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Red Internacional
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Entrevista. Francisco Brives, a propósito del cine independiente y queer en la palestra

Conversamos con Francisco Brives, director del Archivo Neomudejar de Madrid, sobre el cine hoy.

Eduardo Nabal

Eduardo Nabal @eduardonabal

Viernes 15 de septiembre de 2017

¿Cómo nace y se desarrolla tu vinculación con el cine?

Yo contacto con el cine en Alemania de la mano de Marcel Van Brakel, en una producción llamada Unna en la que realizo una performance de danza y canto en las calles de la ciudad de UNNA. Al llegar a Madrid me compro mi primara cámara y comienzo a producir piezas de videoarte desarrollando el género de la video-danza que siempre he cultivado desde el año 1994. Mi primera producción fue PRIMITIVE que se presentó en la Filmoteca Española en la Plataforma de nuevos realizadores. Posteriormente fundé mi propia productora “O Grelo producciones” siempre en el ámbito de “cine-arte”.

¿Qué crees que la gente entiende hoy por cine independiente y que entiendes tú? ¿Por qué si hablamos de Jonas Mekas poco tiene que ver con lo que triunfa en Sundance hoy en día? ¿Qué es lo que ha pasado?

El cine Indie, es, como todo un anglicismo que nos lo intentan colar, algo para nombrar un tipo determinado de producción. Hablar de cine independiente desde el concepto del “Indie Norteamericano” es hablar de una fantasía. La producción española no puede ni soñar con el presupuesto que se maneja en el cine independiente en EEUU, es ridículo querer nombrarnos desde ese prisma.

La gente confunde lo independiente con lo experimental y con el cine de autor o los llamados nuevos cinemas. Son sólo búsquedas de crear un marketing pobre en recursos y producciones, las etiquetas a mí nunca me han gustado. El caso es que exista producción y que toda encuentre su lugar para llegar a su público. Eso es lo que debería importar por encima de las etiquetas. Hay una gran confusión con el experimental. Como bien dice Mekas, los cineastas somos cineastas, independientemente de la suerte de la distribución o de la exhibición de nuestras obras. El cine que yo produzco es un cine pobre, escaso de recursos y profundamente personal. Mi caso es el de muchos otros cineastas. Nunca he recibido una ayuda, produzco de manera autofinanciada y mi tercer largometraje lleva cuatro años en postproducción por falta de fondos y de tiempo personal. El cine independiente es todo aquel que no se produce desde los grandes estudios. España no tiene una estructura cinematográfica lo suficientemente potente como para decir que nuestro cine este dentro del ámbito de grandes producciones. Yo reconocería en el cine que se hace aquí, una gran apuesta por un cine de autor y de pequeña o mediana producción.

La estructura de la industria cinematográfica es una estructura importada, anticuada y anquilosada. En su momento había grandes trabas para producir fuera del amparo del ministerio. Actualmente con el desmantelamiento de la producción por parte de las políticas económicas de este gobierno, todo es un “sálvese quien pueda”. Hay gente produciendo sin tener una distribución cerrada, y mucho menos una pre-compra. Todo ha cambiado y lo poco que había en España, está desmantelado, las film-comisions, los mercados, el intento por abrir nuevos mercados se han hecho desde apuestas personales y compadreos que pretendían quitarse a la competencia. Actualmente apenas hay distribuidoras, y muchas productoras históricas han echado el cierre. Para algunos el cine ha dejado de ser interesante como inversión y los que aman y siguen en ello están pasando verdaderos apuros y riesgos económicos muy altos. Las políticas del PP han desmantelado la frágil estructura que existía en España y la gente parece no importarles o darse cuenta de lo que esto supone.

¿Es el cine independiente un cine de minorías o más bien representa también a las minorías? Hay muchas paradojas interesantes. ¿Qué nos puedes contar al respecto?

Lo que hoy parece una minoría tal vez en un futuro sea un caldo de masas. Todo dependerá de la evolución de las sociedades y de la educación y el investimento económico que se haga. El cine es un producto muy caro. Por eso históricamente los Estados lo han entendido como una cuestión propia. Es un arma poderosa y sigue siéndolo, aunque algunos se hagan los sordos. En el estado español no hay conciencia del poder que supone una industria cinematográfica. Desde el franquismo hemos heredado un sometimiento a las “majors” y esto no ha cambiado lo suficiente en la conciencia de los nuevos directores. Creo que muchos de nosotros no conocemos realmente lo que hay detrás de esos intereses. Las culturas de masas, alienan y crean discípulos mansos. El cine comercial, el poco que ya nos llega sólo incide en esa línea que es una estrategia política de control. Es verdad que el soporte de exhibición está cambiando, pero la capacidad de manipulación sigue estando ahí. Antes, a los estados les costaba una millonada, ahora prácticamente supone un costo cero, pero la alienación está ahí. La padecemos y la vivimos en el día a día con los móviles, las web series y los youtubers. Nada de esto es casual. El cine podría salvarse, pero necesita voces nuevas y una estrategia común de los cineastas.

En los años ’90 muchos jóvenes acudían a ver las películas de Gregg Araki, Todd Haynes, Jennie Livingston, Rose Troche, John Greyson o algunas europeas de gente como Almodóvar, Ozon, Akerman, Derek Jarman, Despentes o Sally Potter porque eran un reflejo filmado de lo que estaba pasando con las culturas “queer”. ¿Cómo lo ves con el tiempo? Hoy parece que solo gente como Bruce la Bruce o algunas cinematografías de países “periféricos” se mantienen en esa línea.

No es comparable de ningún modo las épocas, porque el modo de consumo y los soportes han desbancado el modo tradicional del espectador. Tampoco propondría que el cine de Almodóvar pudiera encajarse en modo alguno en un discurso puramente queer. De hecho, en el panorama internacional destacaría a James Bidgood o a Uli Edel, a los que no mencionas, pero cuyas obras siguen siendo provocadoras y contemporáneas. Actualmente sigue habiendo producciones queer, pero las causas lgtbq que han creado festivales de apoyo al cine blanco, no han ayudado en nada a que los cineastas apostaran por arriesgarse más. Las programaciones influyen muchísimo a la hora de plantearte sacar adelante un proyecto. Si este no encaja en las opciones de exhibición, puedes hacer un intento o dos, pero no vas a seguir produciendo para dejar tu trabajo en un cajón. Es como si todos los festivales LGTBQ tuvieran la misma línea editorial que Berkana. Yo prefiero hacer un cine no asimilable por el colectivo, de hecho, mi largometraje DRAKO no fue aceptado por ningún festival LGTBQ, porque nadie quería hablar tras el logro del matrimonio gay del lastre del maltrato entre parejas del mismo sexo, pero si obtuvo premios y reconocimiento en festivales de derechos humanos y no violencia. No importan al final las trabas que parezca poner la estructura, una obra siempre termina encontrando su lugar. Actualmente DRAKO lleva más de 100.000 visionados. El cine de Bruce no creo que refleje en modo alguno una postura crítica, más allá del oportunismo y el robo de identidades al discurso feminista.

¿Cuánto deben algunos de los cineastas citados a cineastas de los ’60 y ’70 como Kenneth Anger, Shirley Clarke, Bárbara Hammer o Jack Smith, por ejemplo? ¿El cine se transforma o ves una evolución en un sentido o en otro?

Yo creo que la influencia en el mundo del cine es tan diversa como sus propias voces, hay cineastas que se afectan por la pintura antes que por otro cineasta, y cuando hay que reconocer la originalidad, no debemos poner el homenaje por encima de la creación. Hay muchas copias, guiños u homenajes en los nuevos cineastas, y es más escasa la particularidad u originalidad de las obras.

¿Qué labor habéis hecho o queréis hacer en la Neomudéjar en este sentido y con el legado del cine independiente de la década de los sesenta y setenta?

La Sala La Fragua está ahora en una renovación de contenidos integrando para la nueva temporada, voces más allá del videoarte que nos encanta. El reto es proporcionar una programación diferencial que tenga una línea coherente con nuestro espacio. Pero te anticipo que si habrá cine, habrá más que cine y cine más allá del cine, sin olvidar el CINE.


Eduardo Nabal

Nació en Burgos en 1970. Estudió Biblioteconomía y Documentación en la Universidad de Salamanca. Cinéfilo, periodista y escritor freelance. Es autor de un capítulo sobre el new queer cinema incluido en la recopilación de ensayos “Teoría queer” (Editorial Egales, 2005). Es colaborador de Izquierda Diario.

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