La epidemia continúa circulando y las nuevas variantes preocupan a los científicos y a la población. Mientras tanto, el gobierno francés anuncia un toque de queda generalizado a las 18 horas en toda Francia, una medida sin resultado sanitario convincente que muestra el fracaso del gobierno para frenar la segunda ola.
Viernes 15 de enero de 2021 15:11
Francia con más restricciones por la ola de Covid. FE/EPA/IAN LANGSDON
La epidemia continúa circulando y las nuevas variantes preocupan a los científicos y a la población. Mientras tanto, el gobierno francés dio una conferencia de prensa ayer donde el primer ministro, Jean Castex, anunció un toque de queda generalizado a las 18 horas en toda Francia, que entrará en vigor este sábado y que durará al menos 15 días. Estas medidas de ataque a las libertades democráticas, sin resultado sanitario convincente, muestran el fracaso del gobierno para frenar la segunda ola.
Según Castex, en los departamentos en los que ya se ha establecido esta norma, la incidencia es menor aunque estas declaraciones se contradicen con las de muchos especialistas.
El miércoles se registraron 23.000 casos, muy por encima de los 5.000 que se había marcado como objetivo el gobierno. A pesar de que Castex ha tratado de presentar la estrategia gubernamental como "preventiva", "reactiva" y "coherente", se muestra cada vez más como lo que es: un giro liberticida que enmascara su impotencia para resolver la crisis sanitaria o su rechazo manifiesto a desarrollar una verdadera estrategia de prevención que requeriría inversiones masivas al servicio de la resolución de la crisis.
Las declaraciones del diputado Stanislas Guerini sobre el llamado "efecto aperitivo", han hecho estallar el enfado en las redes sociales contra la gestión de la crisis sanitaria por parte del gobierno. Este ataca el ocio individual y los lazos sociales, mientras que la mayoría de los empleados no tienen más remedio que encontrarse con aglomeraciones en el trabajo, el supermercado y el transporte. La prioridad dada a la salud de las empresas antes que a la salud de los individuos ha sido confirmada por las medidas anunciadas por el ministro de finanzas Bruno Le Maire: ninguna ayuda para los empleados, mucha ayuda para los jefes de las grandes empresas.
Estos regalos sin reservas al sector privado son tanto más difíciles de tragar cuanto que, en el lado del servicio público, se sigue pidiendo la adopción de medidas reales que estén a la altura de la crisis. A pesar de los gritos de alarma desde hace varios años, los trabajadores de la salud siguen esperando recursos humanos y materiales adicionales. Lo mismo ocurre con las escuelas y universidades, que sólo tienen derecho a medidas cosméticas, mientras que el personal docente tiene que lidiar con grandes dificultades y los estudiantes con gran angustia. En lo que respecta a las escuelas, el Gobierno también afirma que las deja abiertas por preocupación por las desigualdades educativas. Pero en las palabras de Jean Castex a los funcionarios locales electos este jueves por la mañana, la razón principal de esta política es evidente: "Si cerramos el sistema educativo, la economía francesa estará en un estado de decadencia", dijo, según BFMTV.
#Castex ce matin : « Si on ferme le système éducatif, l'économie française se met en carafe. »
Au moins, maintenant c’est clairement dit : nos vies valent moins que leurs profits. #Castex18h
pic.twitter.com/Oho0WPG8Jp— Ravioli (@ravioliperult) January 14, 2021
Además el gobierno francés aún no ha salido de su último escándalo sobre la gestión de las vacunas. Después de la escasez de mascarillas y la cuestionable estrategia de pruebas, la vacunación está empezando muy lentamente. El gobierno ha llegado a afirmar que esta lentitud es el resultado de una estrategia deliberada. El fracaso de la administración del gobierno se ilustra con una serie de despropósitos como la delegación de la gestión a manos privadas en vez de tratar de lanzar una campaña de vacunación a gran escala que sitúe a los trabajadores sanitarios y a la población en el centro del sistema.
Esta serie de fracasos demuestran que no se puede confiar en los gobiernos capitalistas para gestionar una crisis de esta magnitud, si no que hace falta una fuerte organización de base: en los centros de trabajo, de estudio, en los hospitales, en las calles… dispuestas a luchar tomar en nuestras propias manos la resolución de esta crisis.
*Traducción y edición: Ana Adom

Révolution Permanente
Francia