización, en orden a conocer la verdad y hacer justicia sobre los hechos presuntamente ocurridos en el Seminario Arquidiocesano entre 1985 y 1995”. De acuerdo con esta versión, el juicio diocesano llevado a cabo por el Arzobispado de Paraná habría comenzado en 2013 luego de que se conociese públicamente el caso a partir de la revelación de la revista Análisis Digital. Sin embargo, de esta manera, deja expuesto mucho más aún el encubrimiento perpetrado por el cardenal emérito Estanislao Karlic y el actual arzobispo Juan Alberto Puiggari. Incluso, el abogado canonista Carlos Lombardi, referente local de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico, sostuvo, en diálogo con Radio de la Plaza, que “los obispos se manejan como patrón de estancia y son quienes deciden si impulsan o no los expedientes”. A su vez, enfocó de lleno la sumisión como núcleo de la relación de poder que rige la institución: “Así sucede porque la relación de poder y abuso entre víctima y victimario, es tan brutal y cínica que cuesta romper el hechizo. A las víctimas les cuesta mucho romper la relación de poder y una vez que lo logran, van a la Justicia y se encuentran con los delitos prescriptos”.
A contramano de lo que sostuvo Von Ustinov, en 1995, Karlic, decreto mediante, simuló llevar a cabo un juicio eclesiástico contra el sacerdote acusado. Sin embargo, tras tomar testimonio a los jóvenes abusados, de entre 12 y 14 años, envió a Ilarraz a Roma, donde, el 18 de enero de 1997, como reveló recientemente el periodista Ricardo Leguizamón, el cura escribió una carta de dos hojas dirigida al Tribunal Eclesiástico del Vaticano, contando, a modo de confesión, que entre 1991 y 1993, “mantuvo relaciones abusivas” con los adolescentes que en esos años cursaban como internos la escuela secundaria del Seminario Arquidiocesano de Paraná. Esa misiva del ex prefecto de disciplina del Seminario, entre 1985 y 1993, está desde hace 15 días en manos de la juez Paola Firpo, que la expuso ante los abogados de las partes.
Tras la publicación de Análisis Digital en septiembre de 2012, Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, se plegó al comunicado dado a conocer por Puiggari-quien, no bien asumió, bendijo a la facción local del partido fundado por el coronel Mohamed Alí Seineldín-. En los seis puntos en los que consistía el mismo, el ex obispo de Mar del Plata falseó lo ocurrido al indicar que “cuando por primera vez se conocieron los hechos se realizaron todas las medidas tendientes al esclarecimiento de la verdad, siempre preservando el derecho a la intimidad y el debido proceso, y conforme a nuestro conocimiento sobre la legislación entonces vigente”. Es decir, premiar a Ilarraz con un viaje a Europa para que estudiase la Licenciatura en Misionología en la Pontificia Universidad Urbaniana, y no denunciarlo ante la justicia ordinaria. Ni que las víctimas hiciesen llegar la endeble investigación de Karlic a Francisco, modificó la inercia del Vaticano. Ilarraz recién sería procesado el 10 de julio de 2015 por la jueza Firpo, a cargo de la causa "Ilarraz Justo José s/Promoción a la corrupción agravada".
“Por mí y por el resto”
Fabián Schunk habla por primera vez para un medio masivo. Y en su conversación con La Izquierda Diario deja constancia de una verdad que para la Iglesia es un secreto guardado bajo siete llaves. Pero un secreto a voces.
¿Como evalúas que recién ahora el Tribunal Eclesiástico haya decidido reabrir el caso?
¿Como vieron en su momento la postura de Bergoglio?
Después de años de lucha ¿qué imagen tenés de la jerarquía católica?
¿Por qué decidiste hablar públicamente?
Yo di el paso por mí y por el resto de los muchachos, incluso por aquellos que son víctimas y no lo denunciaron. Se siente liberación, se siente lo que se siente cuando se saca un gran peso de encima. Uno no solamente dice algo, sino que rompe y quiebra una atadura impuesta por los que resguardaron su prestigio a costa del dolor.