En el marco de la discusión sobre la reforma de Carabineros el programa Pauta Libre de La Red invitó el domingo 7 de marzo al ex carabinero Gerhard Schrandt para conversar sobre su denuncia realizada en 2018 contra funcionarios de Alto Hospicio y del GOPE por ocultar el hallazgo de cuerpos de detenidos desaparecidos en 2001 y sobre la represión ejercida por la institución.
Martes 9 de marzo de 2021
I. Los detenidos desaparecidos de Alto Hospicio
En el marco de la discusión sobre la reforma de Carabineros el programa Pauta Libre de La Red invitó el domingo 7 de marzo al ex carabinero Gerhard Schrandt para conversar sobre su denuncia realizada en 2018 contra funcionarios de Alto Hospicio y del GOPE por ocultar el hallazgo de cuerpos de detenidos desaparecidos en 2001 y sobre la represión ejercida por la institución.
El 2001 Schrandt trabajaba en la Subcomisaria de Alto Hospicio en Iquique, donde un día tuvo que ir a entregar equipo especializado a una comisión de Carabineros que se encontraba investigando piques (socavones) en la región donde podrían encontrarse víctimas del psicópata de Alto Hospicio, Julio Pérez Silva.
Al llegar al lugar ve a varios miembros de la comisión saliendo de un pique y revisando un video del interior, donde se encontraron cuerpos.
Schrandt alcanza a escuchar al capitán del GOPE Julio Cesar Reyes Ponce y al jefe de la unidad de Alto Hospicio Francisco González Carvallo hablar sobre los cuerpos y confirmar que no son víctimas del psicópata. Tras esto es retirado del lugar.
Por motivos personales renuncia durante tres años y vuelve a la institución para entrenarse como parte del GOPE.
En una campaña se encuentra nuevamente con Reyes Ponce, el cual ahora es comandante.
En una fogata conversan y Reyes confirma frente a otros 15 funcionarios que los cuerpos hallados el 2001 correspondían a 16 detenidos desaparecidos amarrados y cubiertos por sacos de arena.
Los cuerpos habían vuelto a ser enterrados por Carabineros y nunca se informó sobre el hallazgo, poniendo como excusa la presión que pesaba sobre la institución con el caso de Julio Pérez Silva, además de los problemas que habría traído supuestamente para los funcionarios el hallazgo.
Tiempo después se le informa a Gerhard que no podrá ser GOPE por una supuesta falta y es trasladado a la 38° Comisaria de Puente Alto.
En 2009 una psicóloga particular le diagnostica depresión mayor severa, siendo este un cuadro depresivo situacional producto de la constante presión de la institución en su contra y una crisis vocacional.
Luego es ingresado al área psiquiátrica del Hospital de Carabineros de Santiago, donde es obligado por el personal a tomar fuertes psicotrópicos e incluso se le realizan exámenes psicológicos bajo los efectos de los medicamentos, saltándose todo protocolo y código ético.
Más tarde la Comisión Médica de la institución le informa que para ser restituido como funcionario primero debe hacerse un tratamiento de electroshock. Esto genera la negativa de su madre, la cual lo retira del hospital.
Schrandt volvió a trabajar en la comisaria de Puente Alto, pero la Comisión Médica lo citó a una nueva evaluación psicológica por la cual le informaron que no podría volver a ser funcionario producto de un síndrome psiquiátrico de base cuyo origen no tiene que ver con su tiempo en la institución. Esto no hace ningún sentido al tomar en cuenta que en esa fecha Schrandt ya había superado tres evaluaciones psicológicas (incluyendo la más dura para entrar al GOPE), quedando calificado siempre en lista 1.
Gerhard procedió a denunciar ante la Fiscalía Administrativa de Carabineros el caso ocurrido en Alto Hospicio, pero la investigación concluyó luego de interrogar a sólo tres (incluyendo al comandante Reyes Ponce) de los diecisiete funcionarios que se encontraban en la fogata, los cuales negaron la existencia de la conversación sobre los detenidos desaparecidos.
Las presiones de la institución pasaron a ser amenazas como la que el propio Schrandt relata cuando fue escoltado en un auto de civil por tres funcionarios, donde tras conversar sobre los detenidos desaparecidos un sargento le advirtió “Cuídate, porque tú tienes corta vida. Tú sabes cómo son acá. Yo he visto cada cosa. Yo sé que tú me entiendes con pocas palabras”.
En abril de 2010 recibe una notificación de destitución de la institución producto del informe elaborado por la Comisión Médica, por lo cual intentó presentar un escrito ante Contraloría donde señalaba 11 vicios en su proceso de destitución, pero fue rechazado por encontrarse fuera de plazo.
El 2018 Schrandt logró realizar la denuncia por el caso de Alto Hospicio, en la cual actualmente se encuentra realizando diligencias el magistrado Vicente Hormazábal Abarzúa, el cual ha condenado a múltiples violadores de DDHH en su labor como ministro en visita extraordinaria para causas por violaciones a los Derechos Humanos de la Corte de Apelaciones de La Serena. Pese a esto, la investigación se encuentra estancada; no se sabe el paradero de los cuerpos (hay más de 600 piques en el sector de Alto Hospicio), no hay rastro del video donde aparecían los cuerpos y la pandemia ha frenado aún más el proceso.
II. Cultura de la violencia
Cuando se le pregunta sobre su tiempo de entrenamiento en el GOPE, Schrandt cuenta la experiencia inhumana que se vive dentro de la institución.
Relata cómo en el GOPE existe la tradición secreta (fuera de lo legal, tanto nacional como internacionalmente) de realizar diversas y reiteradas torturas a los aspirantes para romper su voluntad. Las torturas incluyen: infundar miedo, suscitar fobias, privación sensorial prolongada, exposición a altas temperaturas, tanques de aislamiento, privación de movilidad, privación alimentaria, privación de ir al baño, ahogamiento, ahorcamiento, desnudez, golpes y un largo etcétera.
Estas torturas disfrazadas de entrenamiento en general llevan a un nivel de degradación y humillación (incluso posible fallecimiento) tan grande que los aspirantes suelen pedir la baja; es una especie de proceso de selección.
Schrandt insiste en que esta es una cultura de violencia y tortura que data de muchos años y que deja perturbados psicológicamente a los que lo superan, aumentando significativamente, por ejemplo, la agresividad de los funcionarios, de forma que esta brutalidad luego se traduce en la aplicación de esta hacia la población civil. Se vio este patrón en las violaciones a los DDHH ocurridos en la revuelta de octubre de 2019.
El ex carabinero detalla cómo algunos de estas torturas se reproducían ya no en ramas especiales como el GOPE, si no que en alumnos de la Escuela de Carabineros, lo que ejemplifica cómo la violencia se esparce en la institución.
III. No hay fiscalización
La violencia en la formación se suma a la falta de fiscalización externa en la institución en muchos ámbitos.
Schrandt señala la autonomía tácita que posee el organismo al mencionar códigos institucionales que pasan sobre la ley.
Por ejemplo, el código “2 cortos”, donde se hace un procedimiento de la forma más breve posible (casi sin actas de por medio, sin realizar denuncias, etc) para ahorrarse pega. Dicho actuar esta fuera de la ley, pero es práctica común.
Casos que caben en esta lógica son los que ocurren cuando alguien es detenido, golpeado y dejado tirado en algún lugar, como ocurrió con el caso de Jaime Veizaga Sánchez o la desaparición forzosa del caso Vergara en Alto Hospicio.
Schrandt condena la falta de respeto por los protocolos de detención y el sentimiento de superioridad de funcionarios de Carabineros contra la población civil que termina en reiterada xenofobia, violaciones a los DDHH y violación a los derechos de los detenidos.
Recuerda cómo en Alto Hospicio le decían a una madre aymara cuya hija se encontraba desaparecida en los tiempos del psicópata de Alto Hospicio que probablemente su hija estaba prostituyéndose y aparecería en algún momento.
Luego explica cómo en el norte los extranjeros pobres detenidos sufrían constante maltrato y discriminación que llegaban casi al asesinato de los detenidos dentro de los calabozos, además de cómo la gente pobre era tratada de “chinches” por los funcionarios (en el sentido de bichos insignificantes que están molestando).
Termina comentando la existencia de una cultura de corrupción muy antigua. Dice poseer contactos confidenciales dentro de un departamento de alto rango en la Dirección General de Carabineros, donde llegan todos los delitos y reclamos contra funcionarios.
Afirma que estadísticamente hay entre 5 a 6 delitos diarios cometidos por funcionarios de Carabineros (conducción en estado de ebriedad, atropellos, robos, etc), los cuales son ocultados por la institución y nunca llegan a la prensa.
Finalmente, a propósito de la corrupción recuerda cómo en Alto Hospicio las patrullas solían hacer controles vehiculares donde encontraban alguna infracción por parte de los conductores y los obligaban a dar “donativos para gasto de combustible” para evitar multas y detenciones o cómo tras la reforma de los “vales de combustible” los funcionarios iban a las bombas de bencina, cargaban cierta cantidad de lo que valía el vale de combustible y el dinero sobrante se lo guardaban.