El papa aceptó este viernes la renuncia del cardenal Donald Wuerl, acusado de encubrir casos de abusos a menores, en medio de una guerra al interior del Vaticano.
Viernes 12 de octubre de 2018 16:48
El papa Francisco aceptó este viernes la renuncia del arzobispo de Washington, el cardenal Donald Wuerl, que presentó en septiembre pasado tras ser acusado de encubrir casos de abusos a menores en el informe de la Fiscalía de Pensilvania (EE.UU.).
La aceptación de la renuncia tiene lugar en medio de una guerra interna, alimentada por la denuncia que hizo el exnuncio en Estados Unidos, Carlo Maria Viganò, quien en dos cartas públicas atacó al Bergoglio diciendo que estaba al tanto de las abusos. El renunciado Wuerl era el hombre de confianza del actual papa y a su vez quién encubrió durante años al excardenal Theodore McCarrick, acusado de abusos sexuales a menores.
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En la página web del arzobispado de Washington se publica la carta de Francisco en la que acepta su renuncia y en la que le agradece su petición para, de esta manera, "dejar claro la intención de poner el proyecto de Dios por delante, incluso de cualquier proyecto personal".
"Usted tiene elementos suficientes para justificar sus acciones y distinguir entre lo que significa encubrir crímenes o no ocuparse de problemas o cometer algunos errores", le dice Francisco al cardenal en su carta.
Un argumento verdaderamente siniestro teniendo en cuenta que el nombre de Wuerl había aparecido en decenas de ocasiones en el informe de Pensilvania, en el que se describieron más de 1.000 casos de abusos sobre menores por parte de 300 sacerdotes, por su mala gestión y encubrimiento cuando era obispo de Pittsburgh.
El papa también alaba la "nobleza" de Wuerl, que "lo ha llevado a no elegir esa defensa" y añade: "De esto, estoy orgulloso y gracias".
La defensa cerrada de Bergoglio hacia Wuerl tiene que ver con la necesidad de no mostrarse débil ante los ataques de Viganò, que expresa a sectores ultraconservadores no solo dentro de la Iglesia, sino en el terreno de la política con la ultraderecha estadounidense, en particular el exjefe de consejeros del presidente Trump, Steve Bannon.
Ni Francisco ni a Viganò le interesan las miles de victimas de los abusos sexuales, cuyas denuncias se han multiplicado sin parar durante los últimos años, pero el papa reacciona intentando mostrarse activo ante los ataques del exnuncio para limar su poder al mando de la Iglesia.
Es por eso que el embellecimiento de Wuerl en la carta de Francisco tiene que ver con que su renuncia significa la pérdida de un aliado fundamental dentro de Estados Unidos. Dejarlo caer fue una decisión que si bien le permite ubicarse "por arriba" de las peleas e intentando mostrarse lidiando con los casos de abusos, también le reporta poder y legitimidad a las cartas venenosas de Viganò, lo que puede dar lugar a nuevos capítulos de esta guerra vaticana.