Juntos por el Cambio y la política desde el llano. La derrota electoral y los liderazgos en el PRO. La relación con los empresarios y el futuro de la coalición.

Eduardo Castilla X: @castillaeduardo
Jueves 3 de septiembre de 2020 22:03
Foto: Analía Garelli
Gabriel Vommaro es autor de La larga marcha de Cambiemos. El libro, publicado en 2017, se remonta hasta la génesis del macrismo y permite entender su relación con el mundo empresario. Una relación construida a base de relatos e intereses comunes.
Te puede interesar: Gabriel Vommaro: “El PRO no tiene la cuestión republicana como una de sus grandes banderas”
Te puede interesar: Gabriel Vommaro: “El PRO no tiene la cuestión republicana como una de sus grandes banderas”
La Izquierda Diario habló con él para pensar sobre la realidad actual del mundo cambiemita. La crisis interna de la coalición hoy opositora, sus desafíos y sus posibilidades de cara a 2021. Y, por supuesto, su relación con el mundo empresario.
Gabriel Vommaro es sociólogo y escritor. También es profesor en IDAES/UNSAM e investigador independiente de CONICET. Además, es doctor en sociología por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales
¿Cómo ves a Juntos por el Cambio fuera del poder? ¿Cuánto pesa la ausencia de los resortes institucionales? ¿Cuánto aprovecha el lugar de oposición y la posibilidad de hacer política desde el llano?
Siempre hubo un bipartidismo muy difuso en términos de programa. El peronismo de los 90’ fue un peronismo de centroderecha, liberal. El peronismo de los 2000 fue de centroizquierda. Lo mismo se puede decir comparando Alfonsín y De la Rúa. Había imprecisión programática que estos dos espacios, estas dos coaliciones, organizan de otro modo. Eso es una novedad de lo últimos años. Es muy complicado decir desde cuando empieza esto. Pero sí uno puede decir que coincide con cierta polarización política post 2008 y se termina de armar con las dos grandes coaliciones que se expresan en las elecciones de 2015.
Sí te diría que, sin duda, ni PRO ni Juntos por el Cambio sale de su experiencia de gobierno con un vínculo fortalecido con el mundo empresario como se esperaba al principio.
Su estabilidad también tiene que ver con el hecho de que la derrota electoral no implica ni la desaparición del liderazgo ni del espacio político. Esto mismo pasó en 2015 con el kirchnerismo y con Cristina Kirchner. Las miradas más anti-kirchneristas, las más críticas tanto dentro del peronismo como fuera, auguraban que era una fuerza en vías, sino de desaparición, sí de minimización o reducción significativa. No ha sucedido eso. Todo lo contrario, el kirchnerismo fue el gran organizador del polo opositor a Cambiemos en 2019.
Al revés, uno puede decir que, tras la derrota de Juntos por el Cambio, no parece haber, por ahora, indicios de que ese espacio vaya a disgregarse. O de que el PRO quede reducido a un partido marginal, de nicho. Me parece que los socios de Juntos por el Cambio tienen buenos incentivos para mantenerse juntos en esa coalición, que tiene un 40 % de los votos y que tiene perspectiva de ser competitiva en las próximas elecciones.
Eso no implica que no haya en ambos espacios, corrientes, grupos. Incluso en los partidos principales. En el PRO, con la salida de Macri del centro de la escena, aparecen liderazgos alternativos emergentes. Puede que signifique una mayor heterogeneidad de posiciones de la que había hasta ahora.
Eso parece convivir con diferentes lecturas de la coyuntura, del escenario y de la estrategia a seguir en ese escenario. Lo que aparece dentro de PRO y Juntos por el Cambio son miradas que consideran que hay que construir un discurso más extremo, más polarizado y desde ahí establecer un escenario en el que conquistes el centro por descarte. Otros, en cambio, consideran que la derecha no tiene alternativa y que va a terminar acompañando una posición más moderada. Esas dos posiciones conviven por ahora.
A eso se le suma siempre el tema de quién es gestión, gobernadores por ejemplo, y quién tiene más libertad de movimiento y menos compromisos.
Aunque estas coaliciones son bastante estables, tener los resortes del Estado y los instrumentos de la gestión de Gobierno ordena mucho, da mucho más volumen político y capacidad de iniciativa permanente. Estar por fuera, estar desde el llano, te obliga a tener que buscar todo el tiempo como ganar centralidad, como recobrar iniciativa política.
Así como el peronismo conservaba sus gobiernos provinciales [NdR: hace referencia a la gestión de Mauricio Macri], ahora también Juntos por el Cambio los conserva. El PRO conserva su bastión en la Ciudad, que lo organiza mucho. El radicalismo conserva sus tres gobernaciones, en esa suerte de federación o confederación de liderazgos locales en la que se ha convertido este partido en los últimos años. Tampoco es que están en el llano absoluto.
¿Cómo es hoy la relación entre el PRO y sus mundos sociales, tal como lo habían definido en el trabajo que compilaron con Sergio Morresi? ¿Cómo ven los CEOS de las empresas y las clases medias a esa herramienta política que le permitió llegar al poder en 2015?
No parece haberse consolidado un vínculo partidario con el mundo empresario. Sin duda, es claro que cuando aparecen cuestiones como Vicentin, el sector agrario sí está mas encolumnado con Juntos por el Cambio. Así como las clases medias y sectores no peronistas, hay sectores empresarios que entendieron que Juntos por el Cambio es actualmente su representación.
Sí es interesante que el vínculo del macrismo con el mundo empresario, con el mundo de las ONG, parece firme. Vos ves ahora, por ejemplo, cuando Vidal reaparece sale en su Instagram haciendo comida, tipo voluntariado, con sus hijos e hijas para colaborar con algunos comedores.
Ese ethos vinculado con el emprendurismo por un lado y al voluntariado y las ONG por el otro, parece estar muy fuertemente anclado en la cultura política y en el modo en que el PRO se construye ante la sociedad. Eso no parece haber cambiado este tiempo.

Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.