Después de una reunión con los altos sectores del empresariado mexicano, el representante de la monarquía en España les hizo explícito su apoyo para pisotear a la población mexicana a través de las mal llamadas “Reformas Estructurales”.
Jueves 2 de julio de 2015
En el marco de su visita a México, el Rey de España, Felipe VI, dejó claras las verdaderas intenciones de su visita al hablar del apoyo que brinda a los “flujos de inversiones” que significan las reformas estructurales en México.
Y es que por desgracia para la gran mayoría de mexicanos, con salarios miserables, jornadas de trabajo extenuantes y bajo condiciones laborales que ponen en riesgo la integridad física de millones, las reformas significan la todavía más profunda precarización de las condiciones de trabajo. Despojan de sus derechos conquistados a las y los trabajadores en favor de los empresarios. Mientras que a estos últimos los exenta del cumplimiento de sus obligaciones con el trabajador, y les abre las puertas para explotar una de las manos de obra “más baratas del mundo” y los demás recursos del país, de manera prácticamente ilimitada.
A través de estas reformas, sobre todo la energética por la gran importancia de los yacimientos petrolíferos en México, se ofrecen las facilidades para la explotación de los recursos del país.
Para los trabajadores ha significado una serie de despidos injustificados –no sólo en Petróleos Mexicanos (Pemex) sino también en otros sectores productivos, como la minería– o bien, la inestabilidad en su trabajo, como sucede con el magisterio ante la reforma educativa –combatida por un importante sector de maestros– y con el resto de trabajadores precarizados, a través de la reforma laboral.
La mejora de la calidad de vida en México para el pueblo no corre de la mano con el desarrollo de las habilidades y el mejoramiento del desempeño productivo de los trabajadores, sino que requiere que los trabajadores de todo el país se unan al magisterio movilizado contra la reforma educativa y la evaluación punitiva para enfrentar juntos la aplicación de las reformas estructurales.
Las reformas estructurales han sido aprobadas una tras otra desde el comienzo del gobierno del priista Enrique Peña Nieto. Sin embargo, ya habían sido perfiladas desde los sexenios que estuvieron bajo la gubernatura del Partido Acción Nacional (PAN), y apoyadas por los tres partidos hegemónicos de la casta política en el país –Partido Revolucionario Institucional (PRI), PAN, incluido el Partido de la Revolución Democrática (PRD), ex ala izquierda del régimen de la alternancia involucrado en la masacre de Iguala y la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa– a través del “Pacto por México”.
Las llamadas “reformas estructurales” sólo sirven para incrementar las ganancias de los de por sí ya ricos sectores empresariales en México, además de favorecer a las empresas trasnacionales, invitadas abiertamente a formar parte del club de explotadores en México. Por eso son tan gratas a los ojos de la parásita monarquía española.