Greenpeace México fue parte del boom de las ONG’s que surgieron como formas de "compensar" el abandono del Estado en el sector público. Ahora es un gran negocio para quienes dirigen dicha organización, que este mes cumplió 28 años.
Sábado 22 de mayo de 2021
Este mes, Greenpeace México cumplió 28 años y difundió su informe anual de socios donadores correspondiente al 2020, el cual fue de manera virtual. Lo presentaron tres de sus directivos: Gustavo Ampugnani, Aleria Lara y Amanda Fazano, festejan que durante el año 2020 lograron recaudar más de $89 millones de pesos, una cifra bastante elevada para haber sido el año más fuerte de la pandemia.
En su resumen financiero muestran que en el año 2020 gastaron $88, 073,185, ¿esto es creíble? ¿Cuántas acciones realizó la ONG y cuáles fueron sus logros? En este año no ha sonado alguna política medioambiental (así sea menor) o de protección de especies animales que pudiera ser atribuible al trabajo de Greenpeace México.
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Lejos de ello, la institución se ha hecho de malas prácticas contra los derechos laborales de las y los trabajadores (despidos, contratos bajo el régimen de outsourcing, bajos salarios, etc.), además de que acumula el dinero recaudado en unas cuantas manos. Se presenta al público con una bandera de activismo ambiental, aunque tampoco cuestionan el saqueo capitalista de los recursos naturales en el país (el llamado extractivismo).
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Greenpeace México fue parte del boom de las ONG’s que surgieron como formas de "compensar" el abandono -de carácter neoliberal- del Estado en el sector público, en esta caso para defender nuestro planeta. Sin embargo, la lógica de la compensación neoliberal deja ver su verdad en su desarrollo: ahora es un gran negocio para quienes dirigen dicha organización que, cabe señalar, son prácticamente las mismas personas desde hace varios años.
Actualmente, Greenpeace se quitó la fachada de ONG confrontativa para mostrarse como lo que es: un "call center" que recauda recursos para mantener los altos ingresos de una pequeña burocracia de élite y, por otro lado, salarios miserables y ausencia de derechos para sus trabajadores.
Por ejemplo, directivos como Gustavo Ampugnani, Aleira Lara, Amanda Fazano y Patricia Vidaña, entre otros, gozan de salarios exorbitantes, que van de los 80 mil hasta más de 100 mil pesos mensuales, es decir, ellos sí se permiten tener una vida de alto consumo, capitalista y opulenta (como sus traslados en Mercedes Benz y poder ponerse la vacuna en EEUU). Mientras que las y los trabajadores son desechables.
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Durante la transmisión de su informe, los directivos de Greenpeace México se dedicaron a bombardear con demagogia "medioambiental" para que se les hagan donativos y con eso -dicen- nos volvamos "héroes" por el planeta. Pero también se dejaron leer comentarios exigiendo esclarecer los despidos injustificados durante la panademia y la violación de derechos laborales.
Pero ¿qué sucede al interior de esta organización? Acoso laboral que hacen los directivos y coordinadoras hacia sus subordinados, a estos últimos no se les permiten cuestionamientos y, si los hacen, automáticamente les generan represalias veladas, en forma de "llamadas" de atención, "firma" de cartas compromiso, hostigamiento, hasta llegar al despido.
Las y los voluntarios, que trabajaron un equivalente a 6 meses, son una mina de oro, pues la organización no desaprovecha la oportunidad de fuerza de trabajo gratuita, que convierten en acumulacion de dinero y les permite romantizar ese generoso esfuerzo, aplaudiendo a su enorme masa de voluntarios y voluntarias de todo el país.
Trabajadores han señalado que Gustavo Ampugnani, tras bambalinas, mantiene vínculos con políticos (algunos del PRI en el Estado de México). Y no es un secreto que tiene algún tipo de relación con El Universal, en donde él y aproximadamente 10 personas de Greenpeace México, son columnistas en ese diario desde hace algún tiempo, como Viridiana Lázaro y Ornela Garelli.
Como clase trabajadora, exigimos que Greenpeace México abra sus libros de contabilidad, para que se hagan transparentes las nóminas y movimientos que hacen con estos recursos millonarios, ya que al amparo de la privacidad, sobreexplotan y precarizan el trabajo, violentando derechos humanos y laborales.