Como ya es costumbre en los medios franceses, el debate en torno a una reforma, en este caso la de la educación, genera debates acalorados. Los editorialistas usan conceptos “importantes, como igualdad, elitismo, calidad educativa, etc. Pero también dejan entrever otras ideas, más reaccionarias, más xenófobas.
Domingo 17 de mayo de 2015
La reforma escolar
El gobierno de François Hollande, está impulsando una reforma de la enseñanza media, específicamente de su primer ciclo. Se trata del equivalente al período 6° grado del primario (2° año del secundario). Este ciclo, el “collège”, es un componente importante de toda la estructura educativa francesa, ya que se trata de un sistema único (un mismo programa en todos los establecimiento) pero que a su termino permite una selección y diferenciación social importante. El elitismo, la igualdad y la calidad educativa están en el centro del debate.
Los resultados escolares son cada vez peores. Eso nos dicen los diarios, las encuestas, los organismos internacionales. Hay que reformar. Y el gobierno reforma. Para que los resultados sean mejores, hagamos las cosas más fáciles. Se disminuyen los idiomas, las lenguas muertas, se simplifican los programas de historia (y de pasa cañazo se elimina el período de Vichy, el régimen de colaboración con el nazismo) y se aumenta el “acompañamiento personalizado”, a discreción de los directores de escuela, quienes tendrán más poder que hasta ahora. De esta forma se acentúa la diferenciación social ya que la diferencia de calidad de la enseñanza entre los barrios ricos y los barrios pobres se va acentuar.
Sin embargo estos problemas no le impiden a Libération apoyar la reforma. En su editorial del martes defiende la necesidad de la reforma simplemente porque un informe de la OCDE así lo indica. Para este diario, como “el nivel promedio baja no porque los mejores alumnos se desempeñen peor, sino porque los peores lo son cada vez más”. Así el simple hecho de favorecer el acompañamiento personalizado implica que el gobierno está en el buen camino, aunque haya que rever algunos puntos.
La enseñanza profesional
Detrás de este debate se filtra el problema de la enseñanza profesional. Hoy por hoy la situación es bastante problemática. Los jóvenes pobres, muchas veces con malos resultados, son rápidamente reorientados hacia la “educación profesional” que significa, además de un nivel educativo bajo, el paso obligado como “aprendiz” en las empresas. Es decir, la obligación para estos jóvenes de trabajar gratis. Estudiar mecánica, electricidad, ayuda a los mayores y discapacitados, etc., un poco en la escuela, un poco en la empresa, y siempre bajo la amenaza del empleador de que si no se dejan explotar, no obtienen su certificado y no pasan de año. Así, en vez de obtener apoyo escolar son metidos en guetos “para conseguir más fácilmente un trabajo” y evitar largos estudios en los que “de todas formas, fracasarán”. Varios editorialistas, defendiendo los intereses patronales, quieren reforzar este mecanismo vicioso.
Le Figaro, en “Aprendiz de Brujo” critica todos los “límites” que el gobierno impone a las empresas a la hora de explotar a los jóvenes en “aprendizaje” : “Imaginar reglas absurdas – ah, esta prohibición de que los menores se suban a una escalera – bajo el pretexto de su ’peligrosidad’. El balance de esta política de aprendiz de brujos – hay que decirlo – es desastroso”. Sin embargo ven con buenos ojos las políticas impulsadas por el gobierno para favorecer este tipo de empleo-enseñanza. Sobre todo porque “Los trabajadores salen favorecidos ya que aprenden un oficio en contacto con una empresa o un artesano; el empleador puede formar a un joven con un costo menor”. Para este diario, obviamente, no hay diferencia entre formar, emplear y explotar.
El mismo día, Les echos, en “Por una verdadera reforma del aprendizaje”, plantea que “Francia ayuda más a sus empresas [para que tomen aprendices]. Sin resultados”. “Las dificultades tienen una causa: hay demasiados actores […] con intereses divergentes. No hay un verdadero responsable ni orientación”. Entonces abría que simplificar y dar mayor peso a este tipo de enseñanza, reforzando aquellas que son en “alternancia” : Una semana en la escuela, una en la empresa. ¿Cual es la ventaja ? El salario es muy bajo y despedir a un aprendiz es fácil, más aún la formación terminada. Las empresas pueden seleccionar a los trabajadores más productivos, y sobre todos más dóciles, desde la más tierna adolescencia.
La derecha desbocada
Obviamente la derecha se opone a las reformas del gobierno porque no son lo suficientemente radicales. Sarkozy, en un acto a principios de semana, salió a atacar a la ministra de educación Najat Vallaud-Belkacem. La comparó con Christiane Taubira, ministra de justicia, planteando que ambas buscaban a toda costa la mediocridad. Recordemos que la extrema derecha había comparado a Taubira con un mono simplemente por ser negra, durante los debates sobre el casamiento homosexual. Este “ataque personal” a la otra ministra de origen extranjero generó una nueva polémica, en el medio de la cual el primer secretario del PS, Jean-Cristophe Cambadélis, salió a decir que los dichos de Sarkozy eran “ligeramente xenófobos”.
Pero lo más increíble es la defensa de Le Figaro de Sarkozy en su editorial del jueves “La [centro]-izquierda calumniadora”. “La hilacha es grande, vieja como la izquierda. Cuando están en dificultad, entre las cuerdas, los soldados sacan la artillería pesada y desvían la atención hacia terrenos resbaladizos”. Entonces todo está permitido. Le Figaro se queja de que antes las críticas al gobierno, éste responde con acusaciones de racismo y xenofobia, evitando el debate. El problema es que Le Figaro es “ligeramente” xenófobo y homofóbico. Lo demuestra con sus posiciones respecto a la inmigración y al casamiento homosexual. Defender a Sarkozy es defenderse a sí mismo, más allá de la utilización política de la lucha contra el racismo de la parte del PS.