A través de una campaña de recaudación de fondos por internet, grupos privado y veteranos conservadores se proponen ayudar a construir el infame muro de Trump. Se van a centrar en las "zonas difíciles" y terrenos privados donde no es fácil construirlo.
Óscar Fernández @OscarFdz94
Jueves 30 de mayo de 2019
La tan controversial medida del presidente Trump cuando se encontraba en campaña, de que iba a construir un muro fronterizo con México como medida de seguridad, no sólo fue bien recibida por sectores conservadores de la sociedad estadounidense —varios de ellos base del Partido Republicano—, sino que ahora que el magnate de la Casa Blanca ya se está proponiendo en concretar su propuesta, han salido en su apoyo grupos privados para construir el muro en zonas difíciles.
Así lo describe la campaña "We Build the Wall" (nosotros construimos el muro), una iniciativa llevada a cabo por Brian Kolfage, un veterano de guerra con amputaciones de una mano y ambas piernas que —según sus propias palabras en la página de GoFundMe— se "toma la seguridad de los estadounidenses muy en serio". Este tipo de retórica no es nueva; debido al inesperado giro que tuvo el siglo XXI con los ataques a las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001, una oleada de paranoia y patriotismo que no se veía desde el ataque a Pearl Harbor sacudió a la población del gigante del norte.
En ese sentido es que, como ya hemos descrito en anteriores ocasiones en este diario, grupos privados surgieron para ayudar a combatir la migración ilegal so pretexto de mantener la seguridad del país y evitar que bandas terroristas y del narcotráfico llegaran a territorio estadounidense. Debido a la defensa a ultranza en ese país de la propiedad privada, varios propietarios de tierras han aprovechado esta situación para poner en pie rejas y alambrados de distinta índole para separar sus parajes del territorio mexicano.
Esto trae ventajas y desventajas. Ya en una nota anterior describíamos cómo la compañía detrás del juego de mesa Cards Against Humanity había comprado terrenos para evitar que allí se construyera el muro fronterizo. Por otra parte, también existe gente como —así como constructoras privadas— que pretende hacer justamente lo contrario.
Este panorama de hecho ya existe en los hechos. Desde tiempos de Bush hubo iniciativas de privados para extender el muro ya existente a partes de la frontera que no tenían límites establecidos. Es por eso que si uno recorre los 3169km de frontera entre México y los EE.UU., notará que el muro tiene distintos materiales de construcción y que hay partes en las que ni siquiera se trata de una reja en sí, sino de una fila de tubos (por falta de presupuesto de los contratistas privados). El "muro de la vergüenza" de Honnecker se veía más homogéneo.
Así, existen partes del territorio estadounidense que, por respetar la propiedad privada ajena, y en su afán de construir una valla para frenar la migración ilegal, se encuentran en una extraña "tierra de nadie" entre México y el muro. Un caso muy sonado fue el de un campo de golf en Brownsville, Tejas, donde éste estaba rodeado, por una parte, de una valla fronteriza, y por otra... por el Río Bravo.
El afán del imperialismo de frenar una crisis migratoria que él mismo causó ha llevado a escenarios inverosímiles que parecen sacados de una comedia, pero que, tristemente, son el pan de cada día de mexicanos y estadounidenses por igual. Las fronteras solamente dividen comunidades, pueblos, territorios, etc., afectando la vida de quienes día a día viven ahí y quienes son los que pagan las consecuencias de las peroratas de los políticos al servicio del capital.
Óscar Fernández
Politólogo - Universidad Iberoamericana