Es en el mismo día que Trump defiende detenciones de migrantes por parte del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) estadounidense. Claroscuros de la relación bilateral.
Martes 18 de abril de 2017
En un foro realizado en la Universidad George Washington, en la capital estadounidense, John Kelly afirmó la alianza entre su gobierno y el de México, al tiempo que admitió que la demanda y consumo de drogas por parte de Estados Unidos es un fenómeno que sufre México.
Reconoció el titular del DHS “Estamos en buena forma, buena coordinación, buena alianza con el gobierno de México, con el ejército mexicano y las agencias de la aplicación de la ley. Y ellos sufren, otra vez, por nuestra demanda de drogas, tenemos que reconocerlo”. Abundó “Son grandes aliados en la lucha contra el terrorismo, son grandes aliados al trabajar con nuestras agencias de la aplicación de la ley y de inteligencia para el intercambio de información. Los ayudamos. Nos ayudan”.
Según el funcionario, un gran ejemplo de esta cooperación entre México y Estados Unidos es la detención, revisión y deportación de inmigrantes centroamericanos por parte de las autoridades mexicanas, que favorecen a su gobierno. Sin nombrarlo, se refiere al nefasto Plan Frontera Sur, ordenado a Peña Nieto por la administración del demócrata Barack Obama.
Explicó Kelly “El año pasado aprehendieron o detuvieron y enviaron a sus países de origen a 160 mil centroamericanos, antes de que rebasaran los 160 kilómetros al norte de la frontera con Guatemala”.
Sostuvo al mismo tiempo “A los inmigrantes indocumentados los ubicaremos, detendremos y sacaremos de nuestras calles y país”.
Respecto a “la amenaza terrorista”, descartó un posible ingreso por la frontera sur de Estados Unidos: “Los cárteles nunca permitirán a nadie que ingrese (a Estados Unidos) con una arma pandémica, biológica, bomba casera o nuclear, porque es malo para sus negocios, y en ese sentido están en lo correcto”.
Militarización, narco y gobiernos
Estas declaraciones se dan a conocer pocos días después de la detención de Tomás Yarrington –exgobernador priista de Tamaulipas y amigo cercano del ex mandatario estadounidense George W. Bush– acusado de vínculos con el narcotráfico y corrupción.
Una muestra de las estrechas relaciones entre la “clase política” a ambos lados de la frontera. Bush por años protegió a Yarrington, y avaló los negocios de éste con los cárteles del narcotráfico que abastecen el enorme mercado estadounidense. Un mercado que contó en algunos momentos del siglo XX, como en la década de 1940 con el tráfico legal de drogas, pero en otros primó una política prohibicionista que llevó al desarrollo de los cárteles.
Es imposible que el tráfico de drogas haya alcanzado las dimensiones actuales sin la connivencia tanto de las autoridades estadounidenses como de las mexicanas, y los recientes escándalos de altos funcionarios de México vinculados al crimen organizado dan cuenta de ello.
Y mientras tanto, con la excusa del combate al narco, los gobiernos de EE.UU., México y Centroamérica firmaron la Iniciativa Mérida, el programa mediante el cual el imperialismo estadounidense financia la compra de armas para los ejércitos nacionales y la policía de los países de la región, mientras entrena a militares y agentes e infiltra a sus propias fuerzas. Así fue que se desplegó la militarización –un intento de mantener el orden de los ricos y los poderosos– que trajo como consecuencia cientos de miles de personas muertas, desaparecidas y desplazadas.
Sí, John Kelly reivindica al gobierno de Peña Nieto como aliado con justa razón. Son aliados contra la clase trabajadora y los sectores populares de todos los países de América del Norte, de Centroamérica y del Caribe.
Contra su unidad reaccionaria y sus planes de expoliación, es indispensable la unidad de los de abajo, encabezada por los trabajadores, las mujeres y la juventud que repudian la militarización y las reformas estructurales.