El 12 de marzo de 1938, Alemania anexionaría a Austria, convirtiéndola en una provincia alemana más. En lo futbolístico significaría la desaparición de la extraordinaria selección austríaca, impidiéndole jugar el Mundial de 1938.
La estrella de este equipo era Matthias Sindelar, una especie de Maradona de aquella época, apodado “El hombre de Papel”, un fenómeno al cual se le cruzó el nazismo en el medio.
Lunes 20 de octubre de 2014 09:36
Al no poder formar Austria de la partida del Mundial, a los jerarcas nazis se les ocurrió que aquella selección podría reforzar a la de Alemania; recordemos que los austríacos, de los últimos cincuenta partidos habían perdido solo cuatro.
Ocho jugadores de esa selección pasaron a jugar para los alemanes, pero antes que eso, se organizó un partido despedida entre ambas selecciones, a modo de festejo de “la raza aria”.
Comenzado el partido, los austríacos defendieron con valentía lo único que les quedaba, el honor; Sindelar comenzó a jugar un partido extraordinario, parecía endiablado, los anexados ganaban por 1 a 0, luego empató Alemania. Faltando poco para terminar, Matthias Sindelar convierte el segundo gol para su equipo, 2 a 1 final.
Corrió a celebrar el tanto al palco oficial, en el cual se encontraba el propio Hitler, comenzó a hacer un bailecito muy actual, desacostumbrado en aquella época. Esto se tomó como una falta de respeto hacia el mandamás nazi y a toda su comitiva.
Sindelar se negó a formar parte de la selección teutona, aludió falsas lesiones e incluso su abandono del fútbol. El nazismo, entonces, le prohibió jugar al fútbol en Alemania y también salir del país para competir en el extranjero.
El 22 de enero de 1939 los bomberos de Viena encontrarían su cuerpo en su casa, junto con el de su pareja. Habían abierto el conducto del gas para quitarse la vida. Muchos apuntan a la Gestapo, otros a la depresión sufrida por no poder jugar mas al fútbol. El nazismo se llevó la vida de uno de los jugadores mas extraordinarios de todas las épocas.
A pesar de los refuerzos autríacos, la selección alemana no pudo hacer nada en el Mundial de Francia 1938. Otro país fascista, Italia, volvería a repetir el mundial de 1934. En cuartos de Final, se enfrentaron Francia e Italia; los italianos aparecieron con unas equipaciones negras, en homenaje a los «camisas negras», saludaron al estilo fascista (con el brazo en alto), y el partido se jugó con una silbatina total de 61.000 almas. Mucho equipo para Francia, 3 a 1 para los de Pozzo.
Antes del partido final contra Hungría (4 a 2 para los italianos), Vittorio Pozzo recibió un telegrama personal de parte de Mussolini que rezaba así: «Vincere o morire», vencer o morir.
En 1933, en Alemania, se jugó la única edición del la copa "Adolf Hitler", en partidos de ida y vuelta. Resulta hoy en día curioso resaltar que el Rapid de Viena, actual club grande de la liga de Austria, fue campeón de la Liga Alemana en el Reich.