La rebaja de las previsiones del crecimiento del Fondo Monetario Internacional (FMI) se transformaron en un deporte desde el inicio de la crisis de 2008. En este caso y aunque se ponen de manifiesto tendencias contradictorias para la coyuntura, el organismo hace hincapié en los factores más débiles con la clara intención de influir en la decisión del Banco Central Europeo sobre políticas de facilidad cuantitativa en su reunión de hoy.
Jueves 22 de enero de 2015
La rebaja de las previsiones de crecimiento del FMI se transformaron en un rito que se reitera cada tres meses desde la quiebra de Lehman en 2008. La institución que dirige Christine Lagarde confirmó que la economía internacional crecerá menos de lo que habían calculado en octubre.
Esta previsión no obstante contiene importantes desigualdades. El PBI de Estados Unidos aumentará un 3,6% este año y un 3,3% en 2016, lo que supone un incremento de medio punto y tres décimas, respectivamente, con relación a los pronósticos de hace tres meses. Por otra parte, España es la otra única gran economía, que en 2015 avanzaría un 2%, según el FMI, tres décimas más que lo calculado hasta ahora, mientras que en 2016 se mantiene la estimación del 1,8%.
Sin embargo estos factores contrastan con un nuevo recorte para el conjunto de la zona euro, Japón, china, los llamados “emergentes” latinoamericanos y, en definitiva, el resto del mundo. “Los nuevos factores que respaldan el crecimiento, como la caída del precio del petróleo o la depreciación del euro y el yen, están más que compensados por otras fuerzas negativas persistentes, incluyendo el prolongado legado de la crisis y un crecimiento potencial más bajo en muchos países”, según el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard.
Según el organismo, la economía china avanzará este año tres décimas menos de lo previsto en octubre y medio punto menos en 2015, hasta un 6,8% y un 6,3. La zona euro, por su parte, crecerá un 1,2% en 2015 y un 1,4% en 2016, lo que supone un recorte de dos y tres décimas respecto a la última estimación, que también se rebajó. El FMI espera un impulso de las nuevas medidas monetarias que apruebe el Banco Central Europeo (BCE) en su reunión de mañana, que dará luz verde a la compra masiva de deuda pública. El Fondo insiste en esta línea sin referirse a la zona euro: “Si un nuevo descenso de la inflación, aunque sea temporal, hace bajar más las expectativas inflacionarias en las grandes economías, la política monetaria debe conservar la orientación acomodaticia a través de otros medios para impedir que aumenten las tasas de interés reales”, señala.
Sin embargo en Japón, cuya economía entró en recesión durante el tercer trimestre del año pasado, la gran expansión monetaria llevada a cabo hasta ahora no evitó la caída del consumo. El equipo de Blanchard redujo en dos décimas el crecimiento esperado de Japón para este año, hasta dejar el aumento del PIB en el 0,6%.
En términos globales, la expansión económica mundial para este año y el próximo se situaría siempre según el Fondo en el 3,5% y el 3,7%, tres décimas menos de lo estimado hace tres meses. El propio FMI reconoció este otoño que sus previsiones a un año para el periodo 2011-2014 eran “demasiado optimistas” en general, unas seis décimas —0,6 puntos porcentuales— superiores a los resultados.
Si bien la caída de los precios del crudo, de un 55% desde septiembre, es un estímulo para la actividad económica, el FMI concluye que “ese estímulo se verá ampliamente superado por factores negativos”, como “la debilidad de la inversión a medida que muchas economías avanzadas y de mercados emergentes continúen adaptándose a un crecimiento a medio plazo que ofrece expectativas menos alentadoras”.
El riesgo de un “estancamiento secular” –idea planteada por el ex secretario del Tesoro estadounidense, Larry Summers- en el mediano plazo, es lo que cada vez preocupa más en el Fondo. No se trata sólo de un menor crecimento de la economía global, sino que su capacidad para crecer, si pusiera todos sus recursos en marcha, también retrocede: en las economías avanzadas, por ejemplo, el output potencial era de un promedio del 2,5% en el periodo 1996-2003, mientras que entre 2004 y 2011 bajó al 1,6%.
Los efectos positivos que puede suponer el petróleo más barato se diluyen en el tiempo y, además, tiene efectos asimétricos. No solo afecta a los exportadores y beneficia a los importadores, sino que, entre estos últimos, las simulaciones realizadas por el Fondo cifran el aumento del PIB entre el 0,4% y el 0,7% en 2015, en el caso de China, y entre 0,2 y 0,5%, en el de Estados Unidos. En palabras de Blanchard, el descenso del coste del crudo y la depreciación del euro y el yen “crean un mosaico complicado”, implican “buenas noticias para los importadores y malas para los exportadores”, así como “buenas noticias para las economías vinculadas al euro y al yen y malas a las vinculadas al dólar”.
Rusia es el país más afectado por el recorte en la previsión del crecimiento, perturbada precisamente por la caída del precio del petróleo desde hace unos meses pero, sobre todo, por los efectos del conflicto en Ucrania, las sanciones económicas y la pérdida de confianza. Las previsiones para este año cayeron en 3,5 puntos porcentuales, hasta calcular una recesión del 3%, y en 2,5 puntos porcentuales en 2016, hasta el -1%. También lo sufren los exportadores de América Latina.
Lo peor es que, según el Fondo, en muchas economías de lo que llaman “mercados emergentes”, “la política macroeconómica sigue teniendo un margen limitado para respaldar el crecimiento”. No obstante, hay una ventana abierta, ya que el abaratamiento del petróleo “suavizará la presión inflacionaria y las vulnerabilidades externas, lo cual les dará a los bancos centrales la oportunidad de mantener sin alzas los tipos de política monetaria o de subirlos de manera más paulatina”.
Blanchard deja un rayo de esperanza: “Cuando nos reunamos de nuevo en primavera, espero que nuestros pronósticos hayan sido demasiado pesimistas”.
Redacción ID / Fuente: El País