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Red Internacional
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JUJUY. Francisco Jara Sánchez, una víctima de "La Tarde de los Lápices"

Qué manto de memoria se podría tejer con esos pedacitos de memoria no dichos, fragmentados, dispersos, que muchos testigos y víctimas guardan para sí, como inmovilizados en su antiguo lugar. Un manto consolador y abrigador contra repeticiones posibles. Los crímenes del pasado perviven en lo que se calla de ellos en el presente.
Juan Gelman

Martes 16 de septiembre de 2014

Por una demora inesperada fue Paco y no Pancho. Nacido en Murcia, España, llegó a Argentina con apenas cuatro meses de edad, luego de que su abuelo muriese en la guerra franquista y de que su padre se exiliase por ese motivo.

Su infancia transcurrió en Caimancito, departamento de Ledesma, en Jujuy, un pueblo de monocultivo y asediado por la contaminación de los agrotóxicos.

En el año 1971 comenzó la secundaria en la Escuela Nacional Normal Mixta de Maestros, ubicada en Libertador General San Martín. Desde el comienzo tuvo varias dificultades, ya que debía viajar junto con otros compañeros desde distintos puntos de la provincia, y los colectivos jamás pasaban a horario.

La directora en ese tiempo, esposa del Ingeniero Maróstica (jefe de fábrica del Ingenio Ledesma), había dado la orden de cerrar la puerta del colegio a las 8:05, negándoles el ingreso a quienes llegasen luego de esa hora. Para sortear este obstáculo, Paco y sus compañeros recurrían al intendente Arédez, quien ordenaba el ingreso de los estudiantes al establecimiento. Esta situación a Paco le valió el mote de “revoltoso”.

El Centro de Estudiantes se creó en 1974, por una circular enviada desde el Ministerio de Educación de la Nación que autorizaba e impulsaba la formación de los mismos. Debía formarse con estudiantes de cuarto y quinto año.

Cuenta Paco que la orden tenía la intención de que se encargaran de ‘cositas menores’; una clara manera de contener a los alumnos que en ese momento venían siendo parte de varias luchas en la región.

¿Cuál era la situación general de aquel momento?

Estaba todo muy politizado, conflictuado, eran años de mucha represión. A fines del 74 hubo muchas detenciones en Calilegua y en Libertador General San Martín. En el 75 se interviene el Sindicato de Azucareros; los papeleros todavía estaban dentro de ese sindicato.

¿Cómo fue elegido el Centro de Estudiantes del colegio?

Hicimos campaña electoral en la escuela, con afiches y todo. Nosotros estábamos en la “Lista Celeste”, formada por los hijos de trabajadores, en su mayoría del Ingenio Ledesma. Había otra lista, la de los hijos de supervisores y de jerárquicos de la empresa. Ganamos las elecciones. Yo fui elegido como secretario de Prensa.

Desde el Centro logramos que los que quisiéramos, y los padres nos autorizaban, pudiésemos ir a fumar al laboratorio, que estaba abandonado. Logramos escuchar música en los recreos: Sui Generis, Vox Dei, León Gieco.

Dos cosas que para el momento eran impensadas.
Elevando notas, haciendo reuniones, se intentó frenar la modalidad militar que tenía la dirección de la escuela.

Dora María Rebecchi, nuestra profesora de Matemáticas e Historia y militante de Vanguardia Comunista, era como una “asesora” del Centro de Estudiantes, nos reuníamos en su casa y fue por ella que conocimos a otros militantes.

¿Quién era Dora y qué rol jugó dentro de la escuela?

Dora era militante de Vanguardia Comunista, había venido de Tucumán a Ledesma junto a su esposo, Jorge Osvaldo Weisz, buscando ser parte de la organización obrera ligada a los ingenios del norte del país. Así entró como docente en la escuela, mientras que él comenzó a trabajar en la empresa Ledesma.

Por Dora y Carlos Alberto Melián -profesor de Filosofía- empezamos a politizarnos y a acercarnos a su organización. Por ella conocimos a Carlos Ernesto Patrignani, el abogado asesor del Sindicato del Azúcar, con quien también comenzamos a reunirnos.

¿También vos militaste en Vanguardia Comunista?

No llegamos a incorporarnos formalmente, pero repartíamos sus diarios dentro de la escuela y nos reuníamos con los compañeros, con quienes discutíamos cuestiones ideológicas con la idea de ir formándonos como cuadros.

Así empezamos a formar un grupo para ver la manera de poder hacer algo, de cambiar lo que estaba mal. Tratábamos de concientizar, de ver quiénes se sumaban.

¿Qué acciones hicieron desde el Centro de Estudiantes?

En 1975 llegamos a tomar la escuela. Reclamábamos la suspensión de clases porque había una epidemia de meningitis, y, como no hicieron nada, decidimos tomarla para que se tomen medidas preventivas.

Ese mismo año hubo una gran movilización a favor del Sindicato del Azúcar, que había sido intervenido, y nosotros participamos.

Veníamos realizando nuestras actividades libremente, repartíamos diarios y nos reuníamos hasta el 24 de marzo de 1976. Ahí se disuelve todo.

¿Cuál fue la situación luego de la asunción de las fuerzas armadas?

Se vuelve todo para atrás, muchos chicos que venían de afuera quedan libres. Ya no estábamos nosotros y nadie se animaba a ir a hablar con la directora.

Después del 24 de marzo, tuvimos que empezar a cuidarnos, a callarnos la boca, dejar de reunirnos.

Dora ya no estaba. Fue la primera en la lista de los detenidos.