Mientras hay miles de efectivos de fuerzas represivas volcadas a distintas zonas de la ciudad y vigilaban la marcha de repudio al G20, se realizó una función especial en el Colón para agasajar a los saqueadores de los pueblos del mundo.
Mirta Pacheco @mirtapacheco1
Sábado 1ro de diciembre de 2018 00:00
Helicópteros sobrevolando el centro de la ciudad, drones, inhibidores de celulares, cientos de efectivos custodiando el Teatro Colón, donde el Gobierno de Macri decidió homenajear a líderes imperialistas que integran el G20.
En horas de la tarde, cuando la marcha de repudio al G20 estaba concluyendo, absolutamente cercada y controlada por Policía Federal y de la Ciudad, con agentes que se parecen al personaje Robocop, comenzaban a llegar al Teatro Colón esos invitados.
Minutos antes de esa movilización detuvieron arbitrariamente al apoderado nacional del PTS y a un militante de la misma fuerza política, con la insólita acusación de resistencia a la autoridad.
Ciudad sitiada para imperialistas y empresarios
La gala del Colón requirió por decisión gubernamental, la tercerización de luminaria, videos, sonido, vestuarios, etc., destinando millones de pesos para ese espectáculo, cuando en el Teatro Colón existen sectores que todos los días se dedican precisamente a esos aspectos necesarios para montar un espectáculo.
Pero como se sabe, el ajuste es solo para el pueblo trabajador, porque para los grandes empresarios, solo sigue habiendo grandes ganancias, que vienen de la mano de ayudas políticas. Lo saben con precisión los sectores del petróleo y el agropower, sin ir más lejos.
En la platea comenzaron a ubicarse, entre otros, el CEO de Volkswagen y presidente de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), Paolo Roca (dueño de Techint, imputado en la “causa de los cuadernos”), Carlos Alvarez López (CEO de Phillips), Javier Goñi (CEO de Ledesma), Carlos Moltini (Telecom), Gabriel Martino (CEO del HSBC), Juan Curutchet (Banco Provincia).
Una larga lista de empresarios para los que gobierna Cambiemos. También fueron de la partida los ex presidentes Carlos Menem y Fernando De La Rúa, uno pasará a la historia como el peronista que dirigió las privatizaciones de las empresas argentinas de servicios (uno de los históricos saqueos a los trabajadores y el pueblo pobre), y el otro como el que provocó, antes de su huida en helicóptero el asesinato de 36 personas en el 2001. Que también realizó otro monumental saqueo al pueblo.
Entre champagne y cóctel exclusivo, esperaban a los presidentes del G20.
Así comenzaba a transcurrir el espectáculo dedicado a quienes hoy representan la xenofobia, la exclusión, la misoginia en el mundo.
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Una vez ubicados en sus asientos lo más granado del empresariado local, comenzaron a llegar los “20 más odiados”. En los palcos, a la izquierda de Macri se sentó Angela Merkel (la anterior cumbre del G20 se realizó en Hamburgo donde hubo más de 200 heridos por la represión policial y cientos de detenidos).
No olvidar que la canciller alemana mantiene una coalición de gobierno con una fuerza de derecha que exige repatriar a los refugiados que entraron en ese país, y Merkel con el fin de sostener su gobierno, aceptó devolver a las personas refugiadas a otros países de Europa o directamente a sus países de origen de donde tienen que huir de guerras y hambrunas.
A la derecha del presidente Mauricio Macri, fue ubicado el primer ministro japonés Shinzo Abe, que sostuvo una reunión trilateral entre él, el primer ministro de India Narendra Modi y Trump. Reunión que dejó muy contento al derechista presidente de Estados Unidos.
Un espectáculo dentro del espectáculo brindado a estos imperialistas y presidentes de los principales países, fue ver a un Macri emocionado por el baile brindado por los artistas (que finalizaron su performance al grito de Argentina, Argentina).
Tal vez su emoción se debió a que allí se encontraba una Argentina, la minoritaria, la que rinde pleitesía a los 20 más odiados del mundo, en contra de la gran mayoría de la población y de los pueblos del mundo.