Viernes 26 de septiembre de 2014
Frente a la dificultosa situación interna, François Hollande hasta ahora utilizaba la política exterior para mostrarse con la autoridad y la efectividad que se le critica le falta en el terreno nacional.
De ahí su afección por las guerras. La decapitación del rehén francés en Argelia como respuesta a los primeros bombardeos de los aviones franceses al Estado Islámico (EI) en Irak puede hacer bascular esta ecuación.
Francia está entrando en un terreno desconocido. Todas las últimas guerras en las que participó, tanto bajo la presidencia de Hollande como la de Sarkozy, no tuvieron consecuencias para sus ciudadanos. Para ellos las acciones imperialistas del estado francés se reducían a una visión en la televisión de los mapas donde se encontraban estos grupos o a lo sumo a vagas amenazas de los yihadistas. Es por eso que el degüello del montañista Hervé Gourdel ha creado un estado de shock en todo el país y entre los residentes franceses en el extranjero. Para darse una idea, 30000 franceses viven en Argelia, país donde sucedió tal macabro acto.
El llamado inicial a la unidad nacional ha funcionado otra vez. El miércoles, durante el debate organizado en la Asamblea Nacional, la casi totalidad de los grupos parlamentarios (la derecha de la UMP, el centro del UDI, el PS y los Verdes) han apoyado la intervención imperialista a Irak.
Pero todos son conscientes que los riegos se han multiplicado enormemente: nuevos turistas secuestrados, atentados sobre el territorio, etc. De ahí que ayer mismo se empezaron a escuchar algunas voces disidentes. Familiares cercanos del rehén asesinado estimaban que el gobierno había atizado la locura terrorista.
El filósofo Michel Onfray, muy seguido en círculos centroizquierdistas, escribía en twitter: "Tenemos la prueba de que la guerra contra El no permite luchar contra el terrorismo, sino que la activa”. Los costos de la guerra en Irak pueden desatar un sector que cuestione la política guerrerista y el seguidismo a Obama del presidente francés. No es un dato menor que antes de morir, Gourdel se dirigió al presidente francés diciendo: “Hollande, has seguido a Obama”, aunque esto ha sido casi ocultado por los medios franceses.
El punto más débil de la Francia imperialista es la desestabilización que puede sufrir en su patio trasero. La telaraña de grupos que actúan en nombre de la yihad, de Nigeria a Camerún, pasando por el Magreb y el África sahariana es significativa.
El shock francés sacude fuertemente al gobierno despótico de Argelia.Con su experiencia en la lucha contra el terrorismo adquirida durante la “década negra” (los militares no quisieron reconocer el triunfo electoral de los islamistas moderados en 1991, embarcándose en una guerra sucia con sectores de estos y grupos yihadistas que los apoyaban que terminó diez años más tarde con más de 60000 muertos), Argelia se ha convertido en un socio estratégico en los ojos de las potencias occidentales en los conflictos regionales, Malí y Libia en particular. Un país a tener en cuenta en la geoestrategia regional.
En este marco, la nueva paz promocionada por el anciano presidente Abdelaziz Bouteflika, con un discurso político favorable a los líderes terroristas de ayer, con el pretexto de la reconciliación nacional, se ha demolido.
El 16 de enero de 2013 estuvo la incursión de una columna de pick-up en el desierto y la toma de rehenes en el importante sitio de gas Tiguentourine, que terminó en un baño de sangre y la muerte de decenas de ciudadanos occidentales que trabajaban allí. Ahora se suma el secuestro y la ejecución de un ciudadano francés, cuestionando no sólo la estrategia militar, sino también la elección política impuesta en el país. El golpe de fuerza que impuso un cuarto mandato de un presidente que está lejos de tener la capacidad física para desempeñar sus funciones, con el apoyo de las potencias occidentales sobre la base de que es "el garante de la estabilidad", se está demostrando un grave error estratégico que expone a este país clave de la otra costa del Mediterráneo a múltiples peligros.

Juan Chingo
Integrante del Comité de Redacción de Révolution Permanente (Francia) y de la Revista Estrategia Internacional. Autor de múltiples artículos y ensayos sobre problemas de economía internacional, geopolítica y luchas sociales desde la teoría marxista. Es coautor junto con Emmanuel Barot del ensayo La clase obrera en Francia: mitos y realidades. Por una cartografía objetiva y subjetiva de las fuerzas proletarias contemporáneas (2014) y autor del libro Gilets jaunes. Le soulèvement (Communard e.s, 2019).