Facundo Aguirre @facuaguirre1917
Martes 10 de noviembre de 2015
En una carta pública dirigida a la militancia del FIT, el historiador Norberto Galasso llama a nuestro frente a revertir la postura del voto en blanco y votar contra el “enemigo principal” representado, en su opinión, por Cambiemos y Mauricio Macri.
El argumento de Galasso parte de decir que en estas elecciones juega la lucha de clases y que “no habiendo opción socialista corresponde optar entre lo que hay y en este sentido, votar contra aquel cuyo origen, trayectoria y economistas que lo asesoran expresan a la minoría oligárquica y su aliado imperialista, imputación que no puede hacerse al candidato del FPV”.
El escenario de balotaje entre dos candidatos de ADN menemista y política conservadora se explica en gran medida porque el kirchnerismo y la burocracia sindical se encargaron de impedir que los trabajadores ganaran las calles por sus demandas. Los paros de la burocracia sindical moyanista y michelista fueron actos aislados sin continuidad en el tiempo y puestos al servicio de la política patronal opositora. La acción de la burocracia oficialista fue militar con patotas por la derrota de los trabajadores, como sucedió con la burocracia del SMATA durante el conflicto de Lear.
Pero Galasso se refiere a que en el balotaje se enfrentan dos políticas burguesas, una que define como nacionalista y otra como proimperialista, y que el deber de la izquierda es acompañar a la primera. Pero las dos fracciones patronales enfrentadas coinciden en lo esencial: pagar a los fondos buitres, ajustar las cuentas públicas, devaluar y reprimir al protesta social, es decir no tienen diferencias sustanciales, entre sí y ni con el imperialismo. No se trata de optar entre Braden o Perón, como lo quiere presentar Galasso (no es el tema, pero si se tratara de tal escenario, el principio socialista seria bregar por la independencia de los trabajadores frente al nacionalismo burgués). La discusión entre sciolismo y macrismo gira en torno a una agenda más derechista sobre como llevar a cabo un ajuste contra el pueblo trabajador.
Galasso, intenta recurrir a León Trotsky para sostener su argumentación y nos recuerda la posición del dirigente bolchevique frente al cardenismo en Mexico: “Cuando Lázaro Cárdenas nacionalizó el petróleo en México, corrió la versión de que había sido asesorado por Trotsky, por entonces exilado en ese país. Él contestó que eso no era cierto, pero que hubiera sido un honor para él si la nacionalización de Cárdenas (gobierno capitalista) se hubiese debido a su consejo. Como algunos discípulos (que se consideran trotskistas aunque no lo leen), protestaron, Trotsky explicó que la medida era avanzada porque debilitaba al imperialismo y estimulaba la lucha de los trabajadores mexicanos”.
Galasso hace una maniobra de falsificación ideológica. Trotsky apoyó una medida de defensa nacional frente al imperialismo de un gobierno burgués, no al gobierno burgués de conjunto.
Dice Trotsky “Sería un error desastroso, un completo engaño, afirmar que el camino al socialismo no pasa por la revolución proletaria, sino por la nacionalización que haga el estado burgués en algunas ramas de la industria y su transferencia a las organizaciones obreras. Pero esta no es la cuestión.
El gobierno burgués llevo a cabo por sí mismo la nacionalización y se ha visto obligado a pedir la participación de los trabajadores en la administración de la industria nacionalizada. Por supuesto, se puede evadir la cuestión aduciendo que, a menos que el proletariado tome el poder, la participación de los sindicatos en el manejo de las empresas del capitalismo de estado no puede dar resultados socialistas. Sin embargo, una política tan negativa de parte del ala revolucionaria no sería comprendida por las masas y reforzaría las posiciones oportunistas. Para los marxistas no se trata de construir el socialismo con las manos de la burguesía, sino de utilizar las situaciones que se presentan dentro del capitalismo de estado y hacer avanzar el movimiento revolucionario de los trabajadores.(...) Sería inexacto identificar la participación obrera en la administración de la industria nacionalizada con la participación de los socialistas en un gobierno burgués (lo que se llama ministerialismo). Todos los miembros de un gobierno están ligados por lazos de solidaridad. Un partido representado en el gobierno es responsable de la política del gobierno en su conjunto. La participación en el manejo en una cierta rama de la industria brinda, en cambio, una amplia oportunidad de oposición política”.
A contrapelo de lo que sostiene Galasso, Trotsky llamaba a los revolucionarios a aprovechar la crisis con el imperialismo para avanzar en las posiciones revolucionarias de la clase obrera exigiendo la administración obrera del petroleo nacionalizado, en oposición al gobierno burgués, y no en su apoyo.
Galasso recurre a otra interpretación de Trotsky para intentar convencernos y nos habla de la unidad de los revolucionarios con Chiang Kai-shek. Recordemos antes que nada que León Trotsky hace el balance de la derrota de la Revolución China a fines de los años veinte, señalando como una causa central la falta de independencia de los comunistas y el proletariado frente al Kuomintang, y que el mismo balance es el origen de la Teoría de la revolución permanente, cruzada por la idea de que la alianza obrero y campesina tiene que enfrentar decididamente a la burguesía nacional como condición para poder vencer al imperialismo.
Y que la invasión japonesa, una potencia imperialista, planteaba la cuestión de la unidad de acción en el terreno militar y, nunca jamás, de un apoyo a la política del Kuomintang, que debía ser denunciado, según Trotsky por como llevaba a cabo la dirección de la guerra. Siguiendo sus consejos, los trotskistas chinos planteaban: “El imperioso deber del proletariado internacional, y especialmente, de la vanguardia revolucionaria, es el de apoyar la lucha de China contra Japón. El crimen de los stalinistas consiste, no en la ayuda y la participación en la lucha de China, incluso bajo la dirección del Kuomintang, sino en el abandono de la lucha de clases, en el abandono de los intereses de las masas explotadas, en la capitulación política frente al Kuomintang, en la abdicación del derecho de movilización independiente de las masas contra el invasor japonés, en la renuncia a la crítica revolucionaria de la dirección de la guerra por el Kuomintang, en reforzar la dictadura de Chiang Kai Shek, en apoyar y en difundir la ilusión de que el Kuomintang y la burguesía nacional pueden dirigir la guerra de una manera eficaz y hacia un final victorioso”.
Frente al balotaje no asistimos ni a una guerra nacional ni a la movilización contra el imperialismo, sino a la división del voto popular entre dos candidatos cortados por una misma tijera en los noventa y que hoy representan dos políticas de ajuste y represión.
Galasso nos quiere hacer creer que Scioli es representante del interés de los explotados, una burrada típica de su mentor intelectual, Jorge Abelardo “el Colorado” Ramos, que desde 1945 predicó que los trabajadores tenían que obedecer al peronismo en nombre de la unidad del Frente Nacional. Ramos, y el mismo Galasso en su obra historiográfica, fue un defensor a ultranza del régimen peronista y de la subordinación de la clase obrera y los sindicatos al liderazgo bonapartista de Perón (al que atribuía cualidades revolucionarias).
Esta postura le valió por parte del teórico e historiador trotskista, Milcíades Peña, el mote de “la prostituta roja de Apold” en alusión al archireaccionario secretario de prensa del gobierno de Perón. En el ’73 Ramos apoyó la fórmula Perón- Perón bajo el lema votar a Perón por izquierda, el resultado es harto conocido, el gobierno nacionalista lanzó las bandas ultraderechistas de la triple A contra los trabajadores y la izquierda. Galasso nos hace una invitación similar pero llamándonos a votar al menemista Scioli.
En los noventa el Colorado Ramos se integró al plantel de los apologistas del menemismo a cambio de una Embajada en México. Hoy los restos de la militancia de la llamada Izquierda Nacional se ha hecho furiosamente kirchneristas, ocupando cargos públicos en el gobierno nacional, sin olvidar al fallecido Ernesto Laclau, quien demostró que en lo esencial de su teoría nunca rompió con Ramos y fue tomado como gurú por los K.
A no dejarse engañar, el enemigo principal de los trabajadores es el ajuste que preparan sciolistas y macristas. El voto en blanco es una manifestación de independencia política y un planteo de organización de de la lucha de clases contra el próximo gobierno.
Facundo Aguirre
Militante del PTS, colaborador de La Izquierda Diario. Co-autor junto a Ruth Werner de Insurgencia obrera en Argentina 1969/1976 sobre el proceso de lucha de clases y política de la clase obrera en el período setentista. Autor de numerosos artículos y polémicas sobre la revolución cubana, el guevarismo, el peronismo y otros tantos temas políticos e históricos.