El presidente de YPF afirmó el jueves que el precio interno del petróleo, que sostiene el Estado más alto que el nivel internacional, es para “mantener un incentivo” para las empresas.
Lucía Ortega @OrtegaLu_
Sábado 10 de octubre de 2015
Fotografía: ANSES
Al cierre de las jornadas de la Expo Oil & gas que tuvieron lugar el pasado jueves en el predio La Rural, el presidente y CEO de YPF, Miguel Galuccio, defendió el actual sistema de precios internos para la producción de hidrocarburos señalando que “sigue la realidad de la Argentina en cuanto a que tiene relación con lo que queremos hacer a largo plazo y esto es incentivar el desarrollo de nuestros recursos”. Mientras los precios internacionales rondan actualmente niveles de entre 40 y 50 dólares el barril, en Argentina el gobierno nacional fijó un precio interno en torno a los 70 dólares, muy por encima de la cotización del crudo en el mercado internacional, constituyendo una transferencia de recursos millonaria a las empresas petroleras.
Pero parece que el gobierno prevé continuar el esquema de precios adoptado por varios años más. Galuccio manifestó una previsión de que "los actuales bajos precios internacionales del crudo y el gas pueden extenderse por los próximos dos años, aunque no creo que necesariamente será en los niveles de 40 a 45 dólares actuales para el petróleo sino que serán por arriba de estos, aunque mucho más bajos que los preexistentes al inicio de la baja registrada” desde el año pasado.
Lo que está por delante, entonces, es la continuación del esquema de negocios privados para las petroleras extranjeras, el “modelo Chevron”, en que bajo la Ley de Hidrocarburos se extendió la entrega de Vaca Muerta hasta el año 2037 y la ampliación de las condiciones favorables al resto de las empresas. El directivo consideró que "YPF hoy está marcando el norte en cuanto a lo que se debe hacer para cambiar para mejor la situación energética del país" y opinó que "los ciclos de precios altos y bajos no le hacen bien a una industria que debe proyectar a mediano y largo plazo". Pero lejos del maravilloso mundo de Galuccio, la producción desde 2008 al 2014 disminuyó un 16 %. Incluso, Galuccio remarcó que "aunque el contexto no ayuda tenemos que seguir adelante con nuestro esquema de asociación con otras compañías, tal como lo hicimos con Chevron, Petronas y Dow (en Vaca Muerta)” ya que, para el CEO de YPF, “permitió en el caso del Shale tener 450 pozos y alcanzar una producción de 52 mil barriles diarios".
Asimismo, el directivo señaló que la mayor producción actualmente proviene de la explotación de yacimientos convencionales, pero remarcó que "el tight y el shale (reservorios no convencionales) aportan actualmente el 15 por ciento de la producción de YPF y es nuestra ambición que llegue a ser el 50 por ciento en el año 2020". Además, consideró que "a medida que avancemos en no convencionales el gas va a ganarle al petróleo".
Según el presidente de YPF, la producción global actual de gas de la compañía ronda los 45 millones de metros cúbicos día, lo que la constituye en "el principal productor de gas del país", y 250 mil barriles de crudo, "logrando en 2014 un nivel histórico de reemplazo de reservas de crudo del 163 por ciento".
Pero el sostenimiento de precios internos altos del petróleo no es más que un argumento típicamente “ofertista”: el incentivo del precio y con él, la garantía de fuertes rentabilidades empresarias que facilitaría la inversión. Así, en el caso del gas, los fundamentos para los altos precios internos, a costa de impactar en el resto de los precios de consumo diario del trabajador, es que se hace “necesario tener un precio, cual sea, que nos permita desarrollar nuestros recursos, y nuestros recursos hoy son tight gas y shale". “Tenemos que tener un incentivo para desarrollarlos, porque eso nos permitiría valores muy por debajo que si tuviéramos que importar”, como viene ocurriendo en los último años para satisfacer una creciente demanda energética, planteó. Sin embargo, se omitió explicar por qué justamente a pesar de las altas ganancias en todos esos años no se realizó la inversión necesaria y el “desarrollo” de los recursos energéticos en Argentina, sino por el contrario, una continua salida de capitales y remisión de ganancias al exterior, profundizando la restricción externa de la economía junto una la severa crisis energética.
Lucía Ortega
Economista UBA. Coeditora de la sección de Economía de La Izquierda Diario.