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Red Internacional
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RECHAZO A LA MONARQUÍA. Felipe VI es recibido con pitidos y protestas en su visita a Euskadi

El pueblo vasco recibe la visita de Felipe VI con tres grandes fotografías boca acabo de Felipe VI, Juan Carlos I y Franco, así como concentraciones, pitidos multitudinarios y otros actos de protesta.

Viernes 17 de julio de 2020

La Ertzaintza y el gobierno vasco han favorecido, sin embargo, las muestras de apoyo a la monarquía en Bilbao, tratando de alejar a las protestas de la presencia del rey. Organizaciones como Podemos, Izquierda Unida y el PCE han tenido una tibia política de “gestos y tweets republicanos” en Euskadi, mientras defienden los intereses de la monarquía desde el gobierno central.

Los reyes han visitado Euskadi este viernes, la comunidad autónoma con menor voto a partidos declaradamente monárquicos en las últimas elecciones al parlamento autonómico. Esta gira de la monarquía por todo el Estado Español, que se realiza bajo el pretexto de promocionar turísticamente los distintos territorios ante la crisis, responde a la política de lavado de cara de la monarquía ante los casos de corrupción de la institución, encarnados ahora en la figura del “emérito” y el cobro de comisiones por el AVE a la Meca.

Una visita que se ha caracterizado, ante todo, por el inmenso despliegue policial, que ha tratado de visibilizar las muestras de apoyo al monarca y ha alejado a quienes mostraban su repulsa, impidiéndoles acceder a las calles conde estaban convocadas las concentraciones. Por ejemplo, en la visita al Guggenheim durante esta mañana fue destacada la presencia de furgonetas de Antidisturbios de la Policía Autonómica, que han llegado, incluso, a identificar a algunos manifestantes. Las maniobras de la Ertzaintza tratando de impedir que se hiciera visible el rechazo de los manifestantes no han podido acallar, sin embargo, los pitidos y gritos contra la anacrónica institución de la monarquía y el repudio a sus cada vez más visibles corruptelas.

Esta situación contrastaba con la de los escasos manifestantes monárquicos que, gracias a las facilidades puestas por la misma Ertzaintza, pudieron acercarse a demostrar ánimos de pleitesía ante Felipe VI. De este modo, cuando los reyes llegaron al museo se encontraron con una estampa artificial, previamente preparada por la propia Casa Real y la aquiescencia de las instituciones del gobierno vasco, donde a simple vista en las inmediaciones solo había gritos de apoyo y aplausos. Una estampa que será la visibilizada por los medios de comunicación.

La visita a Euskadi está siendo una visita sin discursos, intencionadamente breve, que en los hechos se ha reducido a lo fundamental: conversaciones con los representantes de la patronal vasca. Éstas se han intercalado con el paseo del monarca por distintas fundaciones, instituciones privadas y museos. En el Museo de Bellas Artes de Bilbao el rey mantuvo un encuentro con el vizcaíno Antonio Garamendi, presidente de la CEOE. La pinacoteca bilbaína ha sido preparada, de este modo, para dar cabida a un encuentro empresarial auspiciado por el presidente de la CEOE y por la patronal vasca Confebask. En todo momento ha contrastado la comodidad con el monarca de los representantes de la patronal en los salones, frente al rechazo franco y abierto de la sociedad vasca en las calles.

El rechazo a la monarquía en Euskadi es algo patente. Además de las concentraciones de repudio, las acciones y pitidos, en invierno del año pasado el “Deustobarómetro” reflejaba que la Monarquía en Euskadi ostenta el último lugar de confianza entre el conjunto de las instituciones. Los vascos sólo le conceden un 1,4 sobre 10. La figura del monarca sólo era aprobada por el 35% de la sociedad vasca, según el “Euskobarómetro” de la Universidad del País Vasco realizado en 2017.

La Corona vive en estos días una de sus peores crisis, a la que se intenta contener con una operación entre Moncloa y Zarzuela, y con el apoyo de buena parte de la prensa cortesana, para separar a Felipe VI de las corruptelas de su padre. La gira por las distintas autonomías de su reino es parte de esta campaña de “lavado de cara” de la institución. En lo que llevamos del mes de julio ya han realizado 9 viajes a otras tantas comunidades autónomas sin que por el momento consten referencias al escándalo de las cuentas y comisiones de Juan Carlos I. El descontento de los y las trabajadores con lo que es visto como una institución “innecesaria y cara” se ha mostrado en muchas otras ciudades, si bien siempre quedando fuera del ángulo ideológico de las cámaras.

En este marco, ¿qué ha hecho la izquierda que forma parte del gobierno central? El PCE no solo no ha trascendido de algunos tweets y gestos “republicanos” de baratillo como el del secretario general del PCE-EPK Jon Hernández, al afirmar estos días que “el actual modelo de Estado sostenido sobre la monarquía está agotado”. Si bien el PCE-EPK convocó un acto de protesta en Bilbao ante la visita de Felipe VI, el mismo PCE forma parte del gobierno de coalición con el PSOE, donde tanto los ministros “comunistas”, Garzón y Díaz, como el secretario general del PCE, Enrique Santiago, son parte del soporte parlamentario a la monarquía, comprometidos (ya no con gestos, sino en los hechos) con la operación de Estado para salvar la institución a costa de “sacrificar” el “juancarlismo”. Esto se ha demostrado cuando han renunciado a cualquier iniciativa parlamentaria que cuestione la institución o a Felipe VI.

Como ya afirmábamos en otras notas, el “republicanismo” del PCE e IU se desnuda como un “republicanismo” para los 14 de abril, para adornar atriles en la Fiesta del PCE y originales diseños de pegatinas y camisetas. Cuando la Corona está en apuros, ahí está esta corriente política, fundadora del Régimen del 78, para ser parte del salvavidas. El argumentario para justificarlo es que están atendiendo otras cuestiones más urgentes, en el marco de la actual crisis sanitaria y económica. Parece que la lucha contra la Corona debe posponerse entonces a épocas sin crisis, cuando haya prosperidad económica, pleno empleo y estabilidad política. Es decir, posponen su “republicanismo” para cuando carezca de filo y no pase de una manifestación anual que no moleste a Su Majestad.

La imagen de los diputados de Unidas Podemos en pie y sus ministros aplaudiendo a Felipe VI en la sesión inaugural de la actual Legislatura, podemos decir que fue la culminación de este “neomonarquismo” del cambio. Hoy este se constata con la alineación de los morados y IU con el PSOE en su defensa de la institución.

La pelea por imponer procesos constituyentes desde la movilización social, con la clase trabajadora al frente, para resolver esta demanda democrática, junto a otras como el derecho a decidir, y abordar también todos los problemas sociales agravados ahora por la crisis, sigue siendo una tarea vigente y la única vía de poder abortar las operaciones restauradoras en curso de las que el nuevo “progresismo” es parte.