Se funda el Gran Círculo de Obreros de México, la organización obrera más importante del movimiento obrero mexicano del siglo XIX, que reflejaría muchas de las experiencias de lucha, tanto nacionales como internacionales.
Miércoles 16 de septiembre de 2020
El Gran Círculo de Obreros de México fue fundado entre agosto y noviembre de 1871, los documentos de los que se dispone no permiten determinar un día exacto de este hecho, pero fue el 16 de septiembre de 1872 cuando se consolidó como la organización obrera más grande en el México del siglo XIX. Ese día quedó refundado gracias a una modificación importante de sus estatutos y a que termina de integrar a la mayoría de sus secciones.
Dicha organización se constituyó con la participación de dirigentes anarquistas como Santiago Villanueva y Francisco Zalacosta, discípulos de Plotino Rhodakanaty, que encabezaron huelgas históricas como la de La Fama Montañesa, la primera huelga triunfante y que se realizó de forma organizada en la CDMX. Esta asociación tenía presencia en varias partes del país, con un importante número de trabajadores y artesanos afiliados y con un periódico de gran impacto para la época como lo era El Socialista (cuyo primer número salió el 9 de julio de 1871), que fungió como organizador colectivo de la base obrera, permitiendo una cierta libertad de opiniones en sus líneas editoriales.
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Además promovió congresos de trabajadores entre 1876 y 1880 como una forma de acercarlos a la causa. El gran antecedente de esta situación fue la ruptura que se dio en la Sociedad Artístico-Industrial, donde Zalacosta pronunció un discurso en contra del régimen el 15 de septiembre de 1870; en él atacaba al gobierno de Juárez y al orden social por su defensa de los capitalistas. Esto promovió el alejamiento con líderes reformistas dentro del movimiento obrero, como Juan Cano y Epifanio Romero, quienes reiteraron su apoyo al presidente. Aquellos pensaron que esto dividiría a la clase trabajadora, pero no fue así.
Influencia internacional y avance del movimiento obrero
En 1870 los trabajadores mexicanos comenzaron sus primeros vínculos con proletarios de otros países, ya que Rhodakanaty y sus discípulos contactaron a anarquistas españoles quienes les enviaron los estatutos de la Asociación Internacional de Trabajadores o Primera Internacional. La Primera Internacional los entusiasmó en la lucha contra los divisionistas, lo que además alentó a los trabajadores a crear su nueva organización.
En buena medida el contacto con la Internacional influenció a los trabajadores mexicanos para formar el Gran Círculo de Obreros de México, que se consolidó como la organización proletaria más avanzada (que para 1874 contaría con 12 mil miembros); su formación trajo consigo problemas estratégicos muy relevantes y definitorios. Otro evento que sin duda fue decisivo para alentar al movimiento obrero mexicano fue la Comuna de París de 1871, que impactó poderosamente en la subjetividad de la clase trabajadora mexicana, pues a pesar de la derrota de la Comuna, su ejemplo heroico fue un acontecimiento que alentó a los obreros a seguirse organizando por su emancipación.
Es ahí donde periódicos, como El Socialista, cobraron mayor relevancia, ya que estos instrumentos de propaganda sirvieron para difundir muchas de las ideas que circulaban en Europa en aquel momento, donde se encontraba el movimiento obrero más avanzado; de ello derivó que el Gran Circulo creciera. Sus rasgos más progresivos eran que fomentaba la idea de la necesidad de organización democrática entre los trabajadores, extender esa organización a nivel nacional, difundir las ideas del internacionalismo proletario, tener una prensa propia y alejarse de los partidos políticos del régimen.
Debilidad por su estrategia
Si bien el Gran Círculo era una importante conquista de los trabajadores, su debilidad más seria era que no contaba con una dirección revolucionaria, que luchara por la unidad y la delimitación de clase hasta el final, ya que, si bien no aceptaba tener vínculos con el Estado, que era lo que proclamaba Villanueva, se aceptaron como integrantes a patrones que se portaran bien con los trabajadores.
El hecho de tener empresarios entre sus filas demostraba que no era del todo un movimiento clasista, además estaba encabezado por tendencias reformistas sustentadas en los artesanos urbanos, aunque comenzaba a despertar y atraer a sus filas a los primeros contingentes propiamente obreros (sobre todo los textileros). También tenía entre sus líderes a personajes como Epifanio Romero y Juan Cano, quienes eran partidarios del gobierno liberal, primero el de Juárez y luego el de Lerdo de Tejada. La realidad social y política implica que el conjunto de los patrones forma una clase con intereses materiales e históricos opuestos a los proletarios, ya que las ganancias del capital se dan en detrimento de las condiciones de vida de los obreros y viceversa.
Por su parte los anarquistas como Zalacosta o Rhodakanaty, no se jugaron a forjar una organización centralizada y con acuerdos plenos que sacara a los reformistas de la dirección del Gran Circulo, para plantearse la toma del poder; de hecho, ellos rechazaban esta perspectiva. El resultado final fue que, con la llegada de Porfirio Díaz al poder mediante la Revolución de Tuxtepec, se consumaría la derrota del movimiento obrero, ya que una de las primeras tareas de Díaz, como representante de la clase dominante, sería aniquilar y atomizar a las organizaciones de trabajadores.