Los orígenes del feminismo chino y su radicalización, de 1902 a 1920.
Lunes 7 de mayo de 2018
Introducción
Existe en China una larga tradición patriarcal. En el Shijing (诗经), uno de los clásicos de la literatura china, escrito entre el s.XI aC y el s.XVII aC., se describe de la siguiente forma la distinta suerte de hombres y mujeres: “Cuando nacía un niño, era acostado en la cama, y le se le daba jade para jugar. Cuando una niña nacía, era acostada en el piso, y se le daba un azulejo para jugar.” El poema Mujer, de Fu Xuan (傅玄), del s.II dC, desarrolla también en forma de lamento esta temática: “¡Que triste es ser mujer! Nada en la tierra se considera de menos valor. Los chicos se apoyan en la puerta, como dioses caídos del cielo. Sus corazones se enfrentan a los cuatro océanos... Nadie se pone contento cuando nace una niña. Nadie pone su confianza en ella”
Las instituciones confucianas, por su parte, que regulaban las relaciones familiares, dejaban a la mujer tan solo tres tareas, de acuerdo a Gao Xiongya (Women Existing for Men: Confucianism and Social Injustice against Women in China): “Ser objeto de posesión sexual por parte de su marido, ser una herramienta con la capacidad de tener hijos y garantizar la perpetuación del apellido del marido, y ser la sirvienta de toda la casa”.
Para las primeras feministas chinas, esta herencia cultural tornaba casi imposible recurrir al pasado como forma de justificación de sus posturas. El feminismo chino, desde sus inicios, tuvo que posicionarse en completa ruptura con la tradición, algo que resultaba complejo en un país que durante tres mil años había mantenido una gran homogeneidad cultural.
Sin embargo, la situación particular de China a fines del siglo XIX y comienzos del XX iba a producir una gran oportunidad para el desarrollo del pensamiento feminista en un territorio que anteriormente había parecido tan inhóspito. El medio principal que tendrán las primeras activistas para promover sus políticas serán organizaciones alrededor de periódicos. El primero, Diario de Estudios de la Mujer (Nuxue Bao, 女学报) aparecería en 1902.
Los primeros diarios
La fundadora del Diario de Estudios de la Mujer, Chen Xiefen, era una buena representante de las ideas feministas de su tiempo. Originalmente, este tipo de diarios buscaba promover la educación, que Chen dividía en mental, moral y física. En la cuestión física, se incluía el rechazo al vendado de pies y al maquillaje.
Es interesante notar que este programa de educación no se pensaba tanto en términos de beneficio personal, sino que permitir que las mujeres sean iguales sería beneficioso para la nación china. Una editorial feminista de 1903, por ejemplo, argumentaba de la siguiente manera: “Para prevenir la catástrofe inminente en China, necesitamos primero liberar a la mujer a una posición de igualdad, educar sus perspectivas, y movilizar sus cerebros”.
Las circunstancias, sin embargo, iban a cambiar rápidamente los objetivos de las feministas a cuestiones más inmediatas. En 1905 Chen, que había tenido que exiliarse en Japón por la persecución de la dinastía Qing, sufre un cambio profundo en su discurso: “Las mujeres chinas viven en una era revolucionaria; si juntan sus mentes y aprovechan la oportunidad, desarrollan su fuerza y llenan de venenoso odio sus corazones, destruyendo y organizando, entonces aquellas que derramen sangre, que completen el objetivo, serán iguales que los hombres. Si en una era de cambios cumplieran con su deber, igual que los hombres, entonces sus derechos deberían ser iguales también.”
Este cambio discursivo muestra una radicalización de la autora, que pasaba del reformismo educativo de Liang Qichao que no se oponía a la dinastía gobernante manchú, a un discurso de revolución contra los mismos, que la acercaba más a la postura de Sun Yat-Sen. Este giro, sin embargo, no era compartido por todas las feministas de la época.
Un ejemplo es el de Ding Chu-O, que proponía reordenar de esta forma las prioridades del movimiento: “Si se quiere la revolución nacional, primero la revolución familiar; si se quiere la revolución familiar, primero la revolución personal. Si hay autogobierno del individuo, entonces va a seguir el establecimiento de organizaciones. Si hay una habilidad que no es dependiente, entonces se puede llevar realmente a cabo la destrucción”. Esta frase es un poco oscura por ser una reformulación del capítulo 54 del daodejing. Pero el argumento que realiza la autora es que no se debía esperar a la finalización de la revolución para cambiar la estructura familiar, dado que el cambio de la misma, al independizar a las mujeres, permitiría que estas participen en la revolución.
Otro caso distinto es el del periódico Tianyi bao (Diario de la Justicia Natural), de tintes anarquistas. Su portada tenía como lema “La destrucción de la sociedad establecida y la construcción de la igualdad humana son nuestros objetivos principales. Adicionalmente a la revolución de las mujeres, estamos a favor de una revolución racial, política y económica.” Este diario fue el primero en llamar a la abolición de la familia, y también el primero en considerar la cuestión de la mujer trabajadora. Una de sus editoriales (de 1907) trataba el tema de esta manera: “Las mujeres chinas han sido esclavas por un largo tiempo; hoy son esclavas de nuevo, esclavas de los capitalistas… para salvar a nuestras camaradas tenemos que rechazar la teoría de los ricos y los poderosos. Tenemos que matar a todos los capitalistas”. He Zhen, la escritora del fragmento precedente, buscaba ligar la cuestión de la mujer con la revolución contra el capital, algo que iba a ser cada vez más común en el periodismo de la época.
Las primeras organizaciones feministas
En In the Public Eye: Women in Early Twentieth-Century China, Charlotte Beahan clasifica a las primeras organizaciones feministas en tres tipos: Organizaciones por los derechos de las mujeres, grupos filantrópicos y organizaciones nacionalistas.
Si bien los dos primeros tipos jugaron un rol importante en las tareas de concientización y educación, serán las organizaciones nacionalistas las que terminen predominando. Este proceso seguirá una evolución similar a la de los diarios antes nombrados, en el que la radicalización misma de la sociedad china irá empujando a todos, tanto hombres como mujeres, a posturas cada vez más revolucionarias.
De hecho, las primeras luchas que dieron las feministas chinas estaban íntimamente relacionadas con la causa nacional. Los boicots contra productos norteamericanos de 1905 y contra productos japoneses en 1908 son un ejemplo de esto. Este tipo de acciones, si bien rara vez permitían lograr los objetivos que se proponían, sí servían para crear vasos comunicantes entre un movimiento feminista que tenía orígenes mas bien intelectuales y las masas, dado que como destaca Beahan, el boicot es una acción en la que cualquier mujer podía participar.
Con el paso del tiempo, estas luchas fueron creando organizaciones, que en su mayoría terminarían confluyendo en la Alianza Revolucionaria (Tongmenghui, 同盟會), que tenía como objetivo la caída de la dinastía manchú.
En la revolución de Xinhai (辛亥革命) de 1911, comandada por esta alianza, la participación de las mujeres sería un hecho inédito en la historia del país. En Shanghai, mujeres daban discursos en las calles llamando a defender la revolución “con sangre y hierro”. Entre 9 y 11 regimientos femeninos se formaron para combatir a los manchúes. Wu Shuqing (吳淑卿), una estudiante de 19 años dirigió una unidad con aproximadamente cien combatientes en las batallas de Nanjing y Hankou, según las fuentes de la época con gran destreza.
Después de la revolución
Sin embargo, el gran esfuerzo de la revolución de 1911 no iba a solucionar los problemas de fondo de las mujeres chinas. La Alianza por el Sufragio Femenino, formada en 1912, era una de las organizaciones que cuestionaba esta situación: “Felizmente, China fue liberada y el despotismo dio lugar a la república. La revolución política ha llegado primero, pero una revolución social podría seguirla. Si se quieren evitar las tragedias de la revolución social, es necesario asegurar igualdad social; si se busca igualdad social, se debe empezar con igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y para eso, debe empezarse con el sufragio femenino”.
Es interesante como esto refleja una continuidad argumentativa con el período anterior. Si en 1905 Chen proclamaba que derramar sangre por la revolución iba a traer la igualdad, ahora que lo primero había sucedido, eran las mismas mujeres las que reclamaban lo segundo, sabiendo que no iba a llegar como un regalo del cielo.
Sin embargo, esta lucha no sería lineal. La situación de China tampoco había sido resuelta con la revolución de 1911, y pronto el país empezaría a ser disputado por los señores de la guerra (junfa, 军阀). En este contexto de disolución del Estado, el sufragio pronto empezó a ser un problema menor, y con el surgimiento del Movimiento de la Nueva Cultura (新文化運動) en 1915, las demandas de las mujeres se iban a radicalizar aún más, alcanzando esta vez la igualdad en todos los ámbitos de la vida. A su vez, estas ideas se tenían una influencia cada vez mayor en las masas, que se preparaban para una nueva revolución.
Algunas conclusiones
A la hora de analizar la historia de China en el período, es impactante notar una gran coincidencia en la forma de pensar de muchos actores políticos. La sensación de humillación por la situación del país y el impulso por su reconstrucción, son sentimientos compartidos por casi cualquier persona que haya agarrado el pincel en esos años. Pero hay una importante diferencia en el caso de las mujeres chinas. Para ellas, la reforma del sistema existente siempre había sido algo a evitar, dado que era un sistema construido sobre su opresión.
La única salida verdadera era construir algo nuevo. Los hechos terminaron dándoles la razón, dado que todos los intentos de mantener algo de lo viejo en pie fracasaron, y en 1921 China se asomaba a un nuevo mundo de posibilidades, entre las cuales estaba la de un pequeño partido comunista de 50 miembros, que iba a buscar integrar a muchas de esas mujeres con la propuesta de recrear la sociedad desde sus bases. Pero eso será desarrollado en un futuro artículo.
Nicolás Torino
Nació en Chubut en 1988. Estudiante de Ciencias Políticas, investiga y escribe sobre la historia del marxismo en China.