La falta de agua en Santo Domingo es una realidad lamentable. Desde que la pandemia del COVID-19 llegó a México, las colonias populares de Coyoacán han estado en semáforo rojo.
Domingo 10 de enero de 2021
La falta de agua en Santo Domingo es una realidad lamentable. Normalmente se cree que Coyoacán es una delegación privilegiada a la que no le faltan los servicios básicos, pero la verdad es otra. Desde que la pandemia del Covid-19 llegó a México, las colonias populares de Coyoacán han estado en semáforo rojo por el número tan alto de contagios. Esto se debe, en parte, al desabasto histórico de agua que sufre esta zona.
La incertidumbre fue algo característico de los primeros meses del aislamiento: las autoridades pedían que todos nos encerráramos en casa para evitar la propagación del virus. Sin embargo, la alcaldía de Coyoacán ignoró las necesidades elementales de los vecinos para una cuarentena digna, pues el mes de agosto del 2020 cortó el suministro de agua en Santo Domingo hasta por “12 días”.
Los habitantes tomaron acciones para que les devolvieran el servicio, saliendo a las calles para manifestarse, exponiéndose al contagio en pleno semáforo rojo. La delegación y SACMEX sólo brindaron una cantidad miserable de pipas como respuesta. Es evidente que a las autoridades no les interesa la salud de los vecinos, pues cumplen con su deber únicamente cuando los habitantes se movilizaron para exigir sus derechos, en este caso, el derecho al agua.
En diciembre del 2020, la ciudad entró en semáforo rojo de nuevo. Santo Domingo seguía con un número elevado de contagios y, un día antes de declarar el cambio de semáforo, otro corte inesperado conmocionó a varias familias de la colonia. Esto fue un golpe para los habitantes ya que saboteó sus fiestas decembrinas, época en la que la clase trabajadora tiene vacaciones de sus trabajos precarios. Al ser vacaciones en pandemia, hay más demanda de agua.
Como solución a esta problemática, el Comité en Defensa del Agua del Pedregal de Santo Domingo propuso lo siguiente:
1. Protección del acuífero somero de la ciudad para que ningún otro megaproyecto inmobiliario y comercial lo dañe como el caso de Aztecas 215.
2. Que las autoridades se apoyen de especialistas y en los estudios para el aprovechamiento de la ciudad.
3. La construcción de un pozo en la zona centro de la colonia, ya que actualmente sólo puede abastecerse por medio del “pozo directo 24”, el cual, a pesar de su remodelación del pasado octubre por SACMEX y la CDMX, no cubre la demanda de una población tan grande como es la del pedregal de Coyoacán.
Para comprender la problemática del agua en la ciudad, y en específico en los pedregales de Coyoacán, es necesario regresar al caso de Aztecas #215. El proyecto “Quiero Casa Cantera”, ubicado en Avenida Aztecas, desde el 2016 está tirando cantidades exorbitantes de agua limpia al drenaje, pues su construcción interfirió con un acuífero somero.
Es evidente que un megaproyecto capitalista, que sólo ve a la vivienda como una mercancía y no como un derecho, requiere de muchos recursos para abastecer a sus clientes, principalmente familias burguesas que pueden pagar un departamento de esos precios. Las autoridades, hasta el día de publicación de esta nota, no han actuado a favor de los habitantes, inclusive apoyaron en varias ocasiones a la inmobiliaria, demostrando su complicidad con las grandes empresas.
Otro elemento que agrava la problemática, son los grandes centros comerciales. Se construyen masivamente en toda la ciudad, desplazando a los pobladores para generar más ganancias a costa de las viviendas y recursos de la clase trabajadora. Desde que se inauguró la plaza de Los Reyes, adyacente al Chedraui Copilco, sobre Eje 10 Sur Av. Copilco, la alcaldía ha priorizado el suministro de agua a estos grandes comercios antes que a los vecinos de Santo Domingo.
Las ciudades capitalistas no están hechas para sus ciudadanos
Los megaproyectos son un cáncer para las colonias y poblaciones populares que habitan la ciudad. El estado, a forma de cómplice, ayuda a las grandes empresas imperiales para que incrementen sus ganancias.
Las inmobiliarias tienen un papel importante en cuanto al desabasto de recursos, pues su construcción implica comercializar con la vivienda, un derecho que el gobierno no ha logrado cumplir para la clase proletaria, es decir, casi toda la población. De ahí partimos con la premisa de “la ciudad capitalista no está hecha para sus ciudadanos”; puesto que, mientras la juventud y miles de familias luchan por conseguir una vivienda digna, los grandes burgueses del país viven en zonas privilegiadas, donde no les faltan los recursos como el agua, la luz eléctrica (recordando las fallas de la CFE en Iztapalapa y otros sectores), o el transporte deficiente.
La calidad de vida de una población depende de la zona en que habita. La forma en cómo se construye un barrio, pueblo o colonia es crucial para entender su infraestructura. Los puntos más proletarios de la CDMX, que son la mayoría, se hicieron sin ninguna planeación urbana; el estado debió interferir en la organización, invirtiendo en la construcción de las calles para una mejor vialidad, la distribución de los terrenos para evitar los problemas de escrituración, en el drenaje y suministro de agua, en los parques y centros sociales para el desarrollo de la población.
El origen de Santo Domingo comienza con la mega-invasión más grande de América Latina en la década de los setenta. Gente de todos los rincones de la república llegó a los pedregales para conseguir un terreno en la metrópoli y así garantizar un futuro próspero en la ciudad.
Al ser tanta la población que se iba asentando, era necesario establecer una buena estructura. Como no existía una planeación definida, las personas que llegaron no sabían cómo formar una colonia, por ello no se construyó un pozo para cubrir la necesidad de agua.
Las grandes empresas se aprovechan de los fallos en las zonas populares para imponerse, así como pasó con la “torre mítica”, un parásito con el objetivo de albergar a la clase explotadora, mientras condenan al pueblo de Coyoacán. Por otro lado, las plazas comerciales se lucran con el trabajo explotado de nuestra clase. Ellos construyen para enriquecerse y a nosotros nos desplazan para aumentar nuestra pobreza.
Por eso, desde un frente anticapitalista, buscamos arrebatar nuestra ciudad a las grandes empresas que sólo lucran con nuestras viviendas, nuestros recursos y nuestra vialidad. La organización de la clase proletaria es la única alternativa para frenar esta problemática, puesto que sólo lxs trabajadorxs, lxs obrerxs y toda la gente explotada conocen las necesidades. ¡Luchemos para que el agua no sea una mercancía! ¡Muerte a todos los megaproyectos capitalistas!