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Red Internacional
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Nacional. Gatillo Fácil: un genocidio silencioso que no tiene fronteras

Los casos de gatillo fácil en Estados Unidos no tienen nada que envidiarle a los que ocurren en Argentina. La juventud y los sectores pobres, en ambos países, son el blanco preferido de la policía.

Viernes 15 de julio de 2016

La semana pasada fue sacudida por el homicidio de dos jóvenes afroamericanos por parte de la policía racista norteamericana.

Como ya informó este diario, el martes 5 dos agentes ejecutaron a Alton Sterling en Baton Rouge, Luisiana. Los policías dijeron que Sterling los amenazó con un arma. Dos videos filmados con teléfonos celulares confirmaron la sospecha: Sterling no amenazó a los policías, no se resistió, fue ejecutado.

El miércoles 6 un policía acribilló a Philando Castile en un control de tránsito mientras éste intentaba sacar su identificación de la billetera. Su novia filmó su muerte mientras discutía con el oficial. El video viralizado confirmó la sospecha: Castile no se resistió al control, fue ejecutado.

Un hecho común por parte de esta fuerza represiva que lleva años asesinando a centenares de personas de este grupo oprimido. Son alarmante los datos del propio FBI. En su informe sobre crímenes de odio reconoce que el 48,5 % tiene motivaciones racistas y entre aquellos crímenes el 66,4 % es contra afroamericanos (los crímenes contra blancos apenas superan el 20 %).

Argentina también tiene la lamentable coincidencia de sufrir permanentemente este tipo de sucesos aberrantes, con los cientos de casos de gatillo fácil que padece la juventud de los sectores más empobrecidos de la sociedad.

El gatillo fácil y la violencia institucional se mantuvo vigente durante los 12 años de kirchnerismo, demostrando que el relato progresista no pudo cubrir la política de relegitimar a las fuerzas represivas y militarizar los barrios.

La llamada “década ganada” sumó 3.000 muertes por violencia institucional. Hay casos emblemáticos, como el de Luciano Arruga, pibe asesinado por no querer salir a robar para la Bonaerense en el año 2009.

En Estados Unidos podemos ver un claro ataque racista contra el pueblo afroamericano, el cual además de sufrir la brutalidad policíaca vive hacinado en barrios cercados como si fueran guetos. A todo esto se le suma que la población afroamericana llena las cárceles superando ampliamente su porcentaje en relación a la cantidad que representa en la población ya que son el 13 % en el total de la sociedad y el 30 % de la población carcelaria.

Aunque no es el único sector atacado, ya que los ciudadanos inmigrantes latinos y musulmanes y su descendencia familiar sufren la misma opresión por parte de las fuerzas de seguridad y los medios de comunicación.

Esto tiene como fin dividir las filas de la clase obrera poniendo de “chivo expiatorio” a las personas que vienen de medio oriente para crear guerras y misiones imperialistas en busca de aumentar sus ganancias y poder.

En Argentina los sectores atacados son los más bajos y empobrecidos de la clase trabajadora, compuesta por una parte de hermanos provenientes de países limítrofes como Bolivia, Paraguay y Perú que vienen de sus países en busca de un lugar mejor y son sobrexplotados y con salarios muchos menores al ya mediocre salario mínino.

Todo este procedimiento represivo se lleva a cabo con una criminalización de la juventud y de estos inmigrantes donde por su rostro o por su vestimenta son considerados “delincuentes” a los que se debe perseguir y neutralizar.

La franja más afectada es la que va de los 16 a los 25 años, que se lleva la vida de un pibe cada 28 horas por gatillo fácil. En la Argentina la juventud más pobre sufre el mismo hostigamiento que la población afroamericana, latinoamericana y musulmana pobre en los Estados Unidos.

Como consecuencia de esta represión surgen grandes movimientos antiracistas y antirepresivos, como el de #BLACKLIVESMATTER ("las vidas de los negros importan") que canalizan la bronca y odio que producen estos asesinatos con grandes protesta en Estados Unidos y más incipientemente en Argentina las llamadas “Marchas de la gorra”.

Son muestras de que hoy la juventud mundial no le debe nada al capitalismo y desafía a sus instituciones represivas.