Pasaron más de dos años desde que la joven sueca iniciara una protesta solitaria por el clima frente al Parlamento de su país. Y ha recorrido un largo camino...
Valeria Foglia @valeriafgl
Domingo 3 de enero de 2021 10:51
Foto: Getty Images
Este domingo 3 de enero Greta Thunberg cumple dieciocho años y llega a la mayoría de edad en su Suecia natal. Hace ya más de dos años que alcanzó fama mundial con su protesta de los viernes frente al Parlamento sueco para que su país se pusiera a tono con los lineamientos del Acuerdo de París contra la crisis climática. Primero en soledad, con sus jóvenes quince años, de trenzas y mochila, con un letrero que decía “Huelga escolar por el clima”. Al poco tiempo su ejemplo se multiplicó: no solo la acompañaron en las huelgas de los viernes en su país, también a nivel mundial.
Con los “viernes por el futuro” nació un movimiento global que dio masividad al reclamo y la denuncia que en soledad hacían científicos como James Hansen, el premio nobel de química Paul Crutzen y otros del IGBP [1], que alertaban sobre las consecuencias futuras y no tan distantes de liberar a la atmósfera tanta cantidad de gases de efecto invernadero en tan poco tiempo, aumentando la temperatura terrestre en más de 1 ºC desde tiempos preindustriales.
La hija de la cantante lírica Malena Ernman y el actor Svante Thunberg conoció sobre el tema hace una década, a sus ocho años. Tres años después, tras una crisis que la llevó a dejar de hablar y comer, fue diagnosticada con síndrome de Asperger, trastorno obsesivo compulsivo y mutismo selectivo. “Tengo Asperger y eso significa que a veces soy un poco diferente de la norma. Y, dadas las circunstancias adecuadas, ser diferente es un superpoder”, tuiteó Greta, que agregó que no hablar de su diagnóstico en público tiene que ver con que mucha gente ignorante todavía lo ve como “enfermedad” o algo negativo.
Greta se embanderó detrás de la ciencia, denostada y desfinanciada por los Gobiernos, y salió al mundo a enfrentarse con negacionistas, capitalistas verdes y otros responsables de la catástrofe anunciada. Con su ímpetu se ganó el desprecio, las acusaciones e incluso la burla de derechistas mediáticos y hasta mandatarios como Donald Trump, Scott Morrison de Australia, Vladimir Putin y Jair Bolsonaro. Pero el que ríe último ríe mejor, podría decir Greta. Y, según su padre, ella ríe mucho.
“¿Cómo se atreven?”
“Yo no tendría que estar aquí. Tendría que estar en el colegio, al otro lado del océano. Y sin embargo, todos nos miran y nos piden esperanza. ¿Cómo se atreven?”, les dijo a los líderes que asistieron a la Cumbre Mundial por el Clima de la ONU en septiembre de 2019, a la que ella llegó tras tres semanas de navegar en el velero Malizia II para evitar el avión, medio de transporte contaminante.
Aunque Greta se ubique a sí misma como vocera de una generación que despertó para siempre ante la evidencia científica del potencial colapso, a la vez se sabe privilegiada. “Son muchos los que sufren, los que están muriendo. Se están muriendo los ecosistemas y nos encontramos en puertas de una extinción masiva y de lo único que hablan ustedes es de dinero”, reclamó en la ONU.
Esa semana de septiembre de 2019 marcó un hito: se produjeron las movilizaciones climáticas más grandes de la historia, con unas siete millones de personas a nivel mundial. Sin embargo, su periplo por América concluyó antes de lo esperado a raíz de que el Gobierno de Piñera, sacudido por la rebelión popular en Chile, decidió suspender la COP25 en su territorio y aceptó que se realice con su presidencia en Madrid. Greta, en tanto, dio su apoyo a la lucha del pueblo chileno y repudió la brutal represión de Piñera: “Mis pensamientos están con la gente”.
"La esperanza no está entre los muros de la COP25, sino aquí afuera. Ustedes son la esperanza", le dijo a la marea humana que se congregó en aquel diciembre de 2019 en las principales avenidas madrileñas.
Días después la revista Time nombró a Greta Thunberg “persona del año”, la más joven en recibir esa distinción, lo que enfureció a Trump. “El poder de la juventud”, se leía en el subtítulo de tapa. “Comparto este gran honor con todos los miembros del movimiento Fridays For Future y los activistas climáticos en todas partes”, agradeció Greta.
La Cumbre de Davos en enero, antes de la irrupción mundial de la pandemia, encontró a Greta nuevamente entre líderes mundiales de las naciones más contaminantes: allí admitió que, pese a lo virulento e imperativo de su discurso en la edición anterior, cuando les pidió que “entren en pánico”, nada había cambiado. “Nuestras emisiones deben parar si queremos tener la oportunidad de mantenernos bajo la meta de 1,5 grados”, señaló Greta, destacando que la mera reducción de los GEI no es suficiente.
“Estoy aquí para decirles que, a diferencia de ustedes, mi generación no se rendirá sin haber dado la pelea”, se despidió en Davos. Esa fue la última cumbre a la que asistió la joven sueca, que llegó a viajar semanas en velero para un evento presencial, pero pegó el faltazo en la última Cumbre de Ambición Climática, virtual y organizada por Reino Unido, Francia y la ONU en común con Chile e Italia hacia la COP26 en Glasgow.
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“Se hacen compromisos, se establecen objetivos hipotéticos distantes y se dan grandes discursos. Sin embargo, en lo que refiere a la acción inmediata que necesitamos todavía estamos en un estado de completa negación”, dijo Greta en un video que se viralizó rápidamente a propósito del quinto aniversario del Acuerdo de París y en el que llama a “pelear por el 1.5 °C”. Sin dejar de tejer, su hobby por estos días, Greta mira a cámara y dice que “la crisis climática y ecológica no puede resolverse sin cambiar el sistema”.
Aunque no suele mencionar al capitalismo, la referente de Fridays for Future habla contra un sistema que distanció a la humanidad de la naturaleza y maltrató al planeta “viviendo como si no hubiera mañana”. La esperanza reside en la movilización popular, dice Greta, aunque su estrategia siga siendo de presión y generación de conciencia y no apueste a una transformación social por la vía de una revolución. Así, llegó a estrechar la mano de Barack Obama, gran impulsor de la extracción y quema de fósiles, y a recomendar a sus seguidores que voten por Biden.
Nadie es demasiado pequeño para hacer la diferencia se titula el libro en el que recopila todos los discursos que escribió y pronunció en cumbres y movilizaciones, incluyendo el famoso “Nuestra casa está en llamas”. El gran mérito de Greta es haberle dado voz a una generación y despertar conciencias: jóvenes menores que ella salieron a luchar en todo el mundo (y a menudo los visibiliza a través de Twitter), identificando a los responsables, esos que firman acuerdos y hacen promesas vacías. “La gente que es menos responsable de esta crisis es la que más está sufriendo”, dice. El movimiento que inspiró en gran medida la supera y sumó a pueblos originarios, científicos, sectores de la clase obrera, feministas, artistas y jóvenes que en adelante deberán preguntarse: ¿es el fin del mundo o el fin del capitalismo?
School strike week 124.
New year, same crisis.
Because of the ongoing pandemic we are doing #climatestrikeonline #fridaysforfuture #schoolstrike4climate #FaceTheClimateEmergency pic.twitter.com/ETS3O07K2M— Greta Thunberg (@GretaThunberg) January 1, 2021
[1] Programa Internacional Biósfera-Geósfera del Consejo Internacional de Ciencias.