Así la describió la ministra de Seguridad un día después que el Gobierno nacional difundiera la creación del Servicio Cívico Voluntario en Valores. Pero la realidad demuestra lo contrario. Una fuerza al servicio de la represión utilizada por todos los gobiernos.
Miércoles 17 de julio de 2019 11:45
“Gendarmería es la institución más valorada en nuestro país, la número uno, mucho más valorada que cualquier otra, que la educación pública, que la iglesia, ni que hablar que la política”, indicó la ministra de Seguridad Patricia Bullrich en declaraciones a radio Metro.
Lo que habría que haberle preguntado es “valorada” por quién. Como ya denunciamos en este diario, aunque la historia oficial dice que Gendarmería nace como una nueva fuerza de seguridad militar con funciones de policía para proteger la frontera, lo cierto es que su rol siempre fue otro: intervenir en los conflictos sociales dentro del territorio nacional como brazo armado del Estado. Un rol además que fue asignado por los distintos gobiernos de turno.
Para tomar los últimos años, durante el Gobierno Cambiemos Santiago Maldonado murió producto de una represión y feroz represión desatada por la Gendarmería nacional. En ese momento, Bullrich defendió a ultranza y encubrió el accionar de la fuerza. “No voy a tirar a un gendarme por la ventana” dijo. Si retrocedemos un poco en el tiempo, año 2014, el gobierno de Cristina Kirchner inauguró un nuevo rol para dicha fuerza: reprimir con saña a un grupo de trabajadores, con apoyo popular, que tuvieron la "osadía" de defender su puestos de trabajo contra una patronal yanqui, Lear, y la burocracia del Smata. Un año antes, en el 2013, impulsó el denominado Proyecto X para espiar a dirigentes sociales, infiltrándose en movilizaciones.
Cambiemos está en campaña electoral, y en una carrera contra reloj para mejorar sus chances en los pocos días que le faltan de acá a las PASO del 11 de agosto. En ese marco a la ministra Bullrich le toca repensar la agenda represiva teniendo en cuenta el ángulo electoral. Para esto persigue dos objetivos.
Por un lado, presentar como "buena" estas fuerzas represivas para hacerlas más "amigables" hacia la sociedad, en búsqueda de votos. Y por otro lado, aumentar el clima represivo y apuntar a los jóvenes más vulnerables y golpeados por la pobreza y las escasas oportunidades que les ofrece este sistema. Vale recordar que en los menores de 14 años, la pobreza alcanza al 46,8 % de las personas, mientras que para los jóvenes entre 15 a 29 años, es de 38,6 %.
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