Los 7 países imperialistas que constituyen el histórico grupo geopolítico y financiero se reunieron este año en Biarritz al sur de Francia. Con una hipócrita temática alrededor de la desigualdad y el despliegue de un importante dispositivo de seguridad, los presidentes negociarán alrededor de temáticas centrales: el conflicto comercial que rige la relación entre Estados Unidos y China, la geopolítica del Medio Oriente, la relación con Irán y la catástrofe en la Amazonia.
Domingo 25 de agosto de 2019 15:30
Representando alrededor del 40% del PBI mundial y las principales potencias imperialistas, la cumbre del G7 se organiza alrededor del nuevo paradigma internacional que plantean Donald Trump y sus relaciones con China. Este año, detrás de temas supuestamente democráticos como la desigualdad, la integración de las mujeres al mercado laboral y el tema del medio ambiente, se esconden discusiones geopolíticas de mayor importancia.
El encuentro tiene por objetivo principal discusiones alrededor de la composición de las grandes potencias pero estará cruzado por fuertes tensiones. Los anuncios de Trump de una suba de los aranceles del 5% a productos chinos y de los posibles elementos de caída económica que representa el conflicto comercial a escala internacional, las relaciones de los distintos miembros con Irán y el encuentro de Trump con su nuevo homologo inglés Boris Johnson.
Un G7 cruzado por creciente tensiones económicas
Si bien Trump continúa afirmando que la economía norteamericana sigue creciendo, desestimando los pronósticos de recesión para el año que viene, una de las principales preocupaciones del G7 serán las consecuencias del conflicto China-Estados Unidos. El informe del 22 de agosto de el Banco Central Europeo de una posible aceleración de la caída económica a escala europea, parece inquietar particularmente a los socios europeos frente a la voluntad de Trump de privilegiar los intereses de su país ante la contracción de la economía mundial.
Entre los anuncios de aranceles a los productos chinos y el aumento de los existentes sobre los productos automotrices sobre Alemania (que representa el 29% del PBI Europeo), los principales socios económicos de Trump ven con preocupación su política internacional. Por su lado, la economía China anuncia un retroceso en su crecimiento a 6,2% este año, una desaceleración que tiene consecuencias importantes sobre la economía del este y su desarrollo de una industria propia. Del lado de los europeos, la preocupación sobre este tema es tal que se anuncia una voluntad de empujar la compra de deuda pública por parte del banco central de forma acelerada como preparación a una posible crisis internacional.
A pesar de las declaraciones del presidente de Estados Unidos y de su actitud a mostrarse como principal tomador de decisiones a escala internacional (reflejado por la crisis diplomática que se desató con Dinamarca alrededor de la oferta de Trump de comprar Groenlandia), el golpe a la bolsa de Wall Street del último 14 de agosto plantea la contradicción entre el crecimiento del capital financiero y el débil crecimiento económico del país. Más allá de la presión a la Reserva Federal de Estados Unidos para que baje la tasa de interés de referencia, las tarifas aduaneras y sus impactos sobre la economía estadounidense son la principal preocupación. Al menú de las discusiones, Macrón le agregó el llamado impuesto GAFA (por Google, Apple, Facebook y Amazon) una cuestión que lleva meses de polémica.
Irán y Rusia, países centrales de las discusiones de la cumbre
El invitado sorpresa de la cumbre fue Mohammad Zarif, ministro de relaciones exteriores iraní, invitado por su homólogo francés. Desde la crisis abierta en la cumbre de 2017, Macrón insiste en la necesidad de desescalar el conflicto entre el país de Medio Oriente y Estados Unidos. Una discusión que anuncia posibles elementos de crisis diplomática es el intento de apertura comercial de Irán a productos alemanes y franceses. Los intereses económicos de los socios europeos chocan de frente con la presión que aplica Trump, que rechaza todo tipo de acuerdo bajo la excusa del riesgo nuclear que representa Irán.
Por su lado, Rusia será uno de los temas centrales de la discusión actual de los países miembros. Excluida después de la crisis de Crimea en 2015, la idea de Trump de una reintegración rompe con la voluntad de sus socios del grupo. La voluntad de parte de Trump de construir relaciones bilaterales con Rusia está opuesta por el vértice a la antigua relación que habían construido Merkel, Hollande y Obama con Putin. Con la preocupación de alejar el proceso de alianza entre China y Rusia, aunque la cumbre de este año no plantee una resolución abierta, una posible nueva discusión se plantea entre las potencias imperialistas y Putin.
La llegada de Boris Johnson marca un nuevo momento en las relaciones europeas
La otra gran noticia para Trump durante este G7 es la presencia de Boris Johnson, su nuevo socio inglés que planteó la necesidad de un Hard Brexit para el 31 de octubre. Aunque Merkel y Macron, con el apoyo de Jean Claude Juncker, intentarán por todos los medios evitar un Brexit sin acuerdo, un "hard Brexit" parece interesar a Trump. A fin de dinamitar las relaciones en la UE, Trump le propuso a Johnson un acuerdo comercial bilateral. “Es el hombre indicado para el Brexit”, dijo Trump sobre el premier británico, intentando empujar las contradicciones entre europeos para evitar un aislamiento de Johnson en Europa.
Entre otras preocupaciones, el G7 dio lugar a varias discusiones de parte de las burguesías imperialistas alrededor de la situación en Medio Oriente, una coordinación mayor entre los servicios de inteligencia para controlar al terrorismo y la entrada de migrantes. La crisis en la Amazonia también estuvo presente y Macrón quiso pararse como defensor del medio ambiente. Una postura verdaderamente hipócrita al igual que el resto de los miembros del G7 que están intentando posicionarse de la mejor manera posible para aprovechar los recursos del Amazonas después de haber apoyado abiertamente a Bolsonaro desde que llegó al poder.