Federico Lorenz es uno de los mayores especialistas sobre la problemática Malvinas del país. Doctor en Ciencias Sociales, licenciado en Historia, profesor e investigador del CONICET.
Liliana O. Calo @LilianaOgCa
Sábado 2 de abril de 2022 00:04
¿Cómo fue tu aproximación al tema de Malvinas? ¿Cuál es tu primer recuerdo de la Guerra?
La guerra de Malvinas es uno de mis primeros recuerdos históricos profundos. Yo iba a la escuela primaria y estaba en sexto grado. Participé de la escritura de cartas a soldados, la preparación de encomiendas, estuve pendiente de los diarios, y cuando terminó la guerra, recuerdo bien, le pedí a una compañera de grado que le llevara escritas a un tío que había vuelto de las islas unas preguntas para que me las contestara. Esos son mis recuerdos.
En cuanto a mi aproximación al tema como objeto de investigación, tiene que ver con el impulso de una docente del profesorado en Historia, Francis La Greca, que me tentó con el proyecto de entrevistar veteranos de guerra (estamos hablando comienzos de los 90), cosa que hice con mis compañeros de trabajo de la recién privatizada EnTel. Luego conocí a un historiador británico, Paul Thompson, en un encuentro de Historia oral en Buenos Aires, y quedamos en que le enviaría un artículo para un libro que estaba preparando, “Trauma and Life Stores”. Se lo tuvo que dar a leer a alguien, y se lo pasó a Dora Schwarzstein… y así, como quien no quiere la cosa, por Malvinas me decanté por la investigación, aunque luego trabajé otros temas. Esos son mis comienzos: desde la historia oral, para conocer la experiencia de los que habían combatido. Después todo se hizo más complejo y mi mirada, más de larga duración, para entender que la guerra era un episodio límite en una historia multisecular, que miramos de forma muy sesgada e incompleta precisamente porque estamos atravesados por la marca de la guerra. En todo caso, creo que lo que celebro, conceptualmente, es que yo nunca pensé Malvinas escindida de la dictadura, sino que desde un primer momento supe que ambos temas, “los setenta” y la guerra, se potenciaban, algo que puede parecer muy obvio hoy, pero no lo era tanto en la década del noventa.
¿Cuáles son los fundamentos del reclamo de soberanía argentina? ¿Qué significa para la región desde el punto de vista estratégico?
La región, con los saltos tecnológicos evidentes, sigue teniendo la misma importancia geográfica y económica de hace cinco siglos: proyección hacia el Continente, recursos pesqueros y petroleros, escalón hacia la Antártida, control del paso bioceánico. Una base militar de la OTAN instalada allí, en el actual contexto, es una amenaza real para la región (reflexionamos bastante menos que el refuerzo de la presencia militar británica en Malvinas es una consecuencia directa de la guerra). Los fundamentos argentinos son históricos, jurídicos y geográficos y son los mismos desde que el reclamo es política de estado: el derecho del primer ocupante heredado luego del proceso independentista, la integridad territorial vulnerada por la agresión británica de 1833. Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, hay un mandato de la ONU de terminar con los casos coloniales en todo el mundo, y Malvinas es uno de ellos. Es un mandato que el Reino Unido desconoce sistemáticamente y Argentina reclama que se cumpla cada año.
¿Qué política tuvieron los gobiernos constitucionales pos dictadura frente a Malvinas?
Tengo que descomponer la respuesta en dos planos. En términos de política exterior, sostienen el reclamo, y de hecho tiene rango constitucional. Claramente hubo diferencias: un proceso de recomposición del descalabro producido por la guerra durante la presidencia de Alfonsín, la política llamada de “seducción” a los isleños durante la presidencia de Menem (y que produjo la reapertura de los vuelos entre el Continente y las islas), una política más hostil basada en el multilateralismo durante el kirchnerismo, y una política que se presentó como más racional durante el macrismo. Transversal a los dos últimos gobiernos (CFK y Macri), se sostuvo la política de identificaciones en el cementerio de Darwin.
Ahora bien, el otro plano de la respuesta es el de la política interna. Malvinas es, sobre todo, una bandera de política interna, y la grieta no ha hecho más que potenciar eso. Entonces, es muy difícil cualquier esfuerzo razonable por encontrar alternativas a una situación que es de virtual estancamiento y retroceso en cuanto al reclamo. La base de la OTAN sigue allí, el Reino Unido corrió el eje de la discusión por el territorio a la autodeterminación de los isleños, y las respuestas argentinas son retóricas. Muy eficaces para la tribuna interna, pero de escasos efectos prácticos a corto o largo plazo.
¿Cómo pesó en la transición democrática la experiencia bélica de los excombatientes de Malvinas?
La experiencia, como tal, poco, sobre todo en los primeros años, en los que la atención social estuvo absorbida, sobre todo, por lo que se llamó “el show del horror”. Me refiero sobre todo a los grandes centros urbanos, a los medios nacionales, es muy diferente en otros lugares del país. También es cierto, en un plano más general, que la constatación de la improvisación y la precariedad con la que los soldados fueron enviados a combatir generó muchas críticas por parte de sectores sociales que veían de más lejos las denuncias por violaciones a los derechos humanos, pero que este caso se sentían estafados. Así que se trató de una gran visibilidad pública en ese tono de indignación, pero que no se acompañó de un respaldo colectivo a ellos, como no fuera a escala local. Por otra parte, muchas de las agrupaciones de ex combatientes tenían un discurso muy radicalizado, a tono del de las juventudes políticas de la década del ’80, y eso no les dejaba tampoco gran espacio para la empatía social. Reivindicaban su experiencia de guerra como partera de su identidad política en un contexto de rechazo acrítico a la violencia, además.
Planteas en tus trabajos que ha circulado fundamentalmente una percepción porteña de la experiencia vivida de la guerra, muy diferente a otras regiones del país como la patagónica. ¿De qué se trata? ¿Qué aportes y potencialidades puede plantear para los estudios socioculturales de Malvinas?
Miramos las Malvinas a través de la lente del modelo centralista, agro exportador, que organizó al Estado moderno argentino. Perdemos de vista los matices regionales, los múltiples lazos entre Malvinas y el Continente durante muchos años, a pequeña escala, pero constantes. Solo miramos a ese espacio como una región proveedora de materias primas (de la misma manera en la que por ejemplo se piensa la mega minería, o la explotación off shore). Sabemos mucho menos de la experiencia de quienes viven en la región, isleños y argentinos. Es muy difícil entonces atender a todas las dimensiones de un conflicto, sí, pero también de una historia común. Tal vez la mirada estatal – nacional es compleja para abordar esa realidad, porque lo reduce a una cuestión de territorios y fronteras. Es decir, con el caso de Malvinas parecería que todos los avances temáticos, conceptuales y metodológicos de la historia regional, transnacional, aún no han incidido para pensar de otra manera el tema, al menos desde el punto de vista de la investigación. El límite conceptual de la posición oficial, o marcado por el derecho internacional, se extendió al pensamiento crítico sobre la historia del archipiélago. Que es mucho más que un archipiélago, es una región, en la que circularon personas y hubo actividad humana incluso con antelación a la presencia estatal – nacional argentina, chilena o británica.
¿Cuál es la importancia de Malvinas en el presente? ¿Qué significa pensar las Malvinas hoy?
Desde mi perspectiva, en el corto plazo la principal importancia de Malvinas es simbólica. En primer lugar, una fecha “redonda” para recordar 1982 debería servirnos para hacer un ejercicio introspectivo, pensar qué país somos hoy en relación con aquel que fue a la guerra. Pero luego, prospectivo: en tanto símbolo nacional de alcance federal, pensar qué tipo de país queremos ser, cuál es el proyecto de sociedad que se piensa con las Malvinas recuperadas. Casi que son un medio, y no un fin. Por eso es tan importante cuestionar una retórica que no genera efectos en la realidad, por más auto satisfactorio que parezca.
Muchas de las agrupaciones de ex combatientes tenían un discurso muy radicalizado, a tono del de las juventudes políticas de la década del ’80, y eso no les dejaba tampoco gran espacio para la empatía social. Reivindicaban su experiencia de guerra como partera de su identidad política en un contexto de rechazo acrítico a la violencia, además.
Acerca del entrevistado
Federico Lorenz es doctor en Ciencias Sociales, licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Luján y profesor en Historia. Es investigador adjunto del CONICET con sede en el Instituto de Historia Argentina y Latinoamericana “Dr. Emilio Ravignani” (UBA) y profesor de Historia en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Escribe sobre las relaciones entre historia, memoria y educación. Autor, entre otros, de Malvinas. Historia, Conflictos, perspectivas (2022), Postales desde Malvinas (2021), Elogio de la docencia. Cómo mantener viva la llama (2019), En quince días nos devuelven las islas (2018), La llamada. Historia de un rumor de la posguerra de Malvinas (2017), Todo lo que necesitás saber sobre Malvinas (2014), Las guerras por Malvinas (2006, reedición ampliada y corregida en 2012 y 2022), Los zapatos de Carlito. Una historia de los trabajadores navales de Tigre en la década del 70 (2007), Combates por la memoria. Huellas de la dictadura en la Historia (2007), Fantasmas de Malvinas, Un libro de viajes (2008) y Malvinas. Una guerra Argentina (2009). Su libro “Algo parecido a la felicidad”. Una historia de la lucha de la clase trabajadora durante la década del setenta (2013) recibió el Premio Eugenia Meyer de la Red Latinoamericana de Historia Oral al mejor trabajo de Historia Oral.
Liliana O. Calo
Nació en la ciudad de Bs. As. Historiadora.