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Red Internacional
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FÚTBOL. Fútbol chileno, expresión profunda del descontento social

Futbolistas de élite que apoyan la rebelión popular, jugadores que se movilizan a la Plaza de la Dignidad, hinchadas que se manifiestan unidas. El fútbol profesional paralizado: sus protagonistas consideran que “la situación del país es más importante”.

Augusto Dorado

Augusto Dorado @AugustoDorado

Martes 26 de noviembre de 2019 00:00

Plantel del club Deportes Concepción se solidariza con las víctimas de la represión policial y militar.

La situación de rebelión que atraviesa Chile entra en su sexta semana: movilizaciones masivas, lucha callejera, huelgas generales y un hartazgo generalizado por el cual numerosos sectores de la población exigen la renuncia de Sebastián Piñera como presidente, que sólo ofrece represión como respuesta. Si este cuadro ya pinta un panorama de crisis profunda, un antes y un después para el país hermano, hay un escenario específico que termina de dimensionar las cosas: desde que arrancó la rebelión popular, no hay fútbol en Chile. Simplemente porque no hay “vida normal”. O al menos, no la “normalidad” que impusieron la dictadura de Pinochet y el régimen político que le sucedió.

Hoy martes, podría empezar a destrabarse el cerrojo en el que quedó atorado el fútbol profesional: por un lado, el sindicato de futbolistas (Sifup) que a esta altura viene considerando que lo conveniente sería terminar el campeonato ahora (se disputaron 25 fechas y hubo un fracasado intento de jugar la 26); por otro lado, la federación chilena (ANFP, lo que sería AFA en Argentina) y la dirigencia de los clubes que quieren terminarlo de las maneras más insólitas (desde jugar a puertas cerradas sin público hasta finalizar el campeonato en Mendoza y San Juan). Pero lo que hay debajo de esa superficie es otra cosa: el pueblo chileno está en otra. En algo que consideran más importante, su futuro. Y los futbolistas profesionales, incluso los del nivel más alto que juegan en el exterior, son parte y no excepción.

Entre los primeros en expresar apoyo público a las manifestaciones, estuvo nada menos que el arquero de la Selección y del Manchester City, Claudio Bravo: tras denunciar cómo se privatizó cada esfera de la vida cotidiana, concluyó “no queremos un Chile de algunos pocos”. Entre varios de sus compañeros de la Roja le siguieron algunos como el volante Charles Aránguiz (muy querido en el Bayern Leverkussen de Alemania) que declaró contundente: “Yo no le creo nada a la policía. Cada vez que muestran saqueos o incendios dudo de ellos, no le creo ni a los carabineros ni a los milicos”. Refiriéndose a los carabineros en las mismas declaraciones a Radio Cooperativa sentenció: “Fue muy fuerte como actuaron con la gente. Yo vivo en población (barrio humilde, NdeR) y estoy con ellos (…) No llegan a fin de mes con todo lo que tienen que pagar”. Jugadoras de la Roja que disputaron un amistoso con las chicas de Australia también se expresaron, con un cartel humilde pero de abundante significación en un prolijo inglés: “La democracia chilena tortura, viola, mutila y asesina a sus ciudadanos. Fuera Piñera!”. La FIFA -cuando no, siempre a contramano de las expresiones populares- estudia sancionarlas.

Selección femenina de Chile se manifiesta en un amistoso ante Australia.
Selección femenina de Chile se manifiesta en un amistoso ante Australia.

En el ámbito local, ídolos de uno de los clubes más populares del país como es Colo Colo tomaron cartas en el asunto: el exjugador Marcelo Barticciotto y el actual goleador del campeonato, Esteban Paredes, alientan la participación de los futbolistas en las movilizaciones a la que ahora se conoce como Plaza de la Dignidad en el centro de Santiago. Ambos además se acercaron a visitar a un socio del club que, como tantos manifestantes, debió ser intervenido quirúrgicamente para evitar la pérdida de un ojo.

El mensaje claro de la "Garra Blanca", hinchada del Colo Colo.
El mensaje claro de la "Garra Blanca", hinchada del Colo Colo.

La brutal práctica de las fuerzas represivas comandadas por Piñera de disparar a la cara y que provocó la pérdida de ojos de numerosas personas recibió directamente el repudio del plantel de Deportes Concepción, club que milita en la tercera división: sus jugadores posaron con un ojo tapado. Algunos de sus rivales de Trasandino acompañaron el gesto: “Por aquellos que abrieron los ojos y los quisieron cegar” fue la consigna que los movilizó. En las tribunas, las banderas directamente exigían “Fuera Piñera” y “Aguante los que luchan”.

También en el fútbol de ascenso fueron cobrando notoriedad jugadores como Franco Cabrera, el arquero de Santiago Morning (de la segunda división), que es reconocido como uno de los manifestantes más habituales de la Plaza de la Dignidad. “Uno como futbolista siempre quiere jugar, pero la necesidad como país hoy es otra”, resume desde las calles el sentimiento de la gran mayoría del fútbol chileno.

Franco Cabrera, arquero del club Santiago Morning, presente en la lucha callejera. Foto: diario As.
Franco Cabrera, arquero del club Santiago Morning, presente en la lucha callejera. Foto: diario As.

“Soy de un sector en Cerro Navia en el que se vive todo lo que se está reclamando, de población. Entonces convivo a diario con todas las necesidades de la gente”, explica Cabrera al diario As. “La gente” también es hincha y por eso el fenómeno recorre tribunas: superando rivalidades (al menos circunstancialmente) las calles se visten de camisetas y banderas de distintos clubes conviviendo en las protestas. Pero además sectores de hinchas organizados, directamente lo que se podría considerar las barras bravas (así se definen ellos mismos) se coordinan para evitar la vuelta a la “normalidad”: “El fútbol pasó a un segundo plano, porque estamos luchando por cosas mayores” argumentan. Desde “la Garra Blanca” de Colo Colo, pasando por “los del Cerro” de Everton y “los Panzers” de su eterno rival Santiago Wanderers (los primeros de Viña del Mar, los segundos de Valparaíso), hasta llegar al otro grande, la Universidad de Chile y sus muchachos conocidos como “los de Abajo”. “Quieren cansarnos, aburrirnos, enajenarnos y que olvidemos la lucha”, dicen unos. “El campeonato nacional no debe reanudarse, ni tampoco puede retornar el juego mientras no se haya concretado un compromiso político que satisfaga las justas demandas del pueblo”, acotan otros. Es que, como avisan “los Panzers” de Valparaíso, “Con la clase trabajadora no se juega; despertamos y no pararemos”. Chile despertó y su fútbol también.

Fueron los propios hinchas los que se organizaron para frustrar el intento de continuar el torneo de Primera: iban 66 minutos de un partido aburrido entre Unión La Calera e Iquique cuando irrumpieron simpatizantes mayoritariamente de Colo Colo junto a alguno que otro de la U. No mediaron palabras, pero a su manera dijeron todo: invadieron el campo y “acá nadie juega”. Fue lo que detonó la decisión de la federación, ANFP, de suspender la fecha. Ya en el primer tiempo fueron los jugadores de ambos equipos los que se salieron de la norma: pararon el partido a los 10 minutos para dedicar uno en silencio a las víctimas de la represión. Habían salido al campo con una bandera que rezaba: “Por un Chile más justo”.

Si en Bolivia -como relata el periodista Roberto Parrottino en el diario Tiempo Argentino- los golpistas de Santa Cruz de la Sierra pararon el fútbol para organizar el golpe apoyados en los poderosos clubes de esa región (uno se llama Oriente Petrolero, como para que no queden dudas) y ahora se apresuran a relanzar el campeonato para legitimarlo y usar al fútbol como factor "normalizador", la situación en Chile es muy distinta: el fútbol no puede continuar todavía porque es el propio fútbol el que quiere resolver primero otras prioridades, las que rebelaron a su pueblo. El fútbol chileno es una honda expresión del descontento social y muestra las profundidades de un proceso que por momentos pareciera querer oler a revolución, sobre todo con las huelgas generales (si interviene el poderoso movimiento obrero de puertos, minas y ferrocarriles, se desdibujan las condiciones para el "orden" que quiere imponer el Estado y sus fuerzas represivas). Algo es seguro: no se puede volver atrás. Aunque la dirigencia hoy determine seguir el campeonato, el fútbol chileno seguirá pensando en la calle y en su pueblo. Ya habrá tiempo para hacer rodar la pelota.