Martes 19 de octubre de 2021
El Gaviotín Chico es un ave migratoria que se encuentra en “peligro de extinción” y que realiza su anidación en la costa antofagastina entre agosto y noviembre. La Caleta El Lagarto es una de las cuatro locaciones de pescadores, buzos mariscadores y algueros que se encuentran frente a la Isla Santa María en la comuna, a pesar de que estos poblados han armonizado su actividad pesquera con los ritmos de vida de la flora y fauna nativa durante 40 años, en los últimos meses la especie protegida se ha visto amenazada por tomas de terrenos donde se construyen lujosas casas de veraneo.
Un hermoso santuario donde aún conviven especies de la fauna y flora costera, junto a la actividad humana es el que existe en el norte de la comuna de Antofagasta. Los algueros secan cercano a los sitios de anidación del gaviotín chico permitiendo que se alimente de pequeños crustáceos que quedan atrapados en las algas secas; algas que serán revendidas para sumarse a las 400 mil toneladas de huiro que al año se exportan, principalmente a China.
Pero a pesar de esto, viven en precarias condiciones sin acceso a red de alcantarillado, accediendo a agua potable por medio de camiones aljibes, sin acceso a luz, señal telefónica ni internet, sin posta rural ni escuela, sin acceso pavimentado. Un sinfín de deudas de este sistema neoliberal que prometía progreso y bienestar económico, en cambio solo ha sido saqueo de nuestro tiempo y del medioambiente.
Las familias que ahí viven hace más de 40 años rodeando las 100 personas, que sostienen día a día por medio de largas jornadas de trabajo independiente sin garantías la actividad pesquera, viven la amenaza de tomas de terrenos para construir lujosas casas de veraneo sobre los sitios de anidación del gaviotín chico.
A pesar de haber reclamado solución por medio de las vías institucionales, aún esperan se haga efectiva la carta de desalojo emitida el 5 de septiembre por parte del Delegado Presidencial, aparentemente esperando el apoyo de MINVU y la I. Municipalidad de Antofagasta con camiones que puedan efectuar el desalojo.
En las casas de veraneo los desalojos no llegan, en cambio se hacen sentir violentamente en los campamentos que han sido etiquetados de “cochinos de mierda” por parte del Alcalde Velasquez, cuando es la municipalidad la responsable del aseo y ornato. Los más pobres se enfrentan a brutales desalojos, donde mujeres y niñes han sido violentados con carabineros, como lo vimos en Tocopilla mandatados por Daniela Vecchiola.
La justicia está hecha a la medida de los empresarios, sin ir más lejos en Antofagasta donde el tribunal ambiental dictaminó la detención del funcionamiento de galpones del puerto ATI controlado por Luksic, donde hasta el día de hoy se mantienen las condiciones inseguras y contaminantes que ponen en riesgo la salud de toda la ciudad.
Ante un sistema que vende nuestro tiempo, nuestra salud, nuestras vidas, debemos organizar las enormes fuerzas con las que contamos, sin confianza en los partidos de los 30 años y en las instituciones que han demostrado no estar al servicio de las necesidades del pueblo, las comunidades deben decidir.
Es necesario un plan de manejo costero integrado para toda la región al servicio de las necesidades sociales y ambientales, para proteger la flora y fauna autóctona, con planes de obras públicas para resolver los problemas de vivienda y frenar el abuso de las inmobiliarias, esto debe ser definido por los trabajadores y las comunidades, con el apoyo de profesionales al servicio de estas causas.